Los se?ores turcos de la droga
Los posici¨®n geogr¨¢fica de Turqu¨ªa la convierte en la v¨ªa de entrada en Europa de la hero¨ªna procedente de Afganist¨¢n
Una noche tibia en la costa de Marbella. Un Renault 7 aparcado junto al mar. Al fondo se divisan las luces del Pe?¨®n. Un porrillo. Cuatro amigos. Y a cada calada, mayor sensaci¨®n de libertad. Atr¨¢s queda una cadena perpetua por militancia pol¨ªtica, all¨¢ en Turqu¨ªa. ¡°No quiero volver, no quiero morir en otro pa¨ªs que no sea este¡±. Rauf aspira del canuto y su mirada regresa a aquella noche de inicios de los ochenta. La noche estrellada, la brisa del estrecho. ¡°Espa?a era entonces el para¨ªso. Pod¨ªamos entrar sin visado, y se viv¨ªa mucho mejor que en el norte de Europa. La droga se consegu¨ªa f¨¢cil y la hero¨ªna se vend¨ªa cara¡±. Rauf (que oculta su verdadero nombre) fue uno de los testigos de c¨®mo su compatriota se hizo con el mercado de la hero¨ªna en una Espa?a que se inyectaba en vena los primeros a?os de libertad y democracia.
Fuero los babas (padres o padrinos mafiosos) de esa generaci¨®n, formada por hombres como Urfi ?etinkaya, los integrantes del clan Baybasin o Sedat Sahin, los que ascendieron de las calles del barrio en Turqu¨ªa hasta convertirse en los barones de la droga en Europa. Pero, ?c¨®mo pudieron estos delincuentes que no eran especialmente brillantes y algunos de los cuales apenas sab¨ªan leer y escribir extender de tal manera su reinado?
Autores como Ryan Gingeras consideran que, del mismo modo en que el petr¨®leo forj¨® estados como Arabia Saud¨ª, Ir¨¢n y Azerbaiy¨¢n, ¡°resulta imposible entender la construcci¨®n de la moderna Rep¨²blica de Turqu¨ªa sin tener en cuenta el papel de las fuerzas locales, nacionales y transnacionales relacionadas con los flujos de hero¨ªna que atraviesan Asia Menor¡±. Muchos otros creen esta afirmaci¨®n exagerada, pero no hay duda de que la posici¨®n geogr¨¢fica de Turqu¨ªa, como broche del llamado Creciente de Oro de la producci¨®n de opio (Afganist¨¢n, Pakist¨¢n e Ir¨¢n) y enlace con el mercado europeo, ha jugado un papel trascendental.
En un d¨ªa se incauta lo que en Espa?a en un a?o
Desde las audaces operaciones de los noventa, como el env¨ªo del buque Kismetim-1 cargado con 3,1 toneladas de base de morfina y el Lucky-S, con 2,5 toneladas de morfina y otras 11 de hach¨ªs, las t¨¢cticas de los turcos se han vuelto m¨¢s prudentes, ramificando sus rutas de entrada a Europa, especialmente desde que en 2013 la hero¨ªna volvi¨® a fluir a tutipl¨¦n desde Afganist¨¢n para una Europa que cada vez se puede permitir menos drogas de dise?o. A pesar de lo cual, las incautaciones dan cuenta de la magnitud que ha vuelto a adquirir el narcotr¨¢fico: este viernes se decomisaron 308 kilos en la capital, Ankara, y 152 en Van, provincia fronteriza con Ir¨¢n.
M¨¢s en un d¨ªa que Espa?a en todo un a?o. ¡°Pongamos que, cada a?o, entran 100 toneladas de hero¨ªna, morfina u opio en Turqu¨ªa ¡ªexplica un miembro de las fuerzas de seguridad¡ª. Unas 5 ¨® 10 las incauta la polic¨ªa. Otras 5 se env¨ªan en barco a Ucrania, otras pasan a trav¨¦s de Bulgaria, otras por Grecia y desde ah¨ª se hacen env¨ªos m¨¢s peque?os, algunos precedidos de veh¨ªculos con alijos menores para que la polic¨ªa los detenga a ellos y no a la carga superior¡±.
Algunos chivatazos logran capturas mayores como el que se rumorea que estuvo tras el decomiso de un total de 2,5 toneladas en tres alijos hallados en Atenas y la frontera greco-turca durante el verano de 2015. La hero¨ªna, se sospecha, pertenec¨ªa a una operaci¨®n conjunta entre el mafioso holand¨¦s Dino Soerel y el propio ?etinkaya y se cree que quien dio la voz de alarma fue el traficante Ali Ekber Akg¨¹n, disidente de la organizaci¨®n del primero y acogido por el clan turco de los Sahin. Este hecho motiv¨® un ajuste de cuentas entre diversas bandas turcas y kurdas que en los ¨²ltimos dos a?os han dejado un reguero de al menos una docena de asesinatos a lo largo y ancho del globo: Panam¨¢, M¨¢laga, ?msterdam, Estambul¡
Es la muestra que desde su silla de ruedas, ¡°El Paral¨ªtico¡± ?etinkaya ha seguido rigiendo su imperio (aunque algunas fuentes apuntan a que est¨¢ muriendo y que se prepara su sucesi¨®n) como tambi¨¦n han seguido haciendo otros narcos turcos que, curiosamente, han dado de igual forma con sus huesos en una silla de ruedas: Abdullah Baybasin, Cemal Nayir o Cumhur Yakut.
En 1970 dos cuestiones tra¨ªan de cabeza a los diplom¨¢ticos estadounidenses en Estambul y Ankara, seg¨²n se desprende de los cables que enviaban al Departamento de Estado. Una eran los hippies, con Turqu¨ªa como una de las primeras paradas del viaje que les llevaban al interior de Asia. La otra era la producci¨®n de opi¨¢ceos, pues el presidente Richard Nixon estaba convencido de que la mayor parte de la hero¨ªna que se consum¨ªa dentro de EEUU y por parte de sus soldados en Vietnam era de origen turco. En Anatolia, el cultivo de adormidera, iniciado durante el siglo XIX, alcanz¨® tal importancia que incluso una de sus provincias se llama ¡°Opio¡± (Afyon, en turco) y a¨²n hoy la pasta que se extrae de sus bulbos, el hashas, se utiliza para la elaboraci¨®n de dulces.
El Gobierno turco regulaba la producci¨®n, destinada al sector farmac¨¦utico, pero a menudo los agricultores colocaban sus excedentes en el mercado negro, entonces controlado por el grupo de traficantes marselleses y corsos de la French Connection. Sin embargo, un a?o m¨¢s tarde, en 1971, los militares turcos daban uno de sus habituales golpes de estado, cosa que aprovech¨® Washington ¡ªsiempre en buena sinton¨ªa con los generales del pa¨ªs euroasi¨¢tico¡ª para convencer al nuevo Gobierno de Ankara de que decretase la prohibici¨®n total del cultivo de adormidera. Esta decisi¨®n supuso el inicio del fin para la mafia gala de la hero¨ªna, que se vio privada de suministros, y el inicio del auge de la turca.
En esa d¨¦cada, Urfi ?etinkaya fue uno de los millones de turcos que abandonaron el mundo rural de Anatolia para emigrar a Estambul en pos del mito que aseguraba que sus calles estaban cubiertas de oro. La mayor¨ªa se dio de bruces con la realidad de una ciudad hostil. Pero ¨¦l, en los bajos fondos de los barrios de Taksim y Aksaray, se las arregl¨® para hacer fortuna con las loter¨ªas ilegales y el contrabando de cigarrillos y armas.
Hero¨ªna a cambio de armas
Turqu¨ªa se desangraba mientras los grupos de izquierda y de derecha se tiroteaban por las calles en un clima creciente de violencia. Perfecto para hacer negocios. ¡°Seg¨²n nuestra informaci¨®n, las drogas salen de nuestro pa¨ªs y, en su lugar, entran armas. Pero el contrabando es un tema tab¨² dado que sabemos que algunos mandos militares y de aduanas est¨¢n involucrados¡±, indica un informe de los servicios secretos turcos de la ¨¦poca.
A inicios de 1981, el hotel Vitosha de Sof¨ªa (Bulgaria) fue escenario de la reuni¨®n de algunos de los m¨¢s importantes capos turcos, liderados por ¡°Oflu¡± Ismail Hacis¨¹leymanoglu, y representantes de familias italianas, albanesas y sirias, con la aparente intenci¨®n de repartirse el terreno de juego en Europa.
El opio flu¨ªa en cantidades cada vez mayores desde Afganist¨¢n para financiar la guerra de los muyahidines contra el gobierno prosovi¨¦tico de Kabul y, s¨®lo unos meses antes, la bota de los militares se hab¨ªa impuesto nuevamente en Turqu¨ªa, enviando al exilio a miles de militantes de la ultraderecha y de las diversas izquierdas. Muchos de ellos eran expertos en el manejo de armas y algunos terminaron por reciclarse en el crimen organizado. Primero fue el cobro del impuesto revolucionario en nombre de los grupos pol¨ªticos a los que pertenec¨ªan, luego se pas¨® a extorsionar a otros miembros de su comunidad ¡ªun estudio de la organizaci¨®n Halkevi en 2002 revel¨® que el 65 % de los negocios el noreste de Londres pagaban a diversas bandas de kurdos y turcos en concepto de ¡°protecci¨®n¡±¡ª y se termin¨® en el lucrativo negocio de la hero¨ªna.
Aquellos que hab¨ªan pertenecido a grupos ultraderechistas como los Lobos Grises lo tuvieron m¨¢s f¨¢cil, pues aunque sobre sus espaldas pesaban numerosos cr¨ªmenes, los militares turcos no olvidaban la labor prestada a la patria en su lucha contra el comunismo. ¡°La polic¨ªa hac¨ªa la vista gorda porque sab¨ªa que ¨¦ramos Lobos Grises, que ayud¨¢bamos a Turqu¨ªa¡±, reconoce un antiguo pistolero.
G¨¢ngsters con gobernantes
As¨ª, algunos obtuvieron su particular patente de corso para iniciarse en el tr¨¢fico de estupefacientes. Un caso paradigm¨¢tico es el de Abdullah ?atli, alias ¡°el Jefe¡±, dirigente de la ultraderecha y colaborador de Ali Agca ¨Cel terrorista turco que intent¨® asesinar al Papa Juan Pablo II-. Residi¨® en varios pa¨ªses europeos, donde se le encarg¨® el asesinato de diversos miembros del grupo armado kurdo PKK y de la organizaci¨®n armenia ASALA. A cambio se le pagaba en hero¨ªna y pasaportes diplom¨¢ticos.
Tras penar en c¨¢rceles de Suiza y Francia acusaciones de narcotr¨¢fico, el nombre de ?atli reapareci¨® en los telediarios en noviembre de 1996: hab¨ªa fallecido en Turqu¨ªa al chocar el veh¨ªculo en el que viajaba acompa?ado por un subinspector de polic¨ªa y un diputado del partido gobernante, el centroderechista DYP. El esc¨¢ndalo de Susurluk, como se llam¨® a estos hechos, ¡°sirvi¨® para sacar a la luz que ciertas personas infiltradas en el Estado se serv¨ªan de m¨¦todos extraoficiales e ilegales para defender sus intereses¡±, explica el exministro Fikri Saglar, uno de los diputados que dirigi¨® la comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria sobre el caso.
Las relaciones llegaron a ser tan espurias que un eminente diputado como el islamista Halit Kahraman fue detenido por la polic¨ªa alemana y el senador nacionalista Kudret Bayhan por la alemana, ambos cargados de morfina y hero¨ªna. Incluso un tribunal alem¨¢n acus¨® en 1997 a la viceprimer ministro turca, Tansu ?iller, de estar implicada en el narcotr¨¢fico.
¡°El primer ministro Mesut Yilmaz dec¨ªa que la polic¨ªa turca era la m¨¢s eficaz del mundo pues en Turqu¨ªa se efectuaba el 34 % de las incautaciones de hero¨ªna de todo el mundo ¨Crelata Saglar-. Pero eso s¨®lo da una idea de la dimensi¨®n del problema. En 1996 decomisamos 25 toneladas de hero¨ªna, pero se cree que en total pasaron por Turqu¨ªa 500 toneladas¡±.
La excusa de la cooperaci¨®n entre el Estado turco y organizaciones criminales era que esos g¨¢ngster vinculados en muchos casos a la ultraderecha ayudaban en el conflicto contra los kurdos. Pero la guerrilla kurda tampoco se quedaba corta en su utilizaci¨®n de la droga, apoy¨¢ndose para ello en mafiosos como Beh?et Cant¨¹rk o H¨¹seyin Baybasin. Ambos nacieron en Lice, una localidad de gestos adustos que es tambi¨¦n uno de los principales centros de cultivo de marihuana en Turqu¨ªa y el lugar donde fue fundado el Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n (PKK), la organizaci¨®n armada del nacionalismo kurdo en Turqu¨ªa.
Los contactos con el PKK ¡ªorganizaci¨®n a la que el propio Baybasin reconoci¨® financiar¡ª y de este grupo con ASALA le dieron acceso a grupos armenios que controlaban importantes puntos de acceso de la droga a Turqu¨ªa a trav¨¦s de Siria, Azerbaiy¨¢n e Ir¨¢n, as¨ª como a la distribuci¨®n en ciudades de Francia, B¨¦lgica, Holanda, Alemania e Inglaterra, donde las di¨¢sporas kurda y armenia tienen fuerte presencia. En este ¨²ltimo pa¨ªs, Baybasin lleg¨® a ser conocido como ¡°el Emperador¡± y, seg¨²n la polic¨ªa brit¨¢nica, a finales de los 1990 controlaba el 90 % de la hero¨ªna que se distribu¨ªa en el Reino Unido.
Al calor de la guerra sucia y la corrupci¨®n imperante durante los noventa en Turqu¨ªa, todas las fronteras y l¨ªmites se desdibujaron. ¡°Incluso la mafia rusa decidi¨® en 1992 que la v¨ªa de entrada de la hero¨ªna fuese Turqu¨ªa antes que Rusia, pues el conflicto con el PKK (en la zona suroriental del pa¨ªs, fronteriza con Ir¨¢n) facilitaba su llegada a Europa¡±, sostiene Saglar: ¡°Pese a que en esa zona reg¨ªa el estado de excepci¨®n, los camiones de la droga pasaban sin ser molestados y eran protegidos al mismo tiempo por oficiales del Ej¨¦rcito y militantes del PKK¡±.
La leyenda de "El Paral¨ªtico"
El propio Urfi ?etinkaya, quien en el reparto de las mafias se hizo con el control de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, se apoyaba en los clanes kurdos en Europa a la vez que en su pa¨ªs posaba orgulloso junto a un general del Ej¨¦rcito y al diputado Kamer Gen?, del partido socialdem¨®crata SHP, como muestra una foto de la ¨¦poca. Quiz¨¢s ah¨ª radica la respuesta a la pregunta que el ministro del Interior espa?ol, Jaime Mayor Oreja, se hac¨ªa en el a?o 2000: ¡°?Pero este hombre vive en la legalidad?¡±. El baba turco, apodado ¡°El Paral¨ªtico¡± desde que una bala lo postrase en una silla de rueda en 1988, escap¨® a la Justicia espa?ola pese a haber sido detenido in fraganti hasta en cuatro ocasiones. Sobrevivi¨® al juego del perro y el gato con la polic¨ªa espa?ola y a la vida de pistolas sin licencia, putas y bares de copas desde los que se compraban y vend¨ªan los cargamentos sin tocar la droga o se lavaba el dinero en pisos adquiridos en La Manga del Mar Menor.
Fue el propio ?etinkaya ¡ªaseguran en su entorno¡ª el que en 1995 orden¨® matar en Madrid a Ekrem Turmus, del que sospechaba pese a ser su primo carnal: durante cuatro d¨ªas sus hombres lo torturaron y desgajaron poco a poco sus extremidades, para despu¨¦s quemar su cad¨¢ver y d¨¢rselo de comer a los perros en un vertedero de Valdeming¨®mez.
A su vuelta a Turqu¨ªa, a finales de los noventa, ?etinkaya se preciaba: ¡°En Espa?a me conocen tanto como conocen al Rey¡±. Los turcos lo detuvieron en 1999 y nuevamente en 2000, y la Fiscal¨ªa lleg¨® a pedir por ¨¦l 420 a?os de c¨¢rcel, pero supo esquivar a la Justicia cuando le conven¨ªa y desaparecer cada vez que lo buscaban. Todav¨ªa, logr¨® que el Estado turco le pagase 10.000 euros por haber violado sus derechos durante un juicio.
Rauf da otra calada a su porro. Aunque ¨¦l, asegura, no se involucr¨® en el narcotr¨¢fico de los turcos en Espa?a, s¨ª que movi¨® por los mismos bajos fondos y finalmente tuvo que regresar a Turqu¨ªa. Ahora vive en un barrio humilde de Estambul, una casa vieja que huele a sue?os rotos y a promesas incumplidas. Otros, cuyos negocios de la droga a¨²n siguen sembrando las calles de cad¨¢veres, viven en lujosos chalets. Algunos incluso se han dejado respetables barbas de hombres devotos ¡ªen sinton¨ªa con los tiempos pol¨ªticos que corren en Turqu¨ªa¡ª y cuando mueren miles de personas acuden a sus funerales, presididos por representantes pol¨ªticos y empresariales. Sus vecinos, entre los que reparten dinero y para los que construyen colegios, les profesan respeto y el poder les teme, pues sus palabras pueden segar carreras. Como siempre, los nombres de los generales son los que adornan las avenidas de la historia. Los soldados, en cambio, abonan an¨®nimos y silenciosos las cunetas.
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