De cambio, transversal y centrado
La propuesta de S¨¢nchez es un acuerdo entre diferentes cuyo germen es el pacto con Rivera
Pedro S¨¢nchez no necesitaba que se le recordara la debilidad de su posici¨®n, tan alejada de la mayor¨ªa que necesitaba. Porque la conoce bien ha tenido que recurrir a iniciativas enrevesadas para mantener su candidatura. En primer lugar, invocando un concepto, mayor¨ªa por el cambio, en sustituci¨®n de la mayor¨ªa parlamentaria que no tiene. El cambio fue la bandera de Felipe Gonz¨¢lez en 1982, pero entonces se trataba de anunciar el primer Gobierno de izquierdas en d¨¦cadas, un cambio notable. Tambi¨¦n la utiliz¨® Rajoy en 2011, bajo la f¨®rmula ¡°S¨²mate al cambio¡±, pero solo se refer¨ªa a un cambio de mayor¨ªa para una legislatura, que es tambi¨¦n lo que ahora est¨¢ en juego.
El cambio que promete S¨¢nchez tiene que partir, por razones de aritm¨¦tica parlamentaria, de un acuerdo entre diferentes, cuyo germen es el programa pactado con Ciudadanos. Y aunque la suma de esca?os que lo respalda queda lejos de la mayor¨ªa, agrupa m¨¢s esca?os que el partido m¨¢s votado: 130 frente a 123. De esta manera, S¨¢nchez legitima a posteriori su disposici¨®n a conformar una mayor¨ªa por agregaci¨®n partiendo de ese n¨²cleo garantizado de 130 votos, el mayor sobre la mesa con vistas a la segunda votaci¨®n de su investidura, al final de esta semana.
Pero tambi¨¦n con vistas a la previsible repetici¨®n de las elecciones, de acuerdo con el principio de que las ganar¨¢ quien m¨¢s haya trabajado para evitar que se celebren, buscando hasta el ¨²ltimo momento alianzas operativas. El acuerdo con Ciudadanos tiene coherencia pol¨ªtica: agrupa en torno a un programa moderado a dos partidos situados en el espacio de centro-izquierda, en el que se reconoce la mayor¨ªa de la poblaci¨®n y en el que podr¨ªa caber el PNV, pero no, por lo o¨ªdo ayer, la demagogia del partido de Iglesias. Cambio con transversalidad, por tanto, de manera que la nueva mayor¨ªa sea el resultado de articular minor¨ªas diversas en torno a un programa reformista. No de ruptura.
Esa perspectiva ha sido vista durante a?os con sospecha. Se dec¨ªa, pensando sobre todo en Italia, que la dificultad para enhebrar acuerdos operativos entre tantos partidos y sus clientelas respectivas llevaba a la par¨¢lisis. Pero uno de los efectos de la crisis de estos a?os ha sido la desafecci¨®n ciudadana ante los gobernantes, lo que ha hecho aparecer corrientes que defienden la necesidad de ampliar el campo de identificaci¨®n con el gobierno incorporando al mismo partidos de tradiciones y fidelidades ideol¨®gicas diversas.
Para que el proyecto presentado por S¨¢nchez atraiga en segunda votaci¨®n m¨¢s votos parlamentarios a favor que en contra se requerir¨ªa la abstenci¨®n pactada del PP o de Podemos. Esa es la madre del cordero. S¨¢nchez dijo el martes que no pueden ser ignorados los siete millones de votantes del PP, partido sin el que no es posible llevar a cabo los cambios y reformas planteados, especialmente de la Constituci¨®n.
Tambi¨¦n dijo con gran ¨¦nfasis que hab¨ªa que desterrar de la vida p¨²blica el insulto y la descalificaci¨®n, lo que no le impidi¨® volver a tratar con desprecio a Mariano Rajoy, el cual le respondi¨® ayer con sarcasmos esgrimidos como si fueran argumentos. El cambio en las formas de gobernar deber¨ªa incluir acabar con ese sectarismo que convierte a los adversarios en enemigos. Un Gobierno reformista y centrado es incompatible con esa inercia.
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