Imaginar el presente a trav¨¦s del pasado
Envejecer es ineludible pero, ?lo es tambi¨¦n volverse paulatinamente conservador?
"Es absurdo pensar que el pa¨ªs puede seguir soportando una pol¨ªtica cuyos ¨²nicos resultados son el mantenimiento de estructuras de poder -econ¨®mico, pol¨ªtico y social- caducas a costa de desempleo, de reducciones salariales y de una pol¨ªtica presupuestaria regresiva". Despu¨¦s del enunciado, la pregunta: ?Votar¨ªa usted en las pr¨®ximas elecciones a un partido que describiera as¨ª la situaci¨®n actual de Espa?a? Si su respuesta es no, es probable que tenga m¨¢s de 55 a?os y que, en realidad, en alg¨²n momento haya podido estar de acuerdo con esta idea.
Estas palabras ni son recientes ni han sido pronunciadas por ning¨²n l¨ªder pol¨ªtico en el ¨²ltimo a?o, aunque puedan encontrarse analog¨ªas. Corresponden al pre¨¢mbulo del programa electoral del PSOE en el a?o 1982 titulado Por el cambio. El denominado reformismo radical propugnado por los socialistas de cara a uno de los comicios m¨¢s importantes de la historia de Espa?a, supuso un ¨¦xito rotundo (10 millones de votos y 202 esca?os) y el inicio de catorce a?os de gobierno socialista que alteraron el curso del pa¨ªs. Pero si usted tiene entre 18 y 34 a?os no solo es probable que hubiese contribuido a la victoria socialista, sino que habr¨ªa hecho tambi¨¦n suyo el eslogan "el futuro es nuestro" que Felipe Gonz¨¢lez pronunci¨® en el multitudinario cierre de campa?a en la Ciudad Universitaria de Madrid.
La paradoja es que, hoy por hoy, la mayor¨ªa de la gente joven no solo no parece que vaya a depositar la papeleta del PSOE el pr¨®ximo 26-J, sino que sus votos no tendr¨¢n ni siquiera el mismo peso de entonces. Cabe recordar que casi la mitad (el 47%) de los j¨®venes espa?oles votaron al PSOE en 1982, seg¨²n el CIS de la ¨¦poca, y hoy esa cifra es tan solo del 12%, de acuerdo al sondeo preelectoral de Metroscopia publicado ayer. Pero el progresivo e incisivo envejecimiento de la poblaci¨®n espa?ola ha dado como resultado que las personas mayores con derecho a voto en las pr¨®ximas elecciones son el doble que las personas j¨®venes. En comparaci¨®n con la Espa?a de los 80, seg¨²n el INE, los electores que tienen m¨¢s de 54 a?os han pasado de suponer el 30,3% en 1981 al 40,1% en 2016, mientras los de 18 a 34 a?os han descendido del 35,4% al 21,5%. Esta inversi¨®n demogr¨¢fica tiene, por tanto, un impacto pol¨ªtico evidente dada la extraordinaria brecha generacional del voto que existe en la actualidad. As¨ª, Unidos Podemos y Ciudadanos dar¨ªan un claro sorpasso al bipartidismo entre la gente joven -que son y votan menos- y tanto PSOE como, sobre todo, PP mantendr¨ªan su dominio entre la gente mayor -que son y votan m¨¢s-.
Para tener una idea m¨¢s clara de los efectos que el cambio demogr¨¢fico y la brecha generacional pueden tener en el resultado de las pr¨®ximas elecciones, propongo un juego: imaginar el presente a trav¨¦s del pasado. Si el proceso de transformaci¨®n del sistema de partidos actual tuviera lugar en una sociedad m¨¢s joven como la de los 80, ?qu¨¦ resultado cabr¨ªa simular para el 26-J? Utilizando exactamente los mismos criterios de Metroscopia para la estimaci¨®n electoral publicada ayer, Unidos Podemos ser¨ªa la primera fuerza con el 28,5% de los votos, le seguir¨ªa el PP con el 26,1%, el PSOE ser¨ªa tercero con el 18,5% y, muy cerca de este, Ciudadanos con el 17,9%.
Esta alteraci¨®n poblacional es inveros¨ªmil, pero el resultado que de ella se extrae guarda una l¨®gica: los partidos nuevos ascender¨ªan y los tradicionales descender¨ªan. Pero, al mismo tiempo, las relativamente peque?as diferencias num¨¦ricas entre un resultado ficticio como este y el real estimado por Metroscopia (PP, 28,9%; Unidos Podemos, 25,4%; PSOE, 20,8%; Ciudadanos, 15,9%) transformar¨ªan por completo la escena pol¨ªtica espa?ola. El modelo cuatripartidista ser¨ªa tremendamente similar, pero las posiciones de los partidos podr¨ªan cambiar por completo el tablero de negociaciones poselectorales.
En definitiva, este ejercicio puede servir para ejemplificar c¨®mo la voluntad de cambio suele disponer de un fuerte acento joven, mientras que la voluntad de mantener el statu quo es algo que parece ir gan¨¢ndose con el paso de los a?os. El psicoanalista Erik Erikson en su libro Identidad, Juventud y Crisis reconoc¨ªa que generaci¨®n tras generaci¨®n los adultos, en calidad de espectadores privilegiados, acostumbran a plantar su mirada sobre la gente joven con ciertos tintes paternalistas al afirmar, como si se tratara de algo nuevo y cierto, que la juventud de hoy no es la de hace 20 o 30 a?os. El manido t¨®pico todo pasado siempre fue mejor simboliza una recurrente ceguera que, en ocasiones, impide afrontar en toda su complejidad los cambios que se producen.
Envejecer es un proceso vital ineludible pero, ?lo es tambi¨¦n volverse paulatinamente conservador? Evidentemente, no se trata de una relaci¨®n lineal, pero algo se intuye. Como en aquella memorable escena de Adivina qui¨¦n viene esta noche, las humildes y desoladas palabras de la se?ora Prentice (Beah Richards) dirigidas al se?or Drayton (Spencer Tracy) marcan un antes y un despu¨¦s en la historia, que podr¨ªa resumirse as¨ª: ?Por qu¨¦ los hombres cuando envejecen olvidan que una vez fueron j¨®venes? Si lo recordaran, ?continuar¨ªan ofusc¨¢ndose en negar la pasi¨®n que acompa?a el imaginar un estado diferente de las cosas?
Francisco Camas es analista de Metroscopia.
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