Carmen Hern¨¢ndez, la horma de los ¡®kikos¡¯
Kikos, opus, legionarios, focolares, sodalicios¡ El catolicismo vivi¨® el siglo pasado la eclosi¨®n de una docena de movimientos que han arrinconado a las congregaciones cl¨¢sicas. Fue un fen¨®meno que el Vaticano tard¨® d¨¦cadas en ordenar mediante en¨¦rgicas intervenciones de las autoridades doctrinales. Se repet¨ªa, con estilos m¨¢s rompedores, lo que Erasmo denunci¨® en Elogio de la locura sobre los tiempos en que jesuitas, dominicos, escolapios, franciscanos, bernardos, agustinos y tantos otros monjes compet¨ªan por lucir y mandar en la Iglesia romana, con gran tribulaci¨®n de los pont¨ªfices de turno. ¡°Su ambici¨®n no estriba en parecerse a Cristo, sino en no parecerse entre ellos¡±, les arre¨® el famoso ilustrado. Afeaba sobre todo que no les bastase el nombre de cristianos. La historia del Camino Neocatecumenal, revolucionario en tantos aspectos pese a caminar por el ala m¨¢s conservadora del cristianismo romano, es un ejemplo. Varios papas retrasaron durante d¨¦cadas la aprobaci¨®n de sus estatutos, hasta doblegar el entusiasmo de los fundadores por diferenciarse del resto, no sin ceder Roma mucho de su parte. Lo hizo en 2008 Benedicto XVI, el m¨¢s reacio a aceptarlos.
Famosos por el nombre de uno de sus fundadores, Francisco Jos¨¦ G¨®mez Arg¨¹ello Wirtz, popular como Kiko Arg¨¹ello (Le¨®n, 1939), los kikos, el grupo m¨¢s potente entre los nuevos movimientos (dicen tener mill¨®n y medio de seguidores y 15.000 comunidades en 105 pa¨ªses), no ser¨ªan nada sin la cofundadora Carmen Hern¨¢ndez, todo un car¨¢cter. Soriana de ?lvega, donde naci¨® en 1930, creci¨® en Tudela (Navarra) y entr¨® a los 21 a?os en el Instituto de Misioneras de Cristo Rey. Era licenciada en Qu¨ªmicas y en Teolog¨ªa. ¡°Sin su conocimiento de las Escrituras y del Concilio Vaticano II no habr¨ªamos podido crear este itinerario de iniciaci¨®n cristiana¡±, reconoce Kiko Arg¨¹ello. Se hab¨ªan conocido en las chabolas de las afueras de Madrid, a donde Kiko, ateo y filocomunista, hab¨ªa acudido a hacer misi¨®n como otros tantos se?oritos de la burgues¨ªa madrile?a. Carmen Hern¨¢ndez estaba all¨ª de paso hacia una misi¨®n en Bolivia, culmin¨® la conversi¨®n de Kiko y los dos decidieron unirse para crear el Camino.
¡°Os doy una gran noticia: nuestra hermana Carmen ha partido para el cielo¡±, ha escrito Kiko nada m¨¢s conocerse el fallecimiento de su gran amiga en Madrid, el martes pasado. A?ad¨ªa: ¡°Carmen, ?qu¨¦ enorme ayuda! Nunca me adul¨®. ?Qu¨¦ mujer fuerte! A los j¨®venes siempre les dec¨ªa que la mujer es lo m¨¢s importante de la Iglesia, porque lleva en su seno la f¨¢brica de la vida. Por eso, el demonio siempre persigue a la mujer. Y terminaba dici¨¦ndoles: Al Kiko os lo regalo¡±.
Pintor y m¨²sico impenitente (suyas son las pinturas que decoran la catedral de la Almudena, por encargo del cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco), Kiko presume de haber tenido una relaci¨®n conflictiva con Carmen Hern¨¢ndez. ¡°Nunca hemos dejado de discutir. Siempre estamos en combate¡±, dijo a su bi¨®grafa, Virginia Drake, en 2008. Kiko es carism¨¢tico, fogoso, creativo, histri¨®nico; Carmen Hern¨¢ndez era sobria, discreta, exigente, en ocasiones malhumorada e intransigente. Detestaba los exhibicionismos medi¨¢ticos de su compa?ero de camino y se enfadaba si o¨ªa llamar ¡°movimiento¡± a su organizaci¨®n. Lo hizo incluso frente a Juan Pablo II, del que era muy amiga (ten¨ªa acceso directo al apartamento papal, un privilegio extraordinario). ¡°Santo Padre, no somos un movimiento¡±, le rectific¨® en p¨²blico una vez. El papa polaco acept¨® la interrupci¨®n, pero volvi¨® con lo del ¡°movimiento¡±. Y Carmen, de nuevo: ¡°Que no, Santo Padre, que no somos un movimiento¡±. Y Juan Pablo II: ¡°A ver, Carmen, en el Camino and¨¢is, ?verdad? Pues si and¨¢is, os mov¨¦is; y si os mov¨¦is, sois un movimiento¡±.
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