El primer Sorteo de El Ni?o del lotero afortunado
Pedro Blanco mantiene su trabajo de aparcacoches tras ganar el Gordo en 2014
Muchos conductores salen de un atasco con la vena hinchada, el pulso trastocado y la paciencia agotada. El madrile?o Pedro Blanco sali¨® con 160.000 euros. Hace poco m¨¢s de un a?o una llamada mientras conduc¨ªa hacia el trabajo le avis¨® de que un ni?o de San Ildefonso hab¨ªa cantado el n¨²mero 13.437, el Gordo de Navidad. Que era el suyo. Colg¨® y pidi¨® que no le molestaran con bromas mientras a su alrededor los coches apenas avanzaban y, para su desesperaci¨®n, la hora de comienzo de su turno se acercaba.
Al aproximarse con su veh¨ªculo al c¨¦ntrico restaurante El Mentidero de la Villa, donde trabaja de aparcacoches, la presencia de c¨¢maras de televisi¨®n le hace pensar que igual su interlocutor no est¨¢ tratando de enga?arle. El resto del d¨ªa fue la gestaci¨®n de una resaca conjunta: 40 trabajadores del establecimiento se repartieron los premios de una veintena de d¨¦cimos comprados entre todos.
De la borrachera de alcohol y euros, Pedro Blanco, de 29 a?os, no despert¨® pensando que la vida estaba solucionada. Mientras otra empleada del establecimiento agraciada con el premio pon¨ªa rumbo a Colombia, su pa¨ªs natal, la mayor¨ªa sigui¨® en su puesto. Durante muchos meses las rutinas de Pedro Blanco no sufrieron un gran vuelco: vive con su madre y mantiene su trabajo aparcando veh¨ªculos como hasta entonces por 1.200 euros mensuales y alguna propina ocasional.
Pero m¨¢s all¨¢ de la compra de algunos regalos y del aumento de las cifras de su cuenta corriente, s¨ª ha habido un cambio en el modo en que se gana la vida: desde hace dos meses compagina su trabajo de aparcacoches con la gesti¨®n de una administraci¨®n de loter¨ªa, el As de Oros, situada en el n¨²mero 22 de la madrile?a calle de Diego de Le¨®n, de la que ha adquirido la licencia tras ocho meses de b¨²squeda. En el proceso de transformaci¨®n de jugador premiado a lotero que quiere premiar le acompa?a como socio el anta?o cocinero del restaurante, el mismo al que no crey¨® al tel¨¦fono cuando en el atasco trat¨® de decirle que ya no importaba lo r¨¢pido o lento que llegara pese a tratarse de unas fechas en las que los locales de restauraci¨®n acogen m¨²ltiples eventos y comidas de empresa. Que el d¨ªa se hab¨ªa convertido en festivo.
En su nuevo puesto, Pedro Blanco vive su primer sorteo del Ni?o con una emoci¨®n diferente a la del jugador. "No s¨¦ si ser¨ªa mayor incluso la alegr¨ªa de dar un premio porque la gente conf¨ªa en ti", duda. La superstici¨®n que acompa?a a veces la elecci¨®n de un n¨²mero para el sorteo ha llevado a mucha gente a comprarle el d¨¦cimo a ¨¦l por su condici¨®n de agraciado, y parte de los que ha vendido lo ha hecho personalmente en la puerta misma del restaurante en que trabaja. "A ver si vas a dar tu suerte", le dicen. En su primera gran experiencia al frente de una administraci¨®n, la Loter¨ªa de Navidad, vivi¨® por primera vez ¨ªntegramente el sorteo. Lo hizo a trav¨¦s de la radio. Antes nunca se hab¨ªa preocupado por seguirlo aunque s¨ª hab¨ªa tenido una convicci¨®n: "Siempre le he dicho a mi familia que alguna vez me iba a tocar algo, y cuando pas¨® me dijeron que tal vez cuanto m¨¢s lo deseas m¨¢s posibilidades hay de que te toque".
En la intensidad del deseo por ganar hay competencia en toda Espa?a y no todos podr¨¢n decir que su corazonada se cumpli¨®. Desde su administraci¨®n, Pedro Blanco seguir¨¢ este mi¨¦rcoles el Sorteo del Ni?o, la segunda gran cita para ¨¦l desde que la loter¨ªa no solo se convirti¨® en una fuente de tranquilidad econ¨®mica sino tambi¨¦n en una forma de ganarse la vida. "Lo vivir¨¦ con mucha tensi¨®n, con la radio puesta y metiendo en el ordenador r¨¢pidamente los n¨²meros premiados por si es uno de los que hemos vendido".
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