Tellito, la joven miliciana que arengaba de plaza en plaza
Protagoniz¨® en la semanario gr¨¢fico 'Estampa' uno de los m¨¢s retratos m¨¢s ic¨®nicos de las voluntarias que lucharon por la rep¨²blica

Nacida en Madrid el 2 de septiembre de 1920, fue conocida por el nombre de Tellito cuando era miliciana, ya desde el comienzo mismo de la Guerra Civil. Y por el de Amaya a partir de la primavera de 1939, cuando tuvo que salir pitando de la capital de Espa?a gracias al aviso de una compa?era con la que se encontr¨® al regreso de su trabajo de costurera en el trayecto entre Cuatro Caminos y la calle de La Coru?a, donde viv¨ªa. ¡°?Tellito! ?Pero est¨¢s aqu¨ª? ?Vete inmediatamente! No han dejado de preguntarme por ti en comisar¨ªa. Esta ma?ana me han soltado y seguro que ahora mismo me est¨¢n vigilando. ?Vete!¡±. Eran los agentes del comisario Conesa: la estaban buscando, y deteniendo a j¨®venes compa?eras suyas por esas fechas, de las que acabar¨ªan fusilando a 13 ¡ªlas Trece Rosas¡ª junto a 43 hombres, la madrugada del 5 de agosto, ante las tapias del Cementerio del Este.
El 31 de octubre de 1936 su semblante va pasando entre las manos de los madrile?os por ser suya la figura de una joven mujer que, con nervio encendido, arenga a la poblaci¨®n desde la portada del semanario gr¨¢fico Estampa, a la que el reportero hab¨ªa acertado a recoger con su m¨¢quina en el instante en que la chica, tras subirse de un salto a una camioneta, se dirig¨ªa con br¨ªo a la gente de la plaza. Eran d¨ªas que se agolpaban los de aquellos primeros meses furiosos de la contienda. La imagen ha servido de motivo para carteles de combate y tambi¨¦n de portada de libros como Mujer y movimiento obrero en Espa?a, 1931-1939 (Mary Nash, Fontamara, 1981).
Palmira Julia Tello Landeta, Tellito, se casa entonces con Ernesto Ni?o ¡ª¡°nos cas¨® el capit¨¢n de la unidad¡±¡ª, que es enviado inmediatamente al frente y abatido a los diez d¨ªas, y enterrado en Quintanar de la Orden: todo seguido. Luego, la miliciana va de Madrid a Valencia, participa en la batalla de Guadalajara y coincide y trabaja con las Brigadas Internacionales, con la Thaelmann, ahora ya por tierras de Albacete. Pueblos de Toledo, de Ciudad Real y de Ja¨¦n. Sobre los cuales cuenta ella: ¡°Sol¨ªa ir andando de pueblo en pueblo siguiendo un recorrido fijado por el Comit¨¦. Alguna vez me llevaban en cami¨®n y me dejaban sola y desarmada. Yo arengaba a la gente en la plaza, palabras que me sal¨ªan del alma. Las madres me o¨ªan pedir que dejaran a sus hijos alistarse para el frente. Pod¨ªan lanzarse contra m¨ª, iba yo indefensa. Y nunca, en ninguno de los pueblos por los que pas¨¦, me hicieron nada. ?Cuando yo, a lo que iba, era a llevarme a sus hijos a la batalla!¡±.
De nuevo en Madrid. De Madrid a Valencia. Y de Valencia a Alicante, a la desesperada. Terminada la guerra, con solo 18 a?os, regresa a la capital, curtida de lucha, donde se pone a trabajar en la costura. Hasta que, ya con el nombre de Amaya, aparece en Zaragoza. All¨ª conocer¨¢ al amor de su vida, el pintor Ciriaco P¨¢rraga, quien realizar¨¢ a prop¨®sito de ella dos importantes composiciones en esa ciudad: Perdimos la guerra y Maternidad 1940. M¨¢s tarde, ya en Bilbao, de donde el pintor proced¨ªa, este tendr¨¢ ocasi¨®n de seguir reflejando en composiciones sucesivas ¡ªOcios hogare?os, Mujer leyendo (lienzo al que Blas Otero dedic¨® un poema) o Interior¡ª la implacable pero relevante transformaci¨®n que con la edad ir¨¢ oper¨¢ndose tanto en la psicolog¨ªa como en la actitud de nuestro personaje siguiendo la transformaci¨®n de las circunstancias que sobre ella va imponiendo la vida, que transcurrir¨¢ entre la aguja y la lectura, la compra y la limpieza, los hijos ¡ªdos¡ª y la cocina.
Hasta que, al final, los hijos se van de casa, el marido fallece y la soledad a¨ªsla y ahonda. Pero no por ello descansa. En 1985 se traslada a El Casar de Talamanca (Guadalajara), donde residir¨¢ hasta los 92 a?os y tal vez sea todav¨ªa recordada como aquella anciana del perro blanco que, durante bastantes a?os, sub¨ªa y bajaba la cuesta desde El Coto hasta el pueblo y vuelta para la compra. Siempre en silencio, siempre dedicada en buena medida a la lectura, como tuvo ella por costumbre. Ingresada a los 95 a?os en un hospital por primera vez en su vida ¡ªseptiembre de 2015¡ª, ya no volver¨ªa a casa. Falleci¨® en el Infanta Sof¨ªa el 16 de enero de 2016.
Gregorio P¨¢rraga Tello es hijo de Palmira Julia Tello Landeta.
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