Unidos Podemos: la cara b de la izquierda
La coalici¨®n es la fuerza pol¨ªtica con m¨¢s votantes j¨®venes, muy mayoritariamente hombres
El ¨²ltimo sondeo de Clima Social de Metroscopia sit¨²a a la coalici¨®n de Podemos con IU como segunda fuerza en el mapa pol¨ªtico espa?ol, con el 23,2% de los votos, a 6,7 puntos del PP y por delante del PSOE (20,2%), pero 1,5 puntos por debajo del resultado de la suma aritm¨¦tica de Podemos e IU-Unidad Popular el 20-D.
Del cu¨¢ntos al qui¨¦nes. Con independencia de que un resultado as¨ª se mantenga hasta el d¨ªa de las elecciones, lo que depender¨¢ de muchos factores, las cosas son mucho m¨¢s complicadas. Del bipartidismo de antes del 20-D ¡ª¡°cara a o cara b de un mismo disco¡±, como rezaba un lema del 15-M¡ª hemos pasado a un doble bipartidismo: uno en el centroderecha, muy desequilibrado a favor del PP; y otro en la izquierda, entre PSOE y Unidos Podemos, este m¨¢s equilibrado. Pero el relativo equilibrio entre Unidos Podemos y PSOE es solo cuantitativo. Cualitativamente las diferencias son esenciales. Podemos es la cara b del disco que configura la actual izquierda espa?ola, cara b que contiene este repertorio: varones, estudiantes y j¨®venes de menos de 34 a?os, electores de mediana edad descontentos o empobrecidos, activos y urbanos.
Una fuerza pol¨ªtica masculina y juvenil. Unidos Podemos es una formaci¨®n en la que, entre sus potenciales votantes, los hombres superan a las mujeres en 14 puntos porcentuales (57% frente a 43%). Aunque en los esquemas te¨®ricos de Podemos se ha puesto de relieve la necesidad de una actuaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s feminizada, lo cierto es que la base de su electorado ¡ªa diferencia de la del PSOE¡ª es notablemente m¨¢s masculina que femenina.
Pero Unidos Podemos es, por encima de cualquier otra caracter¨ªstica, una coalici¨®n de fuerzas con acento joven. Es, con mucho, la que tiene m¨¢s electores j¨®venes (el 35%), con una edad media de 43 a?os: siete por debajo de la del conjunto del electorado y tres, doce y 14 a?os, respectivamente, de la de los electores de Ciudadanos, PSOE y PP. Las fortalezas de Podemos se completan con su positivo perfil diferencial entre los activos (ocupados o parados).
Escorados a la izquierda e ideol¨®gicamente heterog¨¦neos. Si el conjunto del electorado espa?ol se sit¨²a en promedio en el 4,6 ¡ªen una escala ideol¨®gica de 0 a 10 donde 0 ser¨ªa la extrema izquierda y 10 la extrema derecha¡ª, el votante de Podemos se coloca, con 3,3, bastante m¨¢s a la izquierda, aunque con un mesurado alejamiento del centro.
Los electores de Unidos Podemos y sus confluencias presentan una significativa heterogeneidad ideol¨®gica, como si fuera una suerte de crisol donde se funden casi todas las etiquetas cl¨¢sicas de la izquierda: el 31% de los que dicen que votar¨¢n a Unidos Podemos se identifican a s¨ª mismos como socialistas, el 17% como socialdem¨®cratas (juntos se aproximan a la mitad), el 15% como comunistas y el 12% como liberales. Ya en menor medida, el 4% se autoidentifica como radicales de izquierda y el 3% como anarquistas.
Esa heterogeneidad ideol¨®gica contrasta con la homogeneidad de su cultura pol¨ªtica: los electores de Unidos Podemos son, con gran diferencia, los m¨¢s radicales defensores del multipartidismo. Y partidarios, por tanto, de un modelo que prime ¡ªpor encima de la gobernabilidad¡ª el pluralismo en el Parlamento; esa opini¨®n la mantiene un 92% de sus potenciales votantes, frente al exiguo 8% que se inclina por la existencia de dos grandes partidos.
De un liderazgo debilitado a otro m¨¢s coral. En el Clima Social de Metroscopia de enero de 2016 ¡ªel primero tras las elecciones del 20-D¡ª Pablo Iglesias obten¨ªa un saldo evaluativo (diferencia entre quienes aprueban o desaprueban su actuaci¨®n) de -17 en el conjunto de la poblaci¨®n y de +82 entre sus votantes. Cuatro meses despu¨¦s, Iglesias ha descendido 25 puntos porcentuales: al -42 en el conjunto de los espa?oles y al +57 entre sus votantes.
Ciertamente, el desgaste en la percepci¨®n ciudadana ha sido considerable en todos los l¨ªderes al t¨¦rmino de estos meses. Pero el caso del l¨ªder de Podemos, que va remontando sondeo a sondeo el nivel de aprobaci¨®n entre los suyos, tiene rasgos espec¨ªficos. Su declive no se ha producido tanto al final del trayecto ¡ªy como fruto del adverso resultado de los procesos negociadores¡ª sino m¨¢s atr¨¢s, en febrero y marzo de 2016. A Podemos y a su liderazgo les cost¨® adaptarse con ¨¦xito a la obligada parlamentarizaci¨®n de la vida pol¨ªtica en esos dos meses. Pero todo parece indicar que, con independencia de la mejor¨ªa en la percepci¨®n ciudadana partidaria de Iglesias, la marca Unidos Podemos y sus confluencias ha empezado a optar por visualizarse en t¨¦rminos mucho m¨¢s corales, intentando mostrar una imagen plural, renovada e inclusiva.
Con un elevado nivel de movilizaci¨®n ¡ªel 73% de sus potenciales votantes afirma con total seguridad que acudir¨¢ a votar¡ª, la inc¨®gnita por despejar es si Unidos Podemos ser¨¢ capaz de minimizar sus puntos d¨¦biles ¡ªmujeres, mayores e inactivos¡ª compens¨¢ndolos con sus puntos fuertes: estudiantes, j¨®venes, electores de mediana edad y activos. El llamado sorpasso (o adelantamiento) al PSOE va a medir el peso en el resultado final de fortalezas y debilidades, pero no modificar¨¢ de forma sustancial la composici¨®n interna ¡ªclaramente fracturada en dos mitades¡ª de la actual izquierda espa?ola.
A corto plazo puede resultar muy relevante cu¨¢l de las dos fuerzas pol¨ªticas ¡ªPSOE o Unidos Podemos¡ª obtiene el 26-J mayor n¨²mero de votos y esca?os. Pero sea cual sea el resultado, la fractura en dos de la izquierda ¡ªun nuevo disco con cara a y cara b¡ª es generacional, social y territorial. Un dato incontestable para entender y encarar el pr¨®ximo futuro.
Marcos Sanz Ag¨¹ero es analista de Metroscopia.
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