Las confesiones de Sergio Morate

La debilidad de un asesino puede ser dif¨ªcil de encontrar pero, si se da con ella, es bastante probable que se d¨¦ tambi¨¦n con el asesino. El punto d¨¦bil de Sergio Morate era su madre. No pudo evitar llamarla varias veces para decirle que estaba bien y tranquilizarla. De un d¨ªa para otro se hab¨ªa convertido en el hombre m¨¢s buscado de Espa?a. Llevaba varios d¨ªas huyendo de la polic¨ªa. Hab¨ªa conducido sin apenas descanso su Seat Ibiza verde desde Cuenca hasta el paso fronterizo de Portbou (Girona). Hab¨ªa cruzado a Francia, y segu¨ªa su espantada monitorizado por agentes de la Unidad de Delincuencia Especializad y Violenta (UDEV), que esperaban a que llegase a casa de un amigo suyo en Ruman¨ªa. All¨ª le dar¨ªan caza con mayor facilidad. As¨ª ocurri¨®.

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La tarde del 14 de agosto, con los cad¨¢veres de Marina Okarynska ¡ª26 a?os y exnovia de Morate¡ª y su amiga Laura del Hoyo ¡ª24 a?os¡ª a¨²n pendientes de los resultados de la autopsia en la morgue de Cuenca, llegaba la noticia: Sergio Morate hab¨ªa sido detenido en la localidad rumana de Lugoj (provincia de Timisoara) en casa de Istvan Horvath. Se trataba de un tipo que hab¨ªa conocido en prisi¨®n, como al amigo colombiano con quien supuestamente se hab¨ªa montado la coartada de su crimen.

Todo se torci¨®, ¡°se me fue de las manos¡±, le dir¨ªa despu¨¦s a uno de los agentes que lo custodi¨® en su regreso desde Ruman¨ªa. Pero Morate hab¨ªa planeado fr¨ªamente el asesinato de su exnovia Marina, de origen ucraniano.

Ella le hab¨ªa dejado. Se hab¨ªa vuelto a Ruman¨ªa y se hab¨ªa casado con otro ocho meses despu¨¦s. Ella le hab¨ªa ignorado y despreciado cuando fue a recibirla al aeropuerto, tras enterarse de que regresaba por unos d¨ªas a Espa?a. En realidad, ella solo le llam¨® por tel¨¦fono para decirle que quer¨ªa recoger las cuatro cosas que a¨²n le quedaban en su apartamento. Bueno, le llam¨® una vez m¨¢s, minutos antes de morir.

Aquella calurosa tarde del 6 de agosto pasado, de la que hoy se cumple exactamente un a?o, las dos amigas llegaron en el coche de Laura hasta las inmediaciones de la urbanizaci¨®n Ars Natura, donde viv¨ªa Morate, a escaso kil¨®metro y medio de sus casas. Marina le telefone¨® por el camino para advertirle de que estaban llegando y de que subir¨ªa con su amiga a coger sus b¨¢rtulos. ?l, nervioso, trat¨® de disuadirla y le pidi¨® que lo dejara mejor para otro d¨ªa. Ella insisti¨® y subieron.

Una botellita de agua de la Virgen de F¨¢tima delat¨® al presunto asesino

Les abri¨® la puerta y cerr¨® la cerradura por dentro inmediatamente despu¨¦s. Entr¨® con Marina en la habitaci¨®n, dejando a Laura esperando fuera. Y, en cuanto pudo, le ajust¨® una brida de pl¨¢stico al cuello. Solo quedaba esperar. Se desplom¨® en el suelo. De ah¨ª el golpe en la cabeza que se?alar¨ªa la autopsia d¨ªas m¨¢s tarde, tras constatar que hab¨ªa muerto estrangulada.

Al o¨ªr el estruendo, Laura se alarm¨® y abri¨® la puerta del cuarto. Asustada, intent¨® huir, pero la puerta de la calle estaba cerrada con llave. Fue entonces, supuestamente, cuando Morate la golpe¨® en la cabeza, la tir¨® al suelo y la estrangul¨® all¨ª mismo, con sus propias manos.

El primer asesinato era el planeado. El segundo, no. ¡°Yo no quer¨ªa matar a Laura¡±, le confesar¨ªa despu¨¦s al agente. ¡°Pero no me qued¨® m¨¢s remedio¡±.

Todo se complic¨®. Solo hab¨ªa comprado cal para enterrar un cuerpo. Y, ahora, en ese recodo del r¨ªo Hu¨¦car, a escasos tres kil¨®metros de Palomera, el pueblo de su madre, tendr¨ªa que meter dos cad¨¢veres en lugar de uno.

¡°Acab¨¦ destrozado de tanto cavar, tuve hasta agujetas¡±, le dir¨ªa despu¨¦s a ese ¡°tipo grandull¨®n y amable¡±, con pinta de poli bueno, que se hab¨ªa ganado la confianza de su madre semanas antes. As¨ª le describi¨® ella por tel¨¦fono al investigador "bueno", que despu¨¦s ¨¦l elegir¨ªa de confidente, mientras estaba detenido y muerto de miedo por la posibilidad de ser juzgado en Ruman¨ªa.

Un concierto, la coartada perfecta

Meti¨® los dos cuerpos en sendas bolsas de basura grandes que hab¨ªa comprado para la ocasi¨®n. Y esper¨® a que llegase su amigo el colombiano, reci¨¦n salido de la c¨¢rcel y con quien esa misma tarde ten¨ªa previsto irse a un concierto a Valencia, su coartada perfecta.

Morate no pensaba cont¨¢rselo, quer¨ªa tenerlo todo resuelto para cuando llegase, pero se vio desbordado por la situaci¨®n y le pidi¨® ayuda. Al colombiano le falt¨® tiempo para irse al concierto solo. Se quit¨® de en medio y as¨ª lo comprobaron despu¨¦s los agentes: ¡°Estaba en Alicante¡±.

Tuvo que bajar el solo los dos cuerpos al garaje aquella misma tarde, meterlos en el coche, llevarlos hasta Palomera, cavar una fosa y enterrar a las dos chicas. Lo hizo en tiempo r¨¦cord. ¡°Se asust¨® cuando vio pasar a un coche de polic¨ªa, pens¨® que ya le estaban buscando y comenz¨® su precipitada huida hacia Ruman¨ªa¡±, aseguran fuentes de la investigaci¨®n.

No le fue f¨¢cil a la polic¨ªa hallar pruebas que pudiesen demostrar los hechos. M¨¢s all¨¢ de estas confesiones a ¡°su agente de confianza¡±, no hab¨ªa restos de sangre en el apartamento, registrado al menos en tres ocasiones. Y tampoco el coche fue concluyente. Sin embargo, al presunto asesino, ¡ªque se neg¨® a declarar ante el juez y que a¨²n sigue en prisi¨®n pendiente de que se celebre el juicio con juzgado popular¡ª se le olvid¨® algo en una de las escenas del crimen. Algo que delat¨®, una vez m¨¢s, su mayor debilidad. Junto al hoyo donde se encontraron los cad¨¢veres de Marina y Laura, los agentes recogieron una botellita de agua de la Virgen de F¨¢tima, una de las muchas que guardaba la madre de Morate en su casa de Palomera.