Abstenerse en cinco pasos

Susana D¨ªaz podr¨ªa haber asumido la responsabilidad de mencionar y asumir la palabra maldita ¡ª"abstenci¨®n"¡ª, pero se "abstuvo" de la iniciativa en beneficio de su portavoz, Juan Cornejo, como hacen los toreros viejos cuando delegan en el banderillero la lidia de una res complicada. Se ha roto el tab¨², pero no han terminado los peligros. Hay cinco maneras de invocar el sortilegio, aunque todas ellas, como ocurre en Candyman, provocan que Mariano Rajoy aparezca detr¨¢s del espejo.

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El PSOE andaluz defiende la abstenci¨®n ante la investidura de Rajoy

El PSOE sacar¨¢ adelante la abstenci¨®n a Rajoy pero con un partido dividido

1. La abstenci¨®n coral. Ser¨ªa la f¨®rmula ideal, pero no necesariamente la m¨¢s probable. Javier Fern¨¢ndez ha perseverado en el apostolado de una abstenci¨®n responsable y un¨¢nime. No ya para prorratear la responsabilidad, sino para proporcionar al PSOE una tregua en sus conflictos internos. El primer paso, claro, consiste en que el comit¨¦ federal apruebe en mayor¨ªa la postura de la abstenci¨®n el domingo. El segundo radica en que los diputados asuman la disciplina de secundarla. Para justificarla la explicaci¨®n no es otra que evitar el efecto incendiario de unas terceras elecciones.

2. La abstenci¨®n t¨¦cnica. En realidad es un eufemismo, un regate del lenguaje para explicar a los militantes (y a muchos votantes) un cambio de postura que implica la coronaci¨®n de Rajoy como presidente del Gobierno. Del "no es no", a la abstenci¨®n t¨¦cnica, el PSOE no "inmolar¨ªa" al partido, sino ¨²nicamente sacrificar¨ªa a 11 de sus diputados, o quiz¨¢ alguno menos si la operaci¨®n implica la solidaridad del PNV. Se har¨ªa lo m¨ªnimo para conceder la investidura de Rajoy. Y se establecer¨ªan los presupuestos de una oposici¨®n implacable.

3. La abstenci¨®n traum¨¢tica. Es probablemente el escenario m¨¢s peligroso para los socialistas. El conflicto pol¨ªtico que significa investir presidente a Rajoy se a?ade a la prolongaci¨®n de la guerra civil entre susanistas y sanchistas, estimulados estos ¨²ltimos por la posici¨®n beligerante del PSC. Miquel Iceta, reci¨¦n ungido como l¨ªder de los socialistas catalanes, ha insistido en el no; del mismo modo ha propuesto someter a la militancia la postura que adopte el comit¨¦ federal. La ocurrencia tiene un problema: el tiempo. No lo hay, porque el Rey llama a consultas el lunes y el plazo de la investidura expira el 31 de diciembre.

4. La abstenci¨®n vergonzante. En otro ejercicio de equilibrismo m¨¢s o menos inveros¨ªmil, el PSOE podr¨ªa presentarse a la sesi¨®n de investidura unificado en el no, pero introduciendo la estrategia del voto ausente, modificando as¨ª los requisitos del quorum que necesita Rajoy. Bastar¨ªa con que unos diputados fueran al dentista, cayeran enfermos en una epidemia coyuntural o se quedaran atrapados voluntariamente en el ascensor del Congreso.

5. La abstenci¨®n con disidencia. La imagen de Pedro S¨¢nchez absteni¨¦ndose delante de Rajoy no parece nada veros¨ªmil, como tampoco lo parece que se sustraiga a la misma disciplina que ¨¦l exigi¨® cuando ocupaba el primer asiento socialista en el Congreso. En medio del camino, cabe la posibilidad de que el ex secretario general entregue su acta de diputado. Y que le secunden sus camaradas m¨¢s leales. No ser¨ªa una retirada, sino un argumento para consolidar el fervor de la militancia y reaparecer como candidato a medio plazo, liderando la indignaci¨®n que la abstenci¨®n ha provocado entre las federaciones m¨¢s hostiles.