La trampa de la corrupci¨®n
Espa?a es un claro ejemplo de pa¨ªs que parece ser bastante inmune a cualquier medida anticorrupci¨®n
Reducir la corrupci¨®n no es tan sencillo. De hecho, son pocos los pa¨ªses que logran pasar de altos a bajos niveles de corrupci¨®n. Espa?a es un claro ejemplo de pa¨ªs que parece ser bastante inmune a cualquier medida que tenga por objeto reducir los niveles de corrupci¨®n. Esta resistencia puede ser debida a que las medidas no van en la direcci¨®n adecuada. Pero puede ser tambi¨¦n que nos encontremos metidos en una situaci¨®n que podr¨ªamos definir como una ¡°trampa de corrupci¨®n¡±.
Una trampa de corrupci¨®n tendr¨ªa un efecto similar a la trampa de liquidez en econom¨ªa: por m¨¢s que las autoridades monetarias aumenten la liquidez, los agentes econ¨®micos no responden a esos impulsos y la econom¨ªa no abandona la recesi¨®n. Para salir de esa trampa hay que actuar con otros instrumentos. Lo mismo podr¨ªa estar ocurriendo con la corrupci¨®n: a pesar de que aumenten las medidas, la corrupci¨®n no disminuye. ?Por qu¨¦?
Una explicaci¨®n posible tiene que ver con las expectativas de los pol¨ªticos: si los dem¨¢s pol¨ªticos son honrados, el pol¨ªtico corrupto asume un gran riesgo. Pero si todos los dem¨¢s son corruptos, el honesto queda marginado. Si la corrupci¨®n est¨¢ muy extendida, los votantes no encuentran pol¨ªticos limpios a los que votar, lo que incentiva a los corruptos a seguir si¨¦ndolo. El resultado es que los votantes se volver¨¢n tolerantes con la corrupci¨®n y esta no disminuir¨¢. Y as¨ª entramos de lleno en una trampa de corrupci¨®n.
La entrada de nuevos partidos puede resultar fundamental para que los votantes perciban que hay alternativas y que se puede salir de la trampa de la corrupci¨®n. Es lo que ha pasado en Espa?a desde las pasadas elecciones auton¨®micas y tras el 20-D, con la presi¨®n ejercida por Ciudadanos y Podemos sobre el PSOE, sin olvidar tampoco el papel jugado por UPyD en su momento.
Si bien salir de una trampa de la corrupci¨®n es dif¨ªcil, no es algo imposible. En la misma medida que el creer que ¡°todos son corruptos¡± nos lleva a ser m¨¢s negligentes como pol¨ªticos, y m¨¢s tolerantes como votantes, la creencia contraria nos llevar¨ªa a un c¨ªrculo virtuoso por el cual bajos niveles de corrupci¨®n ser¨ªan sostenibles en el tiempo. No podemos olvidar sin embargo que todo esto pasa por contar con un sistema que no permita la creaci¨®n de tramas corruptas, pero para que eso ocurra es necesario que aquellos que definen las reglas del juego tengan incentivos para acabar con la corrupci¨®n. Con lo que volvemos al principio.
Elena Costas es analista de Politikon.
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