¡°No creo posible la falsificaci¨®n burda de la historia de ETA¡±
El catedr¨¢tico em¨¦rito de la Complutense se refiere al futuro de una Euskadi sin ETA
Juan Pablo Fusi Aizpurua (San Sebasti¨¢n, 1945) es un referente indiscutible de la historiograf¨ªa espa?ola. Formado en Oxford, director del Centro de Estudios Ib¨¦ricos del Saint Anthony College, catedr¨¢tico em¨¦rito de la Complutense, director de la Biblioteca Nacional y de la Fundaci¨®n Ortega y Gasset y autor de numerosas obras ha participado en El Escorial en un debate sobre ¡°propuestas de futuro en una Euskadi sin ETA¡± en el marco de la universidad de verano junto con el director de EL PA?S, Antonio Ca?o, y el veterano periodista vasco Mariano Ferrer. El relato de los a?os de plomo del terrorismo etarra fue una de las cuestiones centrales sobre las que Fusi profundiza.
Pregunta. Algunos pol¨ªticos y asociaciones de v¨ªctimas temen que la historia que se escriba sobre el terrorismo etarra sea la de un conflicto pol¨ªtico contra un Estado opresor. ?Lo cree posible?
Respuesta. Creo que no es posible una falsificaci¨®n tan burda de lo ocurrido. En El Escorial habl¨¦ de la necesidad de una historizaci¨®n plena de ETA desde la insobornabilidad acad¨¦mica que ya est¨¢ en marcha. Se han publicado muchas cosas excelentes sobre ETA que van a permanecer. Historizar ETA plantea cuestiones emp¨ªricas de las que conocemos much¨ªsimo como acontecimientos, liderazgo, fases, estrategias, divisiones y la respuesta del Estado. Todo acontecimiento duro lleva a interpretaciones distintas, pero con el tiempo tendr¨¢n un m¨ªnimo fundamento conceptual.
P. ?Cu¨¢l puede ser ese m¨ªnimo?
R. Puede haber un acuerdo amplio en que ETA ha constituido el mayor problema de la Transici¨®n y que en ella hay una anteposici¨®n de la idea de liberaci¨®n nacional a los derechos del individuo, al di¨¢logo y a los valores de solidaridad. ETA y su entorno se han impregnado de unas deficiencias morales que deben ser objeto de reflexi¨®n y rectificaci¨®n. Tambi¨¦n se puede acordar que ETA no fue tanto una respuesta a la dictadura como una redefinici¨®n del nacionalismo como movimiento de liberaci¨®n nacional en boga con la descolonizaci¨®n de los a?os sesenta. E incluso como reacci¨®n generacional del nacionalismo ante la amenaza del desarrollismo a la identidad vasca y su rechazo a que la autonom¨ªa fuera la respuesta adecuada al problema vasco. Aunque requiere m¨¢s sutileza, podr¨ªa haber acuerdo en la respuesta del Estado, sus errores, la guerra sucia o las negociaciones.
P. Los j¨®venes saben poco de ETA. ?Hemos hecho algo mal?
R. Ser¨ªa lamentable el olvido, pero no lo hemos hecho mal. No se puede exigir m¨¢s informaci¨®n a los medios que la que han dado desde el proceso de Burgos en 1970. Pertenecemos a una sociedad en la que solo se vive la excitaci¨®n del momento. Lo ocurrido hace un mes no es relevante.
P. Hay temor en el Pa¨ªs Vasco a la desmemoria.
R. Al menos en el Pa¨ªs Vasco tenemos la batalla del relato porque en much¨ªsimos an¨¢lisis retrospectivos de la Transici¨®n se habla de pacto de silencio, de ¨¦lites, de Constituci¨®n condicionada y no aparece el gran desaf¨ªo de la Transici¨®n que fue ETA, del que se derivaron muchos otros. Esto me preocupa m¨¢s.
P. ?Por qu¨¦ cree que ETA continu¨® tras la democracia?
R. Fue ajena a la naturaleza del Estado espa?ol y no acept¨® la autonom¨ªa. En ETA se produce una militarizaci¨®n y desideologizaci¨®n progresivas que contrasta con los debates de los 60 y 70.
P. ?Cu¨¢les son las claves de su final?
R. El agotamiento de la sociedad vasca, con su creciente movilizaci¨®n desde el asesinato de Miguel Angel Blanco en 1997. Hay un nuevo liderazgo en la izquierda abertzale que percibe ese cambio y una creciente preocupaci¨®n sobre la v¨ªa violenta extendida a una parte de ETA, adem¨¢s de sus problemas de reclutamiento, tras los ¨¦xitos policiales. Adem¨¢s, el 11-S ridiculiza al terrorismo local de ETA y crece la presi¨®n internacional que crea las condiciones para un final negociado.
P. ?Qui¨¦n va a hacer el relato?
R. Los historiadores aspiramos a entender los hechos y no dejamos que se manipulen pol¨ªticamente. Es verdad que los nacionalismos usan la historia como forma de legitimaci¨®n de sus aspiraciones nacionalistas. Sin embargo, la historiograf¨ªa vasca se ha mantenido con una independencia y una calidad extraordinarias, lo que no puede decirse de alg¨²n otro territorio espa?ol. El buen camino est¨¢ en el an¨¢lisis acad¨¦mico, fr¨ªo, exigente. La pol¨¦mica pol¨ªtica no aspira a entender las cosas. La historia la escriben los historiadores. Los vencedores escriben propaganda.
P. En la Euskadi sin ETA ha ca¨ªdo el independentismo y Bildu ha perdido un tercio de sus votos en favor de Podemos. ?Han cambiado los h¨¢bitos pol¨ªticos?
R. Hay hechos que avalan un cambio de ciclo que se reflejan en los resultados electorales y en el lenguaje. El del lehendakari Urkullu est¨¢ m¨¢s impregnado de preocupaciones sociales que identitarias. Es un hombre conciliador, pragm¨¢tico, abierto. Adem¨¢s, est¨¢ la sorpresa de Bildu por la dificultad de articular su discurso ante una realidad cambiante. Existen estudios sobre la incomodidad de los j¨®venes ante los intentos de definirlos por su identidad. Ha desaparecido esa presi¨®n y la realidad sociol¨®gica diaria est¨¢ menos marcada por la identidad.
P. ?Cree que esos cambios son definitivos?
R. El fin de ETA ha sido unilateral. No ha tenido una derrota total, que es lo que fuerza a la reflexi¨®n en profundidad, pero se le parece bastante porque si ha habido sin duda una derrota moral e ideol¨®gica de lo que significaron. No obstante, ser¨ªa prudente.
P. Usted constata una moderaci¨®n en Urkullu y el PNV. ?Ha venido para quedarse o es un movimiento t¨¢ctico?
R. Vista la enorme complejidad, diversidad, prosperidad, composici¨®n demogr¨¢fica y los problemas que preocupan a los vascos (empleo, desigualdad, medio ambiente), me resulta muy dif¨ªcil creer que se vuelva a formas identitarias de la realidad. Vamos a otro universo de referencias abiertas sin renunciar a formas simb¨®licas de identidad propia de los partidos nacionalistas.
P. El nacionalismo no est¨¢ de moda. Recientemente, Vargas Llosa dijo que ¡°es la forma m¨¢s perversa de populismo y entra?a violencia potencial¡±. ?Es posible un nacionalismo democr¨¢tico?
R. El historiador debe huir de las generalizaciones, dec¨ªa el historiador brit¨¢nico Naimer. Todos las hacemos, pero hist¨®ricamente son falsas. Y a?ad¨ªa que la obligaci¨®n de la historia honesta es deshacer la historia deshonesta.
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