La crisis del PSOE no tiene la patente
En el trasfondo de la crisis socialista est¨¢ el dilema endiablado de optar entre facilitar el Gobierno a quien no lo merece
El PSOE y PNV son los ¨²nicos partidos centenarios de Espa?a. Estuvieron enfrentados. Pero han sido, sobre todo, aliados: en la Rep¨²blica, en la Guerra Civil, en el exilio y, tras la recuperaci¨®n de la democracia, en las mejores etapas del autogobierno vasco. Hasta en sus momentos m¨¢s traum¨¢ticos tienen historias paralelas. Los que vive el PSOE recuerdan a los que vivi¨® el PNV hace 30 a?os por el modo m¨¢s emocional que racional de afrontarlos, por las torpezas, los comportamientos y la falta de di¨¢logo y claridad de los aparatos enfrentados.
En el trasfondo de la crisis socialista est¨¢ el dilema endiablado de optar entre facilitar el Gobierno a quien no lo merece por no asumir responsabilidades pol¨ªticas por la corrupci¨®n o ir a unas terceras elecciones con el riesgo de agravar a¨²n m¨¢s su situaci¨®n. La crisis del PNV no tuvo ese dilema. Pero comparte con la socialista la lucha personal e institucional por el poder mezclado con un debate pol¨ªtico sin resolver y los comportamientos err¨®neos mutuos. La crisis escindi¨® al PNV con otro partido y cambi¨® la pol¨ªtica vasca. La del PSOE no llegar¨¢ a tanto, pero acarrear¨¢ una desafecci¨®n de grado desconocido.
Mediados los ochenta, el PNV, dirigido por Xabier Arzalluz, consideraba que el lehendakari, Carlos Garaikoetxea, al que promocion¨® por su imagen moderna y origen navarro, se escapaba a su control. Arzalluz intent¨® que Garaikoetxea, con escasa historia pol¨ªtica, se sometiera a la disciplina del PNV porque, a su juicio, su Gobierno vasco, con muchos independientes, era muy aut¨®nomo. El PNV de Arzalluz controlaba el poder institucional de la joven autonom¨ªa ¡ªlas tres Diputaciones y Ayuntamientos m¨¢s importantes¡ª, excepto a Garaikoetxea y su Gobierno.
Garaikoetxea gan¨® esa batalla, pero acarre¨® su divorcio con Arzalluz. La siguiente fue decisiva. El m¨®vil fue el proyecto de Ley de Territorios Hist¨®ricos (LTH). Garaikoetxea pensaba que el proyecto fortalec¨ªa a las Diputaciones y los l¨ªderes provinciales en detrimento del Gobierno vasco. El proceso estuvo jalonado de declaraciones y ataques subterr¨¢neos de los l¨ªderes regionales y el aparato del PNV contra Garaikoetxea, al que acusaban de ¡°ambici¨®n personal¡±.
Garaikoetxea tampoco intent¨® el di¨¢logo. Hubo maniobras reglamentarias y descalificaciones por ambas partes. Se aisl¨® del aparato del PNV, de los l¨ªderes regionales. Rompi¨® puentes y se refugi¨® en sus fieles. Personaliz¨® lo que era una batalla pol¨ªtica. Hasta el ex lehendakari Leizaola, referente del Gobierno vasco en el exilio, le abandon¨® y tom¨® partido por el PNV de Arzalluz. Se escenific¨® una lucha de poder personal, trasladada a las instituciones.
Garaikoetxea s¨®lo contaba con su Gobierno y la mayor¨ªa de la militancia guipuzcoana. Pero gan¨® la batalla de imagen present¨¢ndose como el nacionalista puro, defensor de Euskadi frente a las provincias y al viejo aparato partidista, plegado a intereses inconfesables.
En diciembre de 1984, finalmente, el PNV emiti¨® su laudo sobre la LTH. Garaikoetxea interpret¨® que fortalec¨ªa a las Diputaciones y dimiti¨® como lehendakari, lo que gener¨® un enfrentamiento muy emocional en las bases nacionalistas. Le sucedi¨® Jos¨¦ Antonio Ardanza, diputado general de Gipuzkoa y leal al aparato del PNV, que se apoy¨® en un pacto de legislatura con el PSE.
Garaikoetxea no se detuvo en la cr¨ªtica al PNV. Llev¨® su osad¨ªa pol¨ªtica hasta el final.
Lo que empez¨® como una lucha por el poder lo traslad¨® a una confrontaci¨®n entre dos proyectos y, sorprendentemente, a una escisi¨®n. Garaikoetxea no contaba con un perfil ideol¨®gico definido y su historial peneuvista era corto. Pero exist¨ªa entonces en el nacionalismo un espacio amplio porque s¨®lo estaba el PNV y Herri Batasuna era un gueto por su apoyo pol¨ªtico a ETA. Utiliz¨® su carisma en las bases nacionalistas ¡ªel primer lehendakari tras la Guerra Civil¡ª para alimentar un proyecto m¨¢s radical que el del PNV, pero distanciado de Herri Batasuna y la violencia.
Eusko Alkartasuna
Necesit¨® casi dos a?os para definirlo: el derecho a la autodeterminaci¨®n, como expresi¨®n del sector independentista del PNV y confrontar el ideario democristiano peneuvista con el socialista. As¨ª naci¨® Eusko Alkartasuna (EA) en septiembre de 1986. Hace ahora 30 a?os. Hoy no ser¨ªa posible un desenlace escisionista de la crisis porque el espacio est¨¢ ocupado. Tambi¨¦n en Espa?a con Podemos.
Consumada la escisi¨®n, Ardanza convoc¨® elecciones para noviembre, que fueron desastrosas para el PNV. Le gan¨® el PSE con 19 esca?os por 17. Su escisi¨®n, EA, obtuvo 13 y HB, otros 13. El PNV perdi¨® la hegemon¨ªa y el PSE le salv¨® con un Gobierno de coalici¨®n, que presidi¨® Ardanza. El PNV no ha vuelto a tener mayor¨ªa absoluta en Euskadi, aunque ha recuperado posiciones. EA fue decayendo y en 2011 se integr¨® con Batasuna en Bildu. El 25-S el PNV ha logrado 28 esca?os frente a 18, Bildu.
Ardanza, sufridor de la crisis en primera l¨ªnea al sustituir a Garaikoetxea con el apoyo del PNV, diagnostica en sus memorias, publicadas en 2011, la crisis del PNV en unos t¨¦rminos que recuerdan a la socialista: ¡°Al cabo de mi experiencia pol¨ªtica he llegado a la conclusi¨®n de que falt¨® di¨¢logo y sobr¨® prepotencia por parte de todos. No hubo sinceridad, transparencia, humildad ni lealtad suficiente para plantear abiertamente el debate, practicar la cirug¨ªa necesaria y ordenar, de com¨²n acuerdo, lo que hubiera que hacer¡±.?
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