El div¨¢n del PP y la sucesi¨®n de Rajoy
Una decena de dirigentes populares coinciden en que al partido solo le une la expectativa de seguir en el poder
La radiograf¨ªa actual del PP combina una cierta sensaci¨®n de falsa paz y unidad ante la posibilidad de mantener el poder tras las elecciones del 26-J, hartazgo ante las cansinas luchas internas entre Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, Dolores de Cospedal y sus equipos, des¨¢nimo por la falta de pulso de un partido despreciado por el Gobierno y sus ministros durante cuatro a?os y expectaci¨®n ante el abierto e incierto futuro para cuando se aborde la sucesi¨®n de Mariano Rajoy. El PP est¨¢ en su propio div¨¢n, con muchos debates pendientes, y una decena de dirigentes del m¨¢ximo nivel coinciden en la radiograf¨ªa: ahora solo les une la opci¨®n de seguir en La Moncloa y despu¨¦s todo puede suceder.
No existe una discusi¨®n seria ahora en el PP sobre la figura de Rajoy como su mejor y ¨²nico cabeza de cartel. Ser¨¢ el candidato, har¨¢ una campa?a similar a la del 20-D, con un punto a¨²n m¨¢s presidencialista y tonos de segunda vuelta para confrontar su estilo y maneras con los de Pedro S¨¢nchez, y todos los asuntos postergados en el partido se afrontar¨¢n seg¨²n el resultado de los comicios. Pero su continuidad al frente del PP no estar¨¢ entonces asegurada ni siquiera aunque vuelva a ganar y su partido pueda seguir en La Moncloa con alguna m¨¢s que probable alianza. Varios dirigentes del PP, miembros todos de la Junta Directiva Nacional que aborda las grandes cuestiones entre congresos, apuntan que si el reparto de esca?os tras el 26-J es muy similar al complejo actual se podr¨¢n producir entonces relevos y cambios en varios de los partidos afectados por las previbles negociaciones. Incluido el PP.
Dirigentes auton¨®micos y nacionales del PP coinciden con algunos de sus hom¨®logos en el PSOE al asegurar que esas dos formaciones s¨ª se ver¨¢n obligadas a hablar y negociar en serio para evitar otra hipot¨¦tica tercera convocatoria electoral.
Mientras tanto, en el PP cunde un grado de des¨¢nimo y malestar mucho mayor al que trasciende. Entre la decena de dirigentes nacionales, auton¨®micos y de distintos parlamentos consultados estos d¨ªas por EL PA?S se asume que ahora no es el momento para provocar ninguna crisis interna pero se concluye tambi¨¦n que el modelo de PP gobernado a su peculiar manera por Rajoy desde 2003 ha llegado a su fin, est¨¢ agotado y hay que revisarlo a fondo pase lo que pase el 26-J.
Lo de poner en entredicho, siempre en privado y con cautela, las formas de dirigir de Rajoy es un eufemismo para no expresar la disconformidad con su m¨¦todo de trabajo. ¡°Rajoy funciona con un sistema que ya no procede: solo ¨¦l toma las grandes decisiones, est¨¢ enterado de todo y lo supervisa todo pero deja que por debajo, en los siguientes niveles de poder, todo el mundo est¨¦ enfrentado entre s¨ª, nadie tenga ni todos los datos ni toda la informaci¨®n¡±, resume uno de sus colaboradores principales en el PP durante a?os.
La proverbial inacci¨®n
Es proverbial la acusaci¨®n contra Rajoy de inacci¨®n, mirar para otro lado cuando afloran los problemas y esperar a que se resuelvan por decantaci¨®n. Preguntado un miembro de su equipo durante a?os por c¨®mo reacciona cuando se le presiona para que act¨²e ante el comportamiento claramente inaceptable de un dirigente del PP respondi¨® asumiendo el papel del presidente popular: ¡°?Pues alguien tendr¨¢ que hacer algo?¡±. Ese procedimiento vali¨® en su d¨ªa para Rodrigo Rato, luego para Luis B¨¢rcenas y ahora para Rita Barber¨¢ o Jos¨¦ Manuel Soria. Les escucha, no anticipa ninguna respuesta y les da la sensaci¨®n de respaldo: ¡°Lo que hagas estar¨¢ bien hecho y yo lo apoyar¨¦¡±. Luego manda a otra persona (Cospedal, Javier Arenas y ahora Fernando Mart¨ªnez Maillo) para que les comunique la baja.
La misma dejada neutralidad ha presidido su arbitraje ante el duelo sin cuartel de estos a?os entre Santamar¨ªa y Cospedal. Hay dos im¨¢genes recientes que retratan esa actitud de no tomar partido. Una se observ¨® en el restaurante La Huerta de Tudela donde tuvo que comer con ambos bandos el d¨ªa del debate de investidura de Pedro S¨¢nchez. Cuando Santamar¨ªa lleg¨® al reservado, Cospedal ya estaba sentada al lado del jefe y la vicepresidenta evit¨® la otra silla vac¨ªa a su lado para ubicarse al otro extremo de la mesa. La otra foto de la divisi¨®n que late entre sus dos mayores lugartenientes se produjo hace dos semanas en una convenci¨®n en Barcelona. Un amigo de Rajoy gallego y hostelero prepar¨® una mariscada en un sal¨®n del hotel donde se agruparon con el presidente Cospedal y los ministros. Santamar¨ªa se qued¨® en la terraza degustando bocadillos con los j¨®venes, modernos y cr¨ªticos vicesecretarios. Rajoy confes¨® a sus ¨ªntimos: ¡°?Ya sab¨¦is, verdad, es que no se soportan?¡±. Y se zamp¨® una cigala.
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