Dios da la vida, yo la quito
Otegi convierte la entrevista en 'Salvados' en un ejercicio de providencialismo y de victimismo
Dios da la vida, yo la quito. He aqu¨ª uno de los aforismos m¨¢s despiadados del capo corleon¨¦s Leoluca Bagarella. Y el mensaje impl¨ªcito de Arnaldo Otegi en su entrevista a Jordi ?vole. No ya porque amenazara con volver a ponerse el pasamonta?as si le tocan las pelotas, sino porque sus declaraciones ubicaban al proto-lehendakari en el fiel de la balanza del juicio universal: qui¨¦n debe morir y qui¨¦n no, cu¨¢ndo morir y hasta cu¨¢ndo, por qu¨¦ motivos hacerlo y en qu¨¦ momentos procede indultarnos.
Otegi no se arrepiente ni piensa hacerlo. Es la manera de remarcar su coherencia y de reflejar el relato progresivo del soberanismo. El terrorismo fue doloroso y necesario en la narrativa hacia la libertad, aunque Arnaldo Otegi admit¨ªa que sobraron algunos cad¨¢veres. Los currantes de Hipercor, los ni?os, los humildes, el paseante accidental.
Semejante consideraci¨®n implica que otras v¨ªctimas se lo ten¨ªan merecido por haberse equivocado de calle, de coche o de profesi¨®n. Guardias civiles, ertzainas, polic¨ªas nacionales, jueces, periodistas, pol¨ªticos, forman parte del sacrificio ejemplar que requer¨ªa el sue?o de la independencia vasca. Se lo buscaron por llevar uniforme o por discrepar. Muertos impropios y muertos necesarios, sobrentend¨ªa el mensaje de Otegi, otra vez complacido en el homenaje al lenguaje vengador de Bagarella.
Es la perspectiva delirante desde la que el mes¨ªas abertzale comparaba el dolor que sinti¨® con la muerte de su madre ¡ªrecibi¨® la noticia en prisi¨®n¡ª con el desconsuelo de las v¨ªctimas del terrorismo. Muertos todos, es verdad, por los siglos de los siglos, aunque esta amalgama de duelos y pla?ideras exige recordarle que la muerte natural no equivale a la brutalidad de proporcionarla con un coche bomba.
Ha sido oportuna la entrevista de Jordi ?vole. Que el periodista tuviera una actitud cordial no significa que eludiera las preguntas necesarias. Ni que incurriera en un ejercicio de propaganda. Las respuestas hicieron de Otegi su propio autorretrato. Lo identificaron como un manipulador de las vidas ajenas y de sem¨¢ntica. Desnudaron su descaro victimista. Acaso le falt¨® decir a ?vole: "Si quieres, puedes llamarme Madiba", exagerando como exagera Otegi su condici¨®n de ep¨ªgono de Mandela.
Otegi est¨¢ convencido de que la entrevista es un magn¨ªfico argumento precursor de su campa?a pol¨ªtica. Y que sus convicciones pueden sintonizar con la sensibilidad de muchos votantes. El escarmiento estribar¨ªa en demostrarle que la sociedad vasca abjura de quien se march¨® a la playa el d¨ªa que sus compadres ejecutaron a Miguel ?ngel Blanco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.