71 a?os de cotizaci¨®n contemplan al se?or Parra

La jubilaci¨®n no es una opci¨®n para el gaditano Francisco Parra pese a tener 86 a?os. Cada ma?ana, desde hace 71 a?os, acude con puntualidad a su puesto de trabajo en unas bodegas de El Puerto de Santa Mar¨ªa. ¡°Soy el trabajador que lleva m¨¢s a?os cotizados en Espa?a. Forma parte de mi vida y, mientras que el cuerpo aguante, aqu¨ª seguir¨¦¡±, reconoce el poseedor de un m¨¦rito en la provincia con la tasa de paro m¨¢s alta de Espa?a. Su ¨²ltimo destino en la empresa es el departamento de contabilidad de las Bodegas Caballero. All¨ª supervisa albaranes mientras recuerda un pasado que se remonta a los a?os 40.

Concretamente, fue en 1947 cuando empez¨® a recorrer el camino que separa su casa de las Bodegas Caballero y que a¨²n hoy hace cada d¨ªa a las 8 de la ma?ana. Recuerda c¨®mo entonces, con sus 17 a?os reci¨¦n cumplidos, el hambre de la posguerra a¨²n acechaba en cada esquina y la Seguridad Social que proteg¨ªa al trabajador era una quimera para muchos. Parra tuvo la suerte de contar con seguro desde el principio ya que antes de comenzar en las bodegas trabajaba en una panader¨ªa ¡°en la que se horneaba el pan y eso ten¨ªa un peligro¡±.

Pero gracias a que su abuela le cos¨ªa a un capataz de Caballero, consigui¨® un trabajo en la empresa, cuando todav¨ªa su famoso ponche ¡°ni ten¨ªa la botella plateada¡±. Empez¨® de aprendiz, luego fue embotellador y pas¨® a ser arrumbador (encargado de sentar las botas y trasegar, cabecear y clarificar los vinos). Todav¨ªa tuvo que pasar un tiempo de tonelero, antes de llegar a las oficinas, donde a¨²n hoy contin¨²a, aunque ya con la jornada reducida a dos horas al d¨ªa, gracias a la jubilaci¨®n parcial a la que se acogi¨® hace un tiempo. ¡°Sigo contribuyendo al Estado, aunque ya algo menos¡±, bromea el octogenario, que dice sentirse ¡°bien, ¨¢gil y con capacidad de seguir trabajando¡±.

La memoria le juega alguna mala pasada, pero los recuerdos esenciales siguen intactos. Tanto, como para ser ¡°una eminencia¡± entre sus compa?eros. De las seis generaciones de la familia Caballero, ¨¦l ya ha conocido a tres. ¡°He visto crecer a los que ahora dirigen la empresa¡±, explica con evidente emoci¨®n. No hay rinc¨®n de las bodegas que no se conozca, ni an¨¦cdota que no apunte. Nunca ha ejercido su derecho a la huelga y solo se dio de baja una vez: ¡°Me operaron de cataratas y estuve sin venir al trabajo cuatro d¨ªas¡±.

Parra, como le conocen sus compa?eros, nunca repar¨® en el car¨¢cter excepcional de su dedicaci¨®n: ¡°Pensaba que hab¨ªa m¨¢s empleados en mi situaci¨®n¡±. ¡°Un d¨ªa me llamaron de la Seguridad Social y me lo dijeron, a lo que yo contest¨¦ ¡®vale, pues muy bien¡±, explica entre risas.

Gustos sencillos

El gaditano es de gustos sencillos. Con los 1.665 euros que recibe de la jubilaci¨®n parcial y los 1.018 de su salario actual en Caballero, el trabajador se conforma con ¡°salir a tomar el caf¨¦ al hogar del jubilado¡± y beber media botella de fino en las comidas. ¡°Pero solo me he emborrachado una vez en mi vida¡±, matiza este portuense ya viudo que vive con uno de sus hijos.

Parra se siente dispuesto a seguir y dice no necesitar palmadas en la espalda en una empresa en la que se siente ¡°querido y valorado¡±. Tan solo tiene una espinita clavada, que reconoce casi entre dientes. Ni una sola instituci¨®n p¨²blica le ha reconocido nunca el m¨¦rito: ¡°Son cosas de pol¨ªticos, yo con seguir trabajando, tengo suficiente¡±. Genio y figura.