La vida pendiente de los crujidos del edificio
Unos 1.000 gaditanos siguen esperando a que acaben con sus duras condiciones de vida en infraviviendas, tras el anuncio de nuevas inversiones en rehabilitaci¨®n
En C¨¢diz, el destino caprichoso puede hacer que tu esperanza de vida fluct¨²e hasta ocho a?os, dependiendo si naces en los barrios populares del centro o en Bah¨ªa Blanca, la zona m¨¢s cara. Si la cig¨¹e?a te dej¨® en La Vi?a, San Juan o Santa Mar¨ªa, probablemente se desarrollar¨¢ en ti un sexto sentido que te llevar¨¢ a comprender los lamentos de las viejas fincas. Sabr¨¢s si ese crujido que escuchaste a media noche entra dentro de lo normal o debes salir corriendo de casa con lo puesto porque un derrumbe est¨¢ en ciernes. Es la lacra que, tradicionalmente, soportan los gaditanos que a¨²n siguen viviendo en infraviviendas: casas centenarias donde los puntales, las humedades y hasta los retretes comunes siguen siendo una realidad en pleno siglo XXI. Despu¨¦s de a?os de paralizaci¨®n del plan de rehabilitaci¨®n del casco hist¨®rico, en la ciudad a¨²n viven unas 1.000 personas a la espera de poder dejar atr¨¢s para siempre esta suerte de chabolismo vertical.
Ana Vargas ya ha perdido la cuenta del tiempo que lleva anhelando salir del bajo interior en el que vive en la calle Rep¨²blica Dominicana, 11, en pleno barrio de La Vi?a y en la v¨ªa paralela en la que vive el alcalde, Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez ¡®Kichi¡¯. Para llegar a la puerta de su casa, hay que atravesar dos patios llenos de cables colgando, tuber¨ªas remendadas y desconchones en las paredes en los que cabe un pu?o. Tiene 74 a?os y habita una serie de cuatro habitaciones correlativas semiventiladas con sus tres hijos (dos discapacitados), una nieta y una bisnieta. ¡°Yo no lloro por chico, sino porque est¨¢ todo hecho un polvor¨®n¡±, reconoce. Se refiere a la arena constante que se desprende de las paredes, comidas por la humedad y recorridas ¡°por cucarachas, ratones y babosas¡±.
Paga 225 euros por el alquiler de esas estancias y de dos cuartos m¨¢s en la planta superior de la finca, aunque hacen vida en el bajo. All¨ª, a pocos pasos del sal¨®n, su hijo discapacitado duerme en una oscura habitaci¨®n sin ventilaci¨®n. Ella es uno de los 1.000 vecinos que el Ayuntamiento estima que viven en 50 fincas, donde el hacinamiento est¨¢ a la orden del d¨ªa. Ese es el resultado que ha obtenido del Mapa Urbano de la Infravivienda que el Consistorio ha realizado para conocer cu¨¢ntos vecinos se quedaron durmiendo el sue?o de los justos. De un total de 2.915 edificios residenciales del casco hist¨®rico, el estudio ha revelado tambi¨¦n que existen 146 edificios abandonados y 25 solares en una de las ciudades con el metro cuadrado m¨¢s caro de Espa?a. ¡°En los a?os en los que estamos es incomprensible que sigamos as¨ª¡±, denuncia Conchi Dom¨ªnguez, presidenta de la asociaci¨®n Mujeres de Acero, que lucha por mejorar las condiciones sociales de los desfavorecidos.
A?os de retraso
La misma Dom¨ªnguez vive tambi¨¦n en una casa con ¡°las zonas comunes en ruina t¨¦cnica¡±, llena de puntales. El propietario de su finca no tiene dinero para rehabilitar la estructura. Conchi comprende su situaci¨®n y, por eso, pide al Ayuntamiento que ¡°haga m¨¢s presi¨®n para acabar con esta lacra¡±. Es la Junta de Andaluc¨ªa la que trabaja para atajar esta situaci¨®n, desde el Decreto 78/1999 por el que se qued¨® las competencias para rehabilitar las fincas del recinto hist¨®rico de C¨¢diz.
Desde ese entonces, la Consejer¨ªa de Vivienda ha invertido 154.439.051 para acabar con la infravivienda en 264 edificios. Los compraba, realojaba a los vecinos (con alquileres de renta antigua), los rehabilitaba y devolv¨ªa a los inquilinos a sus viviendas. En otros casos, llegaba a acuerdos con los propietarios de estas fincas centenarias para ayudarles en los arreglos. El plan goz¨® de tanto ¨¦xito que se cre¨® una Oficina de Rehabilitaci¨®n y el modelo se export¨® a otras ciudades. Pero, entre la crisis y el ¨¦xito, el dinero se acab¨®. ¡°En los ¨²ltimos a?os, la inversi¨®n ha sido pr¨¢cticamente inexistente, lo que ha frenado en seco la posibilidad de seguir actuando en infravivienda¡±, denuncia la concejala de Vivienda, Eva Tub¨ªo (de Ganar C¨¢diz, el partido que gobierna en coalici¨®n con Podemos).
El concejal popular Juan Jos¨¦ Ortiz es mucho m¨¢s duro: ¡°El compromiso de rehabilitaci¨®n integral del centro deb¨ªa de estar finalizado en 2003. Los gaditanos llevamos 5 a?os de retraso de pol¨ªticas de vivienda en los peores momentos de crisis inmobiliaria y de necesidad habitacional¡±. Por su parte, desde la Junta reconocen que en estos a?os ¡°se ralentizaron, se redujeron o se suspendieron algunas intervenciones¡±. Sin embargo, recalca que ahora ¡°se viene observando una recuperaci¨®n de la actividad¡±.
De hecho, la administraci¨®n ha anunciado que, ¡°en breve¡±, va a comenzar la rehabilitaci¨®n de 37 fincas con 372 viviendas y que ¡°se van a poner en marcha nuevos programas en el seno del nuevo Plan de Vivienda y Rehabilitaci¨®n de Andaluc¨ªa, a aplicar de 2016 a 2020¡±. Tub¨ªo conf¨ªa en que, de esta vez, sea la definitiva ya que cree que, hasta ahora, ¡°la falta de di¨¢logo entre administraciones en esta ciudad ha sido constante¡±. En total, se estima que faltan 30 millones de euros para acabar con la infravivienda, una cantidad que suena casi irrisoria se se atiende a que el nuevo puente sobre la Bah¨ªa cost¨® 511 millones.
La nueva promesa
Dom¨ªnguez quiere creerse la nueva promesa de la Junta: ¡°Si es cierto, es una alegr¨ªa¡±. La rehabilitaci¨®n deber¨¢ fijar ahora sus ojos en su barrio, La Vi?a, y en el cercano de San Juan, ya que buena parte de la inversi¨®n anterior se la llev¨® Santa Mar¨ªa. ¡°Es necesario que se acabe con esto, la gente vive mal en esta casas y eso afecta a su salud¡±, reconoce la presidenta. De hecho, su asociaci¨®n est¨¢ colaborando en un plan municipal de salud por barrios que parte de la premisa de que la provincia tiene la esperanza de vida m¨¢s baja de Espa?a (seg¨²n un informe de 2014 del Instituto Valenciano de Investigaciones Econ¨®micas). A su vez, en la capital un var¨®n vive, de media, entre los 77,48 a?os (de Bah¨ªa Blanca) y los 69,52 (en La Vi?a, Santa Mar¨ªa o San Juan).
Adem¨¢s de la calidad de vida o la alimentaci¨®n, Dom¨ªnguez cree que la situaci¨®n de infravivienda es clave en esta diferencia de ocho a?os: ¡°En La Vi?a fallece m¨¢s gente, las condiciones de vida en estas casas son muy malas¡±. Lola N¨²?ez lo sabe bien. Tiene 81 a?os y es vecina de Ana y, aunque no le gusta quejarse, tiene bronquitis asm¨¢tica y se asfixia. Pinta su bajo todos los a?os y, aun as¨ª, la humedad gana al blanco en su sal¨®n. Dice que ya est¨¢n ¡°hartos de esperar¡± a que los saquen de una casa en la que ya solo quedan tres vecinos, de las decenas que hubo. Era una de esas corralas populares, en las que las familias viv¨ªan en habitaciones, conocidas en C¨¢diz como ¡®partiditos¡¯.
¡°La mayor¨ªa se march¨® o se muri¨®¡±, como a?ade Vargas. A ella no le queda m¨¢s que esperar, mientras que su casa hace tiempo que empez¨® a deshacerse como un terr¨®n de az¨²car. Hace m¨¢s de un a?o que tambi¨¦n se inscribi¨® al registro de viviendas sociales de Procasa (empresa municipal de vivienda). Por su situaci¨®n econ¨®mica y familiar, le dieron 11 puntos. Sigue confiando en una soluci¨®n, mientras mira agobiada a su hijo hecho un ovillo en la cama y sentencia: ¡°No s¨¦ cu¨¢nto nos quedar¨¢ aqu¨ª, espero que no me den los Santos ?leos esperando¡±.
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