El intercambio de los periodistas dur¨® m¨¢s de tres horas en la frontera siria
Relato de c¨®mo fue liberaci¨®n de Pampliega, L¨®pez y Sastre tras 10 meses secuestrados por Al Qaeda
M¨¢s de tres interminables horas, desde las 17.00 hasta casi las 20.30 hora local, dur¨® el proceso de intercambio de Antonio Pampliega, Jos¨¦ Manuel L¨®pez y ?ngel Sastre, los tres periodistas espa?oles secuestrados hace 10 meses en Siria. Fue en un lugar escarpado de la frontera entre la provincia turca de Hatay (cuya capital es la antigua Antioqu¨ªa helen¨ªstica) y la siria de Alepo. A un lado, los secuestradores del Frente Al Nusra con sus rehenes; al otro, militares turcos y personal del servicio secreto CNI y del Ministerio de Exteriores. En medio, cruzando la tierra de nadie, los intermediarios locales.La escena recuerda a los intercambios de esp¨ªas del Checkpoint Charlie en el Berl¨ªn de la Guerra Fr¨ªa. Con toda la tensi¨®n acumulada y el temor a que un imprevisto lo estropeara todo en el ¨²ltimo momento, a pesar de que hasta el ¨²ltimo detalle estaba acordado desde d¨ªas antes. Sucedi¨® el s¨¢bado por la tarde y los rehenes eran tres periodistas espa?oles en manos del Frente Al Nusra, la filial siria de Al Qaeda, desde el pasado 12 de julio.
Despu¨¦s de comer, los secuestradores condujeron a Pampliega, L¨®pez y Sastre hasta la frontera con Turqu¨ªa, a unos 50 kil¨®metros de la ciudad siria de Alepo, donde fueron capturados 10 meses antes. Aunque durante los tres primeros meses de cautiverio todos estuvieron juntos, Pampliega fue separado luego de sus dos compa?eros y los tres no volvieron a reunirse hasta el pasado s¨¢bado.
Sobre las cinco de la tarde, los yihadistas y sus rehenes se detuvieron en la parte siria de la frontera, mientras al otro lado les esperaban desde horas antes funcionarios espa?oles escoltados por militares turcos. Enmedio, unos 30 metros de tierra de nadie que, bajo la intensa lluvia, recorrieron, en un permanente trasiego, notables locales en el papel de correveidiles.
Lo primero fue comprobar que se trataba, efectivamente, de los tres periodistas y que los secuestradores no intentaban colar gato por liebre. Con ayuda de un tel¨¦fono m¨®vil, los funcionarios espa?oles plantearon a los periodistas preguntas personales transmitidas por sus familiares cuyas respuestas solo ellos pod¨ªan conocer.
Verificadas sus identidades, los reporteros fueron cruzando de uno en uno al lado turco escoltados por los intermediarios. El recelo de los yihadistas, que comprobaban todos los detalles antes de liberarlos, hizo el proceso interminable. Cuando concluy¨®, ya hab¨ªa ca¨ªdo la noche.
Solo entonces, los funcionarios espa?oles comunicaron a Madrid que los periodistas estaban sanos y salvos, ya en un lugar seguro. La vicepresidenta, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, de la que depende el CNI, habl¨® con ellos. Tambi¨¦n pudieron hacerlo con algunos familiares, que no escuchaban sus voces desde diez meses antes. A las 20.36 (una hora m¨¢s en Turqu¨ªa) un teletipo de la agencia oficial Efe hizo p¨²blica su liberaci¨®n.
Lo primero fue resolver los tr¨¢mites burocr¨¢ticos. Los secuestradores se hab¨ªan quedado con los pasaportes de los reporteros, por lo que estaban indocumentados. El jefe de Emergencia Consular, Pablo Guti¨¦rrez Seg¨², habilit¨® salvoconductos.
Qatar, garante del acuerdo con Al Nusra
Nada m¨¢s difundir la liberaci¨®n de los periodistas, el Gobierno espa?ol agradeci¨® la colaboraci¨®n de pa¨ªses aliados y amigos, ¡°principalmente, en la fase final, desde Turqu¨ªa y Qatar¡±. El papel de los turcos, tal como se desarrollaron los hechos, es obvio pero ?el de los catar¨ªes?
Fuentes gubernamentales explican que el emirato ha jugado, ante el Frente Al Nusra, el papel de garante del cumplimiento del pacto con las autoridades espa?olas. Y ello ha sido posible por las buenas relaciones que mantiene con un grupo que est¨¢ catalogado como terrorista, afiliado a Al Qaeda y excluido del alto el fuego en Siria.
Qatar ha sido acusada en m¨²ltiples ocasiones, sobre todo por parte de Ir¨¢n, de armar y financiar a los yihadistas sun¨ªes enfrentados al r¨¦gimen de El Asad, lo que el emirato niega. Pero ello no le ha impedido dar hospitalidad a Ham¨¢s o a los talibanes. Con el aparente benepl¨¢cito de EE?UU, que tiene en el emirato su principal cuartel general en la regi¨®n.
Lo m¨¢s llamativo, con todo, no es que Qatar haya ayudado a Espa?a. Sino que haya querido que se sepa. El agradecimiento del Gobierno se acord¨® con los catar¨ªes.
La comitiva se dirigi¨® al aeropuerto internacional de Hatay, donde ya les esperaba el Falcon 900 de la Fuerza A¨¦rea espa?ola enviado para repatriarlos. De madrugada, el avi¨®n despeg¨® de regreso a la base de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid), a donde lleg¨® sobre las 10 de la ma?ana. A pie de pista les esperaba S¨¢enz de Santamar¨ªa, el director del CNI, F¨¦lix Sanz, y varios parientes y amigos con los que se fundieron en emocionados abrazos.
Bajaron del aparato por su propio pie y, aunque m¨¢s delgados, aparentaban buen estado de salud. Las casi seis horas de viaje las aprovecharon para asearse y afeitarse.
M¨¢s tarde explicaron a Efe que sus secuestradores les hab¨ªan tratado bien y que su comportamiento hab¨ªa sido correcto. Les cambiaron de casa en seis ocasiones, siempre en habit¨¢culos cerrados, aunque en alguna ocasi¨®n pudieron salir a un patio. No saben en qu¨¦ lugar de Siria se encontraban.
Aleccionados por un Im¨¢n
Seg¨²n ha podido saber EL PA?S, los periodistas se alimentaban con la misma comida que sus secuestradores y la mayor parte del tiempo estos iban encapuchados. Salvo un im¨¢n, que intent¨® aleccionarles para que se convirtieran al islam, al parecer sin demasiado ¨¦xito.
Aunque la intensificaci¨®n de los bombardeos rusos y sirios sobre Alepo aument¨® la inquietud de sus familias, los periodistas han explicado que escucharon explosiones lejanas, pero nunca en la zona donde estaban retenidos. Aunque creen que en algunos de los inmuebles que les sirvieron de prisi¨®n hab¨ªa m¨¢s rehenes, no compartieron celda con ellos ni vieron a ninguno.
Uno de los mayores temores no lleg¨® a materializarse: que sus secuestradores los vendieran al Estado Isl¨¢mico, m¨¢s sanguinario si cabe. Para Al Nusra, sus rehenes no eran objeto de propaganda, sino moneda de cambio. Contante y sonante.
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