?C¨®mo reformar el sistema de pensiones?
Se necesitan soluciones fiscales y reformas estructurales para sostener los subsidios de jubilaci¨®n
Se ha despejado la principal inc¨®gnita de la gobernabilidad. Ya tenemos un Gobierno a la vuelta de la esquina y conviene seguir haciendo girar la rueda de las reformas estructurales para que la econom¨ªa y la sociedad espa?olas mejoren sus indicadores de productividad y bienestar. Esta mejora se reflejar¨¢ en la calidad de nuestro sistema de pensiones y a la vez, se apuntalar¨¢ si es el propio sistema de pensiones el que adopta reformas.
Las pensiones en Espa?a son, fundamentalmente, de promoci¨®n, provisi¨®n y gesti¨®n p¨²blica por parte de la Seguridad Social. Est¨¢n basadas en el m¨¦todo financiero de reparto. Su grado de cobertura es general para todos los trabajadores del sector privado (por cuenta propia y ajena) y para la mayor¨ªa de los trabajadores y funcionarios del sector p¨²blico.
Pero tambi¨¦n existen en Espa?a pensiones de promoci¨®n, provisi¨®n y gesti¨®n estatal para muchos cientos de miles de funcionarios de los cuerpos m¨¢s caracter¨ªsticos de la Administraci¨®n central (clases pasivas), sustitutivas de las de la Seguridad Social, que se basan en recursos presupuestarios en 9/10 partes de su gasto y de las que se habla muy poco. Finalmente, existen pensiones de promoci¨®n, provisi¨®n y gesti¨®n privada (individuales, de empleo o colectivas) que, por ley, solo pueden ser complementarias a las pensiones p¨²blicas y que se basan en el m¨¦todo de capitalizaci¨®n. A ellas est¨¢n acogidos m¨¢s de nueve millones de part¨ªcipes y asegurados que detentan once millones de cuentas, si bien los capitales acumulados son escasos e insuficientes como pensiones complementarias propiamente dichas.
Esta combinaci¨®n de sistemas es bastante com¨²n en muchos otros pa¨ªses y, al igual que les sucede a estos, en Espa?a se encuentra sometida a enormes retos derivados de la creciente longevidad y la reducci¨®n del n¨²mero de cotizantes por cada pensionista. La creciente distancia entre la edad de jubilaci¨®n y la esperanza de vida a dicha edad de jubilaci¨®n hace que cada vez haya que extraer m¨¢s recursos de una base m¨¢s peque?a y acaba por hacer a las promesas de pensiones de la Seguridad Social la mejor inversi¨®n financiera (de las cotizaciones pasadas) de todos los tiempos, aunque insostenible, claro.
La falta de trabajadores (consecuencia de la ca¨ªda de los nacimientos y de la inmigraci¨®n) es solo en apariencia un problema. Mejor dicho, su soluci¨®n (con m¨¢s ni?os e inmigrantes) acaba creando un problema mayor de sostenibilidad futura si se mantienen las promesas actuales.
As¨ª las cosas, para el caso espa?ol, me centrar¨ªa en encontrar soluciones fiscales temporales para paliar el d¨¦ficit de las pensiones p¨²blicas que el agotamiento del Fondo de Reserva va a exponer crudamente en 2017, desde luego no bajando los impuestos generales durante unos a?os. Como estas soluciones ser¨ªan dolorosas para los contribuyentes, tratar¨ªa en paralelo de plantear nuevas reformas estructurales que asegurasen la sostenibilidad de las pensiones p¨²blicas ajustando los ingresos a los gastos, por ejemplo, empezando a pensar que, dada la general participaci¨®n de las mujeres de 45 a?os o menos en el mercado de trabajo, las pensiones de viudedad para trabajadores de esta edad o menos pasaran a ser pagos ¨²nicos al fallecimiento de la pareja.
Tambi¨¦n equiparar¨ªa de verdad las pensiones de todos los trabajadores: por cuenta ajena, por cuenta propia y afiliados al R¨¦gimen Especial(¨ªsimo) de clases pasivas del Estado. Por ¨²ltimo, liberar¨ªa los l¨ªmites a la edad de jubilaci¨®n para que se adaptasen pari passu cada a?o, y proporcionalmente, al aumento de la longevidad, teniendo en cuenta, naturalmente, los casos de trabajos especialmente onerosos.
Jos¨¦ A. Herce es director asociado de Analistas Financieros Internacionales (Afi)
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