Feij¨®o desaf¨ªa a Rajoy
Por higiene pol¨ªtica y relevo generacional, el PP tiene un candidato suplente mejor que el titular
Tuvo que llegar el cierre de la campa?a en Vigo para que se produjera el encuentro de Rajoy y N¨²?ez Feij¨®o. Jugaba al escondite el candidato gallego. Te¨®ricamente por cuestiones de planificaci¨®n de campa?a. Y pol¨ªticamente porque N¨²?ez Feij¨®o se exig¨ªa distanciarse del presidente en funciones, sobre todo cuando el repunte de la corrupci¨®n y del amiguismo ¡ªBarber¨¢, Soria¡ª amenazaba con deslucir el camino hacia la mayor¨ªa absoluta. El presidente gallego urgi¨® las medidas ejemplares, abriendo incluso una ins¨®lita brecha en la disciplina a Rajoy a la que se adhirieron mim¨¦ticamente los halcones regionales de menos fervor marianista (Cifuentes, Herrera).
Es el contexto en que acaso se explica la marginaci¨®n de la entrevista a Rajoy en la edici¨®n de La voz de Galicia de este viernes. No es la apertura del diario gallego, ni tampoco la segunda noticia m¨¢s valorada. Ocupa un espacio de media columna que parece simbolizar o describir a qui¨¦n corresponde la hegemon¨ªa de Galicia. ?Feij¨®o desempe?a el papel del puto amo, como dir¨ªa Guardiola, aun siendo Rajoy de Pontevedra, presidente del PP y jefe del Gobierno en funciones. Y la campa?a no ha hecho otra cosa que demostrarlo. Feij¨®o no necesitaba a Rajoy. Rajoy s¨ª necesitaba a Feij¨®o, entre otros motivos porque aspira a convertir la mayor¨ªa absoluta de su colega en el trampol¨ªn premonitorio de las terceras elecciones.
Asume as¨ª el l¨ªder popular una posici¨®n muy confortable. La autodestrucci¨®n del PSOE, la divisi¨®n de Podemos y el papel gregario de Ciudadanos explican que ¡°el disparate de unos terceros comicios¡± se haya convertido en una opci¨®n fabulosa cuando no ya prioritaria en la conveniencia de los populares.?El problema consiste en que N¨²?ez Feij¨®o podr¨ªa ocupar un lugar inquietante en la cuesti¨®n sucesoria. Una alternativa perfecta, en saz¨®n, cuyo presumible ¨¦xito llegar¨ªa hasta el extremo de coronarlo como el ¨²nico presidente regional de Espa?a que gobierna en mayor¨ªa absoluta. Y que lo hace despu¨¦s de ocho a?os en el cargo. Y que ha neutralizado la irrupci¨®n de Ciudadanos. Y que tiene un discurso social asequible al electorado de izquierdas. Y que ha cumplido 55 a?os. Y que se ha dotado de una imagen progre, distanci¨¢ndose del oscurantismo de Fern¨¢ndez D¨ªaz.
M¨¢s a¨²n: Feij¨®o quer¨ªa retirarse de la pol¨ªtica. Rajoy le hizo reconsiderar la urgencia de la puerta giratoria porque al partido le conven¨ªa asegurar la fortaleza gallega. Asumido el sacrificio, queda pendiente conocerse el precio. Y no es cuesti¨®n de frivolizar con la importancia de Galicia, sino de relacionar el cursus honorem con el derecho a una ambici¨®n mayor: La Moncloa.
Nunca sospech¨® Rajoy que su gran rival pudiera haberse engendrado en su partido y en su tierra. Tan pendiente estaba de la oposici¨®n convencional que ha descuidado la proyecci¨®n de su gobernador en Galicia. Ya se ocupar¨¢ el b¨²nker de G¨¦nova de relativizar las ambiciones inconfesables de Feij¨®o, pero la inercia de una megavictoria gallega implica una amenaza al cesarismo de Rajoy.
Por higiene pol¨ªtica, fervor plebiscitario y relevo generacional, el PP dispone de un candidato suplente mejor que el titular. Otra cuesti¨®n es que Rajoy se recree en la estrategia de Butrague?o cada vez que le preguntaban por un delantero que apuntaba buenas maneras y aspiraba al n¨²mero 7: ¡°Es muy bueno, tiene mucho... futuro¡±.
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