Va a ser un problema de ¡®casting¡¯
Los principales l¨ªderes siguen sin dar muestras de haber aprendido a descodificar las claves para abrir el tiempo nuevo
Los espa?oles optaron en diciembre por un nuevo mapa pol¨ªtico y, con matices menores, se ratificaron en su decisi¨®n el pasado 26 de junio. Pero los principales l¨ªderes siguen sin dar muestras de haber aprendido a descodificar las claves para abrir el anhelado tiempo nuevo de di¨¢logo, pacto y negociaci¨®n. En el momento actual, el PP parece considerar que con el resultado logrado se le debe el gobierno. Los ciudadanos tienden a condescender (55% frente a 44%). No porque el PP haya dejado de ser (con Unidos Podemos) el partido al que una mayor proporci¨®n de espa?oles dice que nunca votar¨ªa, sino por la clamorosa incapacidad que contin¨²an mostrando las otras formaciones para articular una mayor¨ªa alternativa. En siete meses de vetos, reproches y descalificaciones mutuas, no han conseguido ir m¨¢s all¨¢ del NO (ret¨®rico y sin efecto pr¨¢ctico alguno) a Rajoy y al PP. Pero para la ciudadan¨ªa lo primordial es evitar unas terceras elecciones, y la posibilidad de un gobierno del PP le acaba pareciendo un mal menor (que adem¨¢s percibe breve, pues necesitar¨¢ permanentemente de dif¨ªciles apoyos ajenos). De hecho, incluso una clara mayor¨ªa de votantes socialistas (63% frente a 32%) prefiere que su partido se abstenga en una posible investidura de Rajoy si esa llegara a ser la ¨²nica forma de evitar una nueva convocatoria electoral.
Los espa?oles vuelven a optar por un esquema multipartidista (61% frente a 36%) y los datos disponibles sugieren que un nuevo llamamiento a las urnas no arrojar¨ªa un resultado muy distinto del actual. As¨ª las cosas, quiz¨¢ sea hora de concluir que el problema no est¨¢ en c¨®mo los votantes han dise?ado la escena pol¨ªtica, sino en la inadecuaci¨®n a la misma de quienes ahora la ocupan. Quiz¨¢ estemos, simplemente, ante un problema de reparto, de casting: la funci¨®n habr¨ªa sido encomendada a actores que no logran estar a la altura, que no se saben el papel, que no dan el tipo, o que hacen o¨ªdos sordos a lo que sus votantes -no sus militantes-, en forzada funci¨®n de apuntadores, tratan de soplarles. Nuestro elenco pol¨ªtico nacional no se agota, por fortuna, en quienes ahora aparecen como cabeza de cartel: todos los partidos (y especialmente los dos m¨¢s consolidados) tienen mucha m¨¢s vida interior -aunque taponada- de la que trasluce. Quiz¨¢ es el momento de refrescar el cartel con actores que no necesiten siete meses para llegar¡ a ninguna parte.
Jos¨¦ Juan Toharia es presidente de Metroscopia
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