La segunda vida de los Estacio y los Palate
Diez a?os despu¨¦s de que ETA asesinara a dos emigrantes ecuatorianos con una bomba en la T-4 de Barajas, sus familias intentan rehacerse entre Ecuador, Espa?a e Itala
¡°A¨²n me cuesta hablar. Duele. Son 10 a?os, pero es como si fuera ayer. Llegan estas fechas, est¨¢s con la familia, pero est¨¢ ah¨ª¡±. Carmen Estacio habla del atentado en el Aeropuerto de Barajas con el que ETA asesin¨® el 30 de diciembre de 2006 a su hermano Diego Armando y a Carlos Alonso Palate, dos ecuatorianos emigrados a Espa?a. La explosi¨®n revent¨® la tregua anunciada nueve meses antes. Llen¨® las calles de Quito de manifestantes. Y oblig¨® a las familias de Estacio y Palate a un ejercicio de supervivencia: hu¨¦rfanos de quienes proporcionaban parte de sus ingresos, hoy siguen luchando por salir adelante.
Todo empieza en enero de 2007. Los bomberos tardan d¨ªas en recuperar los cad¨¢veres de entre los escombros del aparcamiento de la T-4. Cuando los encuentran, dos aviones militares los trasladan para ser enterrados en Ecuador. El Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero se re¨²ne de urgencia. Los familiares directos de los fallecidos obtienen la nacionalidad espa?ola. De la cincuentena de allegados a los que el Ejecutivo concede el visado y ayuda a viajar desde Ecuador, muchos reciben el permiso de residencia. Se les proporcionan tambi¨¦n viviendas, atenci¨®n psicol¨®gica, formaci¨®n y oportunidades laborales. Entonces, llega la crisis financiera. El choque cultural de pasar de Am¨¦rica a Europa, del Ecuador rural a la Espa?a urbanita. Y, con el paso del tiempo, comienza la di¨¢spora: hoy muchos de aquellos familiares viven lejos de Espa?a, repartidos entre Ecuador e Italia.
¡°Estuvieron trabajando y viendo c¨®mo es la vida aqu¨ª, un poco dura. Y se fueron, porque no se acostumbraron¡±, lamenta Carmen, que intenta organizar una misa en Madrid a la que acudan todos esos familiares que se han distribuido por medio mundo. ¡°El modo de vida aqu¨ª es muy ajetreado, r¨¢pido. La gente va siempre deprisa¡±, sigue la hispanoecuatoriana, que trabaja como esteticista. ¡°Mi padre dice que est¨¢ todo duro, muy dif¨ªcil. Que aqu¨ª cuesta m¨¢s sobrevivir, son m¨¢s cosas a pagar. Las cosas le vinieron un pel¨ªn duras¡±.
Diego Armando ten¨ªa 19 a?os. Le hab¨ªan bautizado as¨ª en honor de Maradona. Ten¨ªa novia. El d¨ªa del atentado, madrug¨® para ir al aeropuerto y se qued¨® esperando en el coche. Le enterraron en el cementerio del Parque de la Paz de Machala (Ecuador), mientras se lanzaban al cielo globos blancos para pedir la paz en el mundo y condenar el terrorismo. Hoy, en el d¨¦cimo aniversario, la familia cuenta que su padre ha comprado la parcela contigua en el camposanto. Que el dolor no cesa. Que tuvieron que pleitear para que la Comunidad de Madrid registrara a su nombre una de las casas que les entreg¨® como v¨ªctimas del terrorismo. Y que est¨¢n agradecidos a las autoridades, que ¡°cumplieron con todo¡±.
Una repatriaci¨®n entre tinieblas
Los cuerpos de las v¨ªctimas de ETA volvieron a Ecuador en aviones militares y rodeados por sus familiares y un pu?ado de pol¨ªticos. Consuelo Rum¨ª, que era secretaria de Estado de inmigraci¨®n y emigraci¨®n y se subi¨® a uno de esos vuelos, recuerda "un viaje entre tinieblas".
¡°Fue angustioso en todos los sentidos, por la situaci¨®n de los familiares, que estaban en una situaci¨®n de shock y de tristeza; en un avi¨®n militar sin ning¨²n tupo de comodidades; y todo continuado¡±, describe. ¡°Del aeropuerto nos desplazamos en autob¨²s a la localidad de procedencia del chico fallecido, en largas horas por unas carreteras de dificultad¡±, sigue. ¡°D¨ªas despu¨¦s, hubo una reuni¨®n con el presidente Zapatero en Moncloa, donde estuvimos con todos los familiares, directos e indirectos. A todos se le facilitaron programas para integrarse en la sociedad espa?ola¡±.
Palate, la otra v¨ªctima, fue al aeropuerto a acompa?ar a un amigo, Wilson Hern¨¢n, que ten¨ªa que recoger a su esposa. Mandaba 300 euros mensuales a su familia. Ese era el principal ingreso de su madre y de sus tres hermanos, a los que el Gobierno ayud¨® a trasladarse hasta Espa?a. La gran ciudad supuso un choque para ellos. Mar¨ªa, su madre, recuper¨® la vista tras ser operada de cataratas. Sus hijos, Luis Geovanni, Mar¨ªa Elvira y Luis Jaime se trasladaron junto a ella a Valencia. La joven trabaj¨® en la recogida de la naranja. A Luis Jaime, con un d¨¦ficit visual en un ojo, le ayud¨® a formarse la ONCE. Encontr¨® trabajo y le despidieron con la crisis. Hoy es el ¨²nico Palate que reside permanentemente en Espa?a, donde lucha su d¨ªa a d¨ªa en Almer¨ªa, instalando cables de fibra ¨®ptica.
¡°Estoy busc¨¢ndome la vida como cualquier persona¡±, cuenta. ¡°La verdad es que ya no nos ayudan¡±, lamenta sobre las autoridades espa?olas. ¡°Cada persona, su vida¡±, sigue, siempre con el recuerdo de su hermano presente. ¡°Olvidar, no, porque siempre est¨¢. Prefiero no saber nada de ETA. No sab¨ªa la historia y mejor as¨ª. Como cualquiera, pido buen trabajo y apa?ar la vida como se pueda¡±.
Dos placas recuerdan a las v¨ªctimas en el nuevo aparcamiento del aeropuerto. Los familiares evocan al presidente Zapatero, cuyo equipo les sigui¨® mandando cartas y preguntando por ellos durante a?os; al entonces pr¨ªncipe Felipe, que acudi¨® a una misa en recuerdo de las v¨ªctimas en Quito; o a las autoridades madrile?as y valencianas.
Sin embargo, el tr¨¢nsito de estos 10 a?os ha sido duro. Los m¨¢s de 200.000 euros que recibi¨® del Estado cada familia como indemnizaci¨®n atrajeron a bancos espa?oles y ecuatorianos. Tuvieron que decidir entre invertir en su pa¨ªs y en Espa?a. Muchos no se adaptaron. Los pisos en los que se instalaron se convirtieron en una jaula de oro. Y la soledad tambi¨¦n asfixia.
¡°Mucha gente quer¨ªa aprovechar la coyuntura¡±, dice Vladimir Paspuel, presidente de la asociaci¨®n de emigrantes Rumi?ahui, que apoy¨® a los Palate. ¡°Eran bastante pobres. La otra familia no ten¨ªa tantas dificultades. Su situaci¨®n sociol¨®gica era un poco m¨¢s estable¡±, sigue. ¡°El hermano era el que sosten¨ªa a la familia. De la noche a la ma?ana se quedaron sin sustento. Eso les desestabiliz¨®. Fueron a vivir a Valencia. All¨ª a veces estaban absolutamente solos¡±, lamenta. ¡°Eso hizo mucha mella y llev¨® a que regresaran [a Ecuador]. Desconoc¨ªan lo que era ETA. Despu¨¦s, se enteraron un poco. Y ya. Bastante ten¨ªan con lo suyo. Era el drama de la pura supervivencia: ?Y ahora qui¨¦n me va a mandar el dinero para comprar la comida? Se les hundi¨® el mundo¡±.
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