V¨¦rtigo
Converg¨¨ncia no es lo que era: escasea all¨ª materia gris y experiencia pol¨ªtica
Se habla poco de pol¨ªtica catalana. Desde el exterior a veces da la impresi¨®n de eso significa calma. Falsa percepci¨®n de la realidad. Algunos no paran, ni parar¨¢n, hasta que el tren se estrelle. Lo que no puede ser no puede ser y adem¨¢s es imposible.
Sin embargo, con el nuevo gobierno Puigdemont se ha operado un cambio significativo. Antes las tensiones se produc¨ªan entre separatistas y unionistas; ahora se est¨¢n trasladando al interior del mismo separatismo.
Por un lado, Converg¨¨ncia y Esquerra, los partidos que componen Junts pel S¨ª, aunque est¨¦n unidos por el separatismo, representan sensibilidades pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales distintas. Los que confiaban en la habilidad elegante de Miquel Roca, incluso en la capacidad pol¨ªtica de Pujol, no les debe ser f¨¢cil digerir la simpleza y los modos de Junqueras y Rufi¨¢n. No por casualidad sumaban m¨¢s votos separados que juntos.
Converg¨¨ncia se est¨¢ desintegrando. Ya resultaba algo grotesco que, tras su fracaso, se encargara la renovaci¨®n a Artur Mas. Pero ahora resulta que se plantean hacer una consulta para decidir si hay que renovar el partido o crear otro nuevo. La ocurrencia hace sospechar que carecen de confianza en s¨ª mismos y que las disputas internas son importantes. ?Es distinto renovar un partido a crear otro nuevo? Lampedusa, en El Gatopardo, lo resolvi¨® de forma m¨¢s inteligente. Converg¨¨ncia no es lo que era, escasea all¨ª materia gris y experiencia pol¨ªtica. Se nota mucho.
Por otro lado, el pacto de investidura entre Junts pel S¨ª y la CUP est¨¢ resultando como era previsible. Ahora la CUP pide algo muy razonable: que se cumpla la Declaraci¨®n independentista aprobada por el Parlament el pasado 9 de noviembre. Es lo normal: para eso est¨¢n los acuerdos. Pero ello entra?a ignorar una sentencia del TC e incurrir posiblemente en un delito de desobediencia. Lo que pide la CUP es coherente, lo irrazonable es lo que firm¨® Converg¨¨ncia.
A los convergentes les empiezan a temblar las piernas: s¨®lo les quedan quince meses para romper con Espa?a y con Europa. Otro grave error: fijar una fecha sin ninguna garant¨ªa. Empiezan a ver que se han metido en un l¨ªo del que no podr¨¢n salirse. Piden ayuda internacional y nadie les hace caso. En Catalu?a comienzan a perder apoyos internos. En Espa?a est¨¢n para otras cosas: v¨¦ase el pacto entre PSOE y C¡¯s. Asomados al vac¨ªo, contemplando su realidad, sienten v¨¦rtigo.
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