Cuenta la edad
Al entrar de la calle a los despachos, los que fueron aupados hasta las instituciones cambiaron radicalmente el discurso
En realidad, siempre ha contado, desde los tiempos de Su¨¢rez, pasando por los de Gonz¨¢lez, Aznar y Zapatero, todos entre 40 y 44 a?os al llegar a la presidencia del Gobierno. As¨ª que lo decisivo para entender esto que nos est¨¢ ocurriendo no es tanto la brecha generacional como la experiencia por la que una nueva generaci¨®n despert¨® a la conciencia pol¨ªtica, no como servidores del Estado, ni militantes de partidos organizados, sino al aire libre, en las calles y plazas llenas de sol de primavera.
All¨ª acampados, la condena radical de la forma-partido como actor principal de la pol¨ªtica vino acompa?ada de una exaltaci¨®n de las formas comunitarias, fluidas, reticulares, con el acento puesto en la identidad colectiva, todo enmarcado en lemas simples y contundentes, que apuntaban al rechazo en bloque de un mundo m¨¢s que a un compromiso por su reforma. Esta destrucci¨®n discursiva del pasado dej¨® por completo libre la palabra de manera que fue posible a un grupo de profesores construir un discurso dicot¨®mico de una simple claridad, movilizador de gente en la calle, para un tiempo de crisis institucional.
Naturalmente, al entrar de la calle a los despachos, los que fueron aupados hasta las instituciones por aquel movimiento cambiaron radicalmente el discurso y lo que ayer fue objeto de una inapelable damnatio memoriae ¡ªr¨¦gimen del 78, socialdemocracia¡ª hoy se presenta como meta a conquistar: nadie pudo imaginar que lo denostado ayer por viejo y perdedor, lo denunciado por traidor, se haya convertido hoy en lo que podr¨ªa definirse como su muy aireado objeto de deseo: presidir el Gobierno del r¨¦gimen.
?C¨®mo fue posible? Pues que, con el poder en la mano, comenzaron a pensar ¡°en t¨¦rminos puramente electorales¡±, como dec¨ªa de ellos Alberto Garz¨®n hasta ser engullido ¨¦l mismo por la marea. Y as¨ª, maestros en el arte de las construcciones discursivas, los l¨ªderes de la nueva generaci¨®n, despu¨¦s de adoptar la forma-partido, han comenzado a hablar el lenguaje socialdem¨®crata de la vieja sin perder ni un solo voto de quienes creyeron que una nueva aurora apuntaba en el horizonte, al tiempo que ganaban intenciones de voto entre quienes han rebasado cumplidamente la mitad del camino de la vida.
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