Un hogar contra la homofobia

Hay gais, como Karim (nombre ficticio), que hasta que llegaron a Madrid no hab¨ªan visto nunca a dos hombres de la mano. En el pueblecito del Magreb de donde procede, semejante ¡°ostentaci¨®n¡± podr¨ªa costarle la c¨¢rcel. Pero no hay que irse tan lejos para comprobar la discriminaci¨®n, latente o sin disimulo, por orientaci¨®n sexual o identidad de g¨¦nero. No muy lejos del barrio madrile?o de Chueca, epicentro de la fiesta del Orgullo Gay, de los arco¨ªris que engalanan los balcones, del ambiente festivo, cinco homosexuales rehacen sus vidas en el primer, y de momento ¨²nico, hogar para v¨ªctimas de la homofobia que hay en Espa?a. La ubicaci¨®n exacta del piso, gestionado por la Fundaci¨®n Eddy, es confidencial por razones de seguridad.

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El objetivo del proyecto es atender a los j¨®venes LGTBI (lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales), todos mayores de edad, v¨ªctimas de la violencia y la exclusi¨®n social. ¡°No hemos inventado nada, este modelo existe en Estados Unidos, Israel, Reino Unido, Francia, Australia... Hablamos de sociedades civilizadas donde aparentemente existen unos derechos civiles, donde hay una legislaci¨®n, pero tambi¨¦n una cruda realidad: un rechazo familiar que aboca a la exclusi¨®n social. Como en el caso de Espa?a, avances como la aprobaci¨®n del matrimonio homosexual hace ya 11 a?os, no han erradicado la homofobia, y mucho menos la familiar¡±, explica Manuel R¨®denas, director de la fundaci¨®n y abogado especialista en temas LGTBI.

Daniel Escobar, universitario de 18 a?os, entr¨® el primero en la casa, el 25 de abril. Es el ¨²nico que no oculta su nombre. ¡°Ni mi padre ni mi madre saben d¨®nde estoy ni c¨®mo estoy. No quiero que vuelvan a invadir y a pisotear mi intimidad¡±, explica. Contando a Daniel, ahora son cinco inquilinos, m¨¢s el responsable del hogar. Las dos plazas que quedan libres ya est¨¢n reservadas para personas a las que deriva all¨ª un trabajador social externo que acredita que se adaptar¨¢n al perfil del hogar. ¡°Cada uno venimos de n¨²cleos familiares distintos, tenemos nuestros demonios, de ah¨ª que se le conceda much¨ªsima importancia a la convivencia¡±, a?ade Escobar. Para facilitarla colaboran por parejas en la cocina o en las tareas de limpieza.

Si Escobar es el veterano, Paco, de 21 a?os, es, hasta la fecha, el ¨²ltimo en llegar. ¡°No tengo lazos con mi familia, es el t¨ªpico caso de familia desestructurada¡±, se presenta. Cuando cumpli¨® los 18 a?os se fue de casa y desde entonces no ha parado, sin rumbo fijo.

¡°Todos los gastos de la casa est¨¢n cubiertos, desde el alquiler a la luz, pero la idea no es albergarles y ya est¨¢. El objetivo es que se formen, busquen un empleo, que se desarrollen como personas. Para ello cuentan con apoyo psicol¨®gico, se cuidan mucho las actividades culturales y tareas en com¨²n, interviene R¨®denas. ¡°Aqu¨ª aprenden a organizarse, a trabajar en equipo, a ver que no est¨¢n aislados, que pueden vivir con otra gente sin problema alguno¡±, resume.

¡°Intentamos que las actividades que se hagan tengan fines pedag¨®gicos, como los huertos ecol¨®gicos¡±, expone Jos¨¦, un latinoamericano de 33 a?os que se despidi¨® de su pa¨ªs ¡°harto del ambiente machista y agresivo¡±. Desde abril es el responsable del hogar. ¡°La gente viene muy da?ada, nadie entra aqu¨ª de la noche a la ma?ana... Implica que han roto con la familia, lo ¨²nico que han conocido¡±, recalca.

La visita del escritor ?douard Louis provoca un peque?o terremoto en el hogar. Es el autor de Para acabar con Eddy Bellegueule (Salamandra), el libro m¨¢s le¨ªdo de la casa y que da nombre a la fundaci¨®n. Su protagonista, un homosexual de 16 a?os, huye de casa y empieza de cero. ¡°Cuando publiqu¨¦ el libro recib¨ª montones de cartas de personas de Espa?a que me contaban que hab¨ªan tenido la misma infancia de dominaci¨®n, de insultos, de violencia. En definitiva, de silencio... Por eso adquiere tanta importancia la apertura de este hogar. Me emociona que se ofrezca la posibilidad de reinventarse y empezar de nuevo¡±.