?Qu¨¦ impide rectificar a S¨¢nchez?
El socialista teme hacer el rid¨ªculo tras mantener que nunca apoyar¨ªa la continuidad de Rajoy
?Qu¨¦ impide a Pedro S¨¢nchez hacer lo que le aconseja la vieja guardia y, seg¨²n las encuestas, prefiere la mayoria de sus votantes? El temor a hacer el rid¨ªculo tras haber mantenido con ¨¦nfasis exagerado que nunca har¨ªa nada que favoreciera la continuidad de Mariano Rajoy en La Moncloa. Pero seguramente tambi¨¦n que no ha renunciado del todo a replantear, tras el fracaso de Rajoy, una alternativa de fuerzas de izquierda y soberanistas que volviera a abrirle la puerta que se le cerr¨® en marzo. El miedo al rid¨ªculo est¨¢ justificado, pero no puede ignorarse que el coste de aparecer como responsable de unas terceras elecciones ser¨ªa much¨ªsimo mayor; y de una naturaleza no solo organizativa sino de pol¨ªtica democr¨¢tica y prestigio de pa¨ªs.
S¨¢nchez contin¨²a cerr¨¢ndose salidas (¡°No a cualquier otro candidato del PP¡±) en un tono indicativo de que lo heroico es resistirse a pactar por mucho que se le presione. Pero abstenerse cuando no se dispone de una alternativa viable no es apoyar sino no impedir. ?Significa esto que es preferible cualquier Gobierno a ninguno? No. Pero s¨ª que es preferible cualquier Gobierno que defienda el sistema democr¨¢tico representativo, sea conservador, socialdem¨®crata o cualquier otra variante compatible con ese marco.
El escr¨²pulo de tener que desdecirse cede sin embargo ante la posibilidad de encabezar una mayor¨ªa alternativa, tan variada como sea necesario, con estos ingredientes: PSOE (85 esca?os) + Podemos y aliados (71) + ERC (9) + la ex CDC (8) + PNV (5): lo que Rubalcaba llam¨® Gobierno Frankenstein.
Esa mezcla solo podr¨ªa articularse en torno al derecho a decidir, eje del programa soberanista. No directamente independentista, pero s¨ª abierto a ello mediante una consulta de autodeterminaci¨®n, aplazada hasta el momento oportuno. Y disponible para toda comunidad que la reclame con ¡°particular intensidad¡±, seg¨²n Podemos. Lo que solo garantizar¨ªa inestabilidad permanente.
Aunque S¨¢nchez encabezase el nuevo Gobierno, no tardar¨ªan esos socios nacionalistas en poner a prueba, bajo amenaza de ruptura, la fe soberanista de los socialistas. Lo har¨ªan partiendo del dato de que en esa alianza, el PSOE (85 esca?os) estar¨ªa en minor¨ªa frente a la suma de populistas y soberanistas (88).
Cuando fracas¨® el intento de Pablo Iglesias de convertir a Xavier Dom¨¨nech, l¨ªder de En Com¨² Podem, en presidente del Congreso, Irene Montero, jefa de Gabinete de Iglesias, lament¨® que se hubiera perdido la oportunidad de tener al frente del Parlamento a alguien partidario del derecho a decidir. Apreciaci¨®n aventurada porque ese cargo requiere alguien capaz de suscitar consenso, no emociones fuertes. No olvidemos, salvando todas las distancias, que un desencadenante esencial del conflicto de Yugoslavia (1991-1999) fue el nombramiento de un nacionalista croata como presidente rotatorio de la Federaci¨®n.
Con el problema catal¨¢n sobre la mesa, la transversalidad deber¨ªa ser un componente esencial de la pol¨ªtica de pactos del PSOE, empezando por el acuerdo con los de Rajoy sobre la reforma constitucional. Es llamativo que Ciudadanos, descalificado como segunda marca del PP, haya sido capaz de hacer firmar a ese partido compromisos de entidad en materia social. Y prueba de sectarismo existencial, que S¨¢nchez haya calificado el acuerdo de ¡°conservador y continuista¡±, lo que reforz¨® su ¡°decisi¨®n de votar en contra¡±.
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