Ni tan debate ni tan profundo
Nadie relevante en el PSOE ha exigido un nuevo congreso desde que S¨¢nchez es secretario general
Resulta curioso que Pedro S¨¢nchez pretenda resolver todos sus problemas compitiendo para ser lo que de hecho ya es: secretario general del PSOE. Fue elegido para ese cargo hace m¨¢s de dos a?os, y por voto directo de los militantes. Y, hasta la fecha, nadie relevante en el partido ha exigido que se celebre un nuevo congreso, o ha desafiado abiertamente al l¨ªder socialista en un proceso de primarias.
Es cierto que dirigentes territoriales de mucho peso han cuestionado de un modo cada vez m¨¢s crudo su modo de llevar las riendas del partido, sus sucesivas derrotas electorales o su zigzagueante postura respecto a Podemos o a los partidos soberanistas. A cambio, el secretario general y su entorno han comenzado a medir o valorar cada declaraci¨®n, cada movimiento de sus pretendidos ¡°enemigos¡± en t¨¦rminos conspiratorios o de deslealtad. Que se lo digan al extreme?o Fern¨¢ndez Vara, al que S¨¢nchez castig¨® con el silencio y la incomunicaci¨®n cuando se le ocurri¨® sugerir que 170 esca?os (los que logr¨® el PP con su pacto con Ciudadanos) har¨ªan muy dif¨ªcil decir no a un Gobierno de Rajoy.
Tras la debacle electoral de Galicia y el Pa¨ªs Vasco, el secretario general ha dado el golpe de efecto que se ven¨ªa anticipando durante la semana anterior, (EL PA?S incluy¨® ya esta posibilidad en su informaci¨®n del pasado jueves), al anunciar su intenci¨®n de pedir al comit¨¦ federal que convoque un congreso para diciembre, y antes, el 23 de octubre, la elecci¨®n directa por la militancia del secretario general.
Y utiliza S¨¢nchez para justificar este movimiento un argumento rodeado de trampas. Al parecer, el PSOE se hallar¨ªa sumido en un profundo debate ideol¨®gico entre aquellos que querr¨ªan favorecer un Gobierno de derechas y los que, como ¨¦l, defienden ¡°un proyecto aut¨®nomo de izquierdas que no sea subalterno de los poderes econ¨®micos ni del PP¡±. Algo as¨ª como el desgarro interno que produjo el abandono del marxismo, la permanencia en la OTAN en el PSOE de Felipe Gonz¨¢lez o la tensi¨®n que sostiene el l¨ªder del laborismo brit¨¢nico, Jeremy Corbyn, contra el establishment de su partido y con el fervoroso respaldo de la militancia.
Lo que ocurre hoy en el PSOE es algo mucho m¨¢s tr¨¢gico, igual de desgarrador, pero, desgraciadamente, un desgarro gratuito e innecesario. ?Es posible construir una alternativa de Gobierno al PP? No. ?Es pol¨ªticamente honesto mantener artificialmente esa expectativa? No. ?Condonar¨¢ el voto de la militancia las sucesivas derrotas electorales? No.
En el caso de ganar esas primarias y ser reelegido secretario general, ?qu¨¦ garantiza que el partido no siga igual de dividido en torno a su persona? ?Lograr¨¢ as¨ª S¨¢nchez m¨¢s lealtad? Eso se consigue en el d¨ªa a d¨ªa, tejiendo confianzas y ganando autoridad. La militancia debe hablar, por supuesto, pero no puede ser siempre el instrumento para suplantar la propia debilidad personal.
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