Gestaci¨®n subrogada, el dilema de gestar al hijo de otros
El debate sobre si esta pr¨¢ctica debe regularse resurge: ?es un derecho o una explotaci¨®n de la mujer?
Datos y gr¨¢fico: Guillermo Villar y Ant¨ªa Garc¨ªa
Durante meses, Cristina, de 40 a?os, se someti¨® a numerosas pruebas m¨¦dicas. Recibi¨® tratamientos hormonales, le hicieron una punci¨®n ov¨¢rica. Tomaba pastillas que le provocaban, cuenta, migra?as, v¨®mitos, descontrol emocional. Lloraba cuando le dec¨ªan que esta vez tampoco, que no estaba embarazada. De la mujer que en enero dio a luz a sus mellizos conoce estos datos: el nombre, la edad y la nacionalidad (albanesa). Que est¨¢ casada y con dos hijos. ¡°Hay que tener valor para hacerlo por otra persona. Yo no s¨¦ hasta d¨®nde les llega la compensaci¨®n a estas mujeres... buena voluntad deben tener, ponen su cuerpo en riesgo¡±, dice Cristina. Solo la ha visto dos veces. Eligi¨® tener un contacto limitado. Se cruz¨® un d¨ªa con ella en un juzgado de Tesal¨®nica, en Grecia, en febrero pasado, en la vista judicial que establece la ley de ese pa¨ªs para iniciar un proceso de gestaci¨®n subrogada, y despu¨¦s en el hospital, cuando nacieron los beb¨¦s. Ella renunci¨® a todos los derechos sobre los ni?os que llevaba dentro. Los padres son Cristina y su marido, David.
El viaje de esta pareja es el que cada a?o emprenden cientos de espa?oles que recurren a la gestaci¨®n subrogada para tener hijos, una controvertida pr¨¢ctica tambi¨¦n conocida como vientre de alquiler. Solo pueden ir al extranjero, porque aqu¨ª no es legal. Si todo va bien, se pondr¨¢n en manos de intermediarios m¨¢s o menos fiables que, a cambio de dinero, contratan a mujeres, la mayor¨ªa en pa¨ªses m¨¢s pobres, dispuestas a someterse a tratamientos hormonales para embarazarse de un beb¨¦ con el que no tienen v¨ªnculo gen¨¦tico y al que se comprometen a entregar despu¨¦s del parto. En el camino, interviene una industria lucrativa y opaca que opera en los l¨ªmites de la legalidad y de la ¨¦tica, capaz de traspasar fronteras y burocracias dispares. Un proceso complejo que se ha convertido en un debate global centrado en si debe regularse o no, y c¨®mo.
Se estima que cada a?o nacen en todo el mundo al menos 20.000 ni?os mediante este m¨¦todo, seg¨²n la ONG suiza International Social Security. Entre 800 y 1.000 son hijos de espa?oles. Esta ¨²ltima cifra es un mero c¨¢lculo en el que coinciden asociaciones de padres y agencias: al ser una pr¨¢ctica ilegal, no hay datos oficiales. S¨ª hay de adopciones internacionales en Espa?a, que han ca¨ªdo de 5.541 en 2004 a 799 en 2015.
Varias razones explican el fen¨®meno ¡ªpor ejemplo, la mayor protecci¨®n de la infancia en los pa¨ªses de origen, apuntan en el Ministerio de Sanidad¡ª, pero si la estimaci¨®n sobre los nacidos por gestaci¨®n subrogada es correcta, esa v¨ªa ya supera a la de la adopci¨®n, un camino que muchos descartan recorrer porque lo ven m¨¢s largo y tortuoso (se tarda hasta 8 a?os en lograrlo). Prefieren usar una v¨ªa prohibida en Espa?a ¡ªaunque se permita despu¨¦s registrar a los beb¨¦s como espa?oles bajo ciertos requisitos¡ª y pagar entre 45.000 y 60.000 euros que puede costar en Ucrania y Rusia, hasta los 120.000 que alcanza el proceso en California, uno de los 14 Estados que lo permiten en Estados Unidos.
Cada pa¨ªs legisla a su aire. Ucrania lo permite a extranjeros, pero solo heterosexuales; Canad¨¢, Reino Unido y Portugal solo autorizan la modalidad altruista ¡ªen sentido estricto, no puede haber beneficio econ¨®mico para la mujer gestante, solo se pueden abonar los gastos extra que pueda tener¡ª y los dos ¨²ltimos solo a sus nacionales. India, hasta hace poco una potencia mundial en subrogaci¨®n, primero lo vet¨® a extranjeros y ahora est¨¢ a punto de prohibir que tenga car¨¢cter comercial.
La explotaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ detr¨¢s de la decisi¨®n de Tailandia. En 2015 acot¨® la pr¨¢ctica s¨®lo a sus nacionales despu¨¦s de un caso que escandaliz¨® al mundo, conocido como Baby Gammy. Una pareja australiana hab¨ªa contratado a una mujer tailandesa para que gestara a sus mellizos. Cuando descubrieron que uno de los dos, el ni?o, ten¨ªa s¨ªndrome de Down, era tarde para un aborto y adem¨¢s la gestante se neg¨®. Los australianos decidieron entonces llevarse a su pa¨ªs solo a la ni?a. Meses despu¨¦s, se supo que el padre australiano hab¨ªa estado en prisi¨®n por pederastia en 1997.
El caso tailand¨¦s es singular, pero es un buen ejemplo de todo lo que puede ir mal y de c¨®mo los derechos de las gestantes y los de los propios ni?os pueden quedar a expensas de la voluntad de los padres que inician el proceso, de las cl¨ªnicas y de los intermediarios, a menudo en Estados pobres y corruptos. Esa desprotecci¨®n da argumentos tanto a quienes abogan por regular como a los que creen que hay que prohibirlo, y el debate se ha instalado tambi¨¦n en Espa?a, tras a?os soterrado. La brecha entre partidarios y detractores es profunda y divide a los partidos pol¨ªticos. De momento, la ¨²nica propuesta es la de Ciudadanos: regular una opci¨®n altruista.
Se estima que cada a?o nacen en el mundo al menos 20.000 ni?os mediante este m¨¦todo. En Espa?a, se calcula que entre 800 y 1.000
¡°La soluci¨®n para que no haya abusos es legislar. Es como en los transplantes: al regular, evitas el tr¨¢fico de ¨®rganos¡±, afirma Pedro Fuentes, presidente de la asociaci¨®n de padres a favor de la gestaci¨®n subrogada Son nuestros hijos, que agrupa a unas 400 familias. ?l es ginec¨®logo, y junto a su marido, es padre un ni?o de 6 a?os nacido en EE UU mediante este m¨¦todo. Se emociona al contar c¨®mo conoci¨® a la mujer que se qued¨® embarazada para ellos, la c¨¢lida relaci¨®n que establecieron y c¨®mo ella, que viv¨ªa en un chalet con jard¨ªn con sus hijos, ten¨ªa muy claro que quer¨ªa hacerlo y adem¨¢s para una pareja gay. Explica que la ¨¦tica, m¨¢s que los pa¨ªses en los que se haga, debe guiar el proceso.
En la asociaci¨®n tienen un c¨®digo y recomiendan no fiarse de ¡°intermediarios que no permitan conocer a la gestante, ni de los que garantizan resultados, ni de los paquetes en los que no te tienes que preocupar por nada¡±. Adem¨¢s, la mujer tiene que haber sido madre antes. Aboga por una modalidad altruista, pero abre la puerta a que se establezca una compensaci¨®n econ¨®mica: ¡°Es necesario reconocer el esfuerzo que supone para la gestante. Tiene que cambiar de ropa, pierde oportunidades de hacer otras cosas... Deber¨ªa ser lo suficientemente digno para que no sea un insulto, ni 100.000 euros porque generar¨ªa un efecto llamada. Lo podr¨ªa fijar una comisi¨®n nacional¡±, plantea, y se pregunta: ¡°?Cu¨¢ndo se explota a una mujer, cuando se le compensa o cuando no?¡±.
Alicia Miyares lo tiene claro: siempre. Profesora de Filosof¨ªa, es una de las portavoces del movimiento feminista No Somos Vasijas, surgido en 2015, cuando este debate entr¨® en pol¨ªtica. ¡°Creo que uno de los deseos m¨¢s fuertes de las personas es ser padres. Hay verdaderos dramas vitales: mujeres que no tienen ¨²tero, que han sufrido c¨¢ncer, o el caso de parejas homosexuales... ?C¨®mo no voy a entender esa frustraci¨®n? Pero no se pueden poner los deseos por encima de los derechos. El cuerpo es el l¨ªmite de lo que se puede comprar y vender¡±, afirma.
La l¨ªnea entre la opci¨®n altruista y la comercial suele ser difusa: ¡°Sabemos que los pa¨ªses con esa regulaci¨®n altruista no evitan el turismo reproductivo, es imposible garantizar que no haya pagos en negro¡±. Para ella, hay que agilizar los tr¨¢mites de adopci¨®n, que adem¨¢s ¡°permiten constatar la idoneidad de esa tutela que se va a entregar. Los padres, en la subrogaci¨®n, no pasan filtros¡±.
La parlamentaria socialista Petra de Sutter, experta en reproducci¨®n asistida, redact¨® en octubre un informe para los 47 pa¨ªses del Consejo de Europa sobre subrogaci¨®n. A finales de octubre se vot¨® en contra de su recomendaci¨®n de crear unas directrices internacionales. Ella defiende la necesidad de regular la subrogaci¨®n de manera muy restrictiva, permitiendo solo la altruista. ¡°En B¨¦lgica llevamos 20 a?os de experiencia. No hay fines econ¨®micos, no se aceptan extranjeros, hay comit¨¦s ¨¦ticos y es necesario cumplir numerosos criterios. Existen situaciones, por ejemplo, en las que una mujer quiere ayudar a su hermana a gestar a su beb¨¦¡±, cuenta.
La subrogaci¨®n comercial constituye el 98% de los casos en todo el mundo. EE UU es el pa¨ªs m¨¢s caro, pero tambi¨¦n el que m¨¢s garant¨ªas ofrece. Todo est¨¢ regulado. Sin embargo, incluso en un pa¨ªs rico con un s¨®lido sistema legal, grupos feministas denuncian la vulnerabilidad de las mujeres. Kelly Martinez, una panadera estadounidense de 32 a?os, ha dado a luz a ocho beb¨¦s. Tiene tres suyos y a otros cinco los pari¨® en gestaciones subrogadas. ¡°Quer¨ªa ayudar a otros sabiendo que ese milagro se produce gracias a m¨ª¡±, explica por tel¨¦fono. ¡°Las dos primeras veces trabaj¨¦ con parejas fant¨¢sticas¡±.
La ¨²ltima y tercera gestaci¨®n fue para una pareja de espa?oles. Le cambia la voz al contarlo. Todo iba bien hasta que descubrieron que, ¡°en vez de ni?o y ni?a como ellos quer¨ªan, eran dos chicos¡±, dice. ¡°Empezaron a tratarme distinto, dejaron de preguntarme c¨®mo lo llevaba, as¨ª que empec¨¦ a preocuparme por los beb¨¦s. Todav¨ªa me parte el coraz¨®n. Me arrepiento de haberlo hecho¡±, cuenta. El parto se adelant¨®. Ella tuvo pre-eclampsia, una complicaci¨®n seria del embarazo. ¡°El m¨¦dico dijo que hab¨ªa que sacarlos antes o si no alguien, los ni?os o yo, no lograr¨ªa salir de esta¡±. Los padres, dice, la acusaron de estar interesada en que se acelerara para cobrar antes. ¡°Cuando vi c¨®mo se puso el hombre cuando supo que eran dos ni?os, tuve miedo por si no los quer¨ªan y no se presentaban para recogerlos. Fue muy duro no saber si los beb¨¦s iban a estar bien. No s¨¦ nada de ellos¡±.
Al final, los espa?oles se llevaron a sus hijos y deben 10.000 d¨®lares que los cobradores de morosos le reclaman a ella. Seg¨²n la versi¨®n de Kelly, se escudan en una supuesta violaci¨®n del contrato por su parte ¡ªdicen que se hizo una radiograf¨ªa sin su autorizaci¨®n, algo que ella niega¡ª para no pagar. Casi un a?o despu¨¦s, padece estr¨¦s postraum¨¢tico diagnosticado y le han recomendado una ligadura de trompas debido a la dureza del parto. ¡°Pensaba que estaba protegida por los abogados de la agencia, pero no¡±, afirma.
Algunos contratos tienen un lenguaje crudo y son muy prolijos. Uno de 40 p¨¢ginas suscrito en California en 2015 y proporcionado por una activista, dice esto sobre la ¡°compensaci¨®n [a la gestante] por la p¨¦rdida de un ¨®rgano como consecuencia directa del embarazo¡±: ¡°Extracci¨®n de las trompas de Falopio o de ovarios, 2.500 d¨®lares cada uno¡±; ¡°extirpaci¨®n del ¨²tero, 5.000 d¨®lares¡±. Se estipula tambi¨¦n que los padres, y no ella, deciden cu¨¢ndo poner fin al embarazo si algo sale mal; la abstinencia sexual mientras se intenta el embarazo, se compromete a no salir del Estado y a cosas como no nadar en el mar o no ingerir sacarina.
Muchas parejas prefieren usar una v¨ªa prohibida en Espa?a y pagar entre 45.000 y 120.000 euros, seg¨²n pa¨ªses, para tener un beb¨¦
En otro contrato reciente, firmado en M¨¦xico, se lee: ¡°La evaluaci¨®n psicol¨®gica [de la mujer] certific¨® (¡) las condiciones psicol¨®gicas pertinentes para no sentir apego por el embri¨®n que gestar¨¢ en su vientre¡±. La mujer tambi¨¦n reconoce que ¡°su intervenci¨®n es ¨²nicamente prestar su ¨²tero¡±.
Kelly contact¨® con una de las feministas m¨¢s conocidas por oponerse a esta pr¨¢ctica, Jennifer Lahl. Preside el Center for Bioethics and Culture Network, en California, y es una de fundadoras de la plataforma internacional Stop Surrogacy Now. A finales de octubre estuvo en Madrid invitada por la fundaci¨®n de bio¨¦tica J¨¦r?me Lejeune, de perfil cat¨®lico. El acto al que asisti¨® dej¨® claro que la gestaci¨®n subrogada es capaz de poner de acuerdo a las feministas y a los grupos antiaborto.
Lahl emplea la iron¨ªa sobre la posibilidad de regular para evitar los abusos: ¡°Sabemos que hay un mercado negro de ¨®rganos, redes de tr¨¢fico de personas... as¨ª que vamos a regularlos para proteger a la gente¡±. Tampoco es una opci¨®n, dice, la altruista: ¡°Piensa en cu¨¢ntas mujeres quieren pasar un embarazo gratis para un desconocido¡±. Pone el ejemplo de Canad¨¢, que sigue ese modelo y permite compensar los gastos del embarazo, ¡°as¨ª que todo [tipo de gastos] cae dentro de ese concepto¡±, dice. ¡°Hay muchos agujeros legales¡±. En el caso de que se haga con familiares, advierte, la situaci¨®n, como ella ha constatado en algunos casos, puede ser ¡°un desastre¡±.
El dinero que pueden gastar los padres es un criterio importante a la hora de elegir en el mapa de pa¨ªses que permiten la subrogaci¨®n. Las empresas lo saben. Didac S¨¢nchez, de 24 a?os, preside Subrogalia, una de las que m¨¢s notoriedad ha alcanzado. La sede central est¨¢ en Barcelona, pero asegura que contesta desde Kiev, la nueva capital de la subrogaci¨®n, donde apenas hay regulaci¨®n. ¡°Yo te voy a recomendar qu¨¦ pa¨ªs se adapta mejor a ti. Si eres heterosexual, te recomiendo un sitio, si tienes VIH, otro, pero voy a hacer que tu sue?o lo puedas cumplir¡±, dice. Tienen oficinas en varios pa¨ªses y acaba de abrir mercado en Grecia, un lugar atractivo porque est¨¢ en la UE y porque un juez autoriza a iniciar el proceso, algo que da m¨¢s garant¨ªas a la hora de establecer la filiaci¨®n. Est¨¢ convencido de que este a?o la griega ¡°ser¨¢ la alternativa real a EE UU. Por qu¨¦ me voy a gastar 120.000 si pueden ser 65.000¡±, razona.
S¨¢nchez dice tener no solo clientes espa?oles, sino tambi¨¦n ¡°italianos, chinos, franceses y alemanes¡±. Sobre c¨®mo contratan a las mujeres que se embarazan para terceros, asegura: ¡°En Rusia y Ucrania las captamos nosotros. En Ucrania est¨¢ permitida publicidad en prensa. En vez de poner un anuncio de Coca Cola, pones uno de madres gestantes. En Grecia hay cl¨ªnicas que te las proporcionan directamente¡±.
A Cristina y David les fue bien. Hicieron todo el proceso con Subrogalia. Pero hay al menos tres familias que han demandado a la empresa por incumplimiento de contrato. ¡°Algunos de mis clientes se han endeudado hasta 2030 con cr¨¦ditos para pagar este proceso¡±, explica la abogada Joana Mar¨ªn. ¡°Cuando llegaron a M¨¦xico, descubrieron que ni siquiera se hab¨ªan enviado desde Espa?a los embriones¡±.
Los cr¨ªticos opinan que no se pueden poner los deseos por encima de los derechos de las mujeres, porque es dif¨ªcil impedir los abusos
Otro de los riesgos que asumen quienes inician este proceso es el de quedar atrapados en la mara?a de jurisdicciones y papeleos que implica. No existe ning¨²n marco legal internacional sobre subrogaci¨®n. En 2015, el Parlamento Europeo conden¨® la pr¨¢ctica porque ¡°socava la dignidad de las mujeres¡± y convierte su cuerpo en mercanc¨ªa. Por ahora, solo la Conferencia de La Haya, el organismo multilateral de derecho internacional privado de referencia, tiene a un grupo de expertos desde 2015 analizando la viabilidad jur¨ªdica de establecer unas directrices comunes que aborden los problemas de filiaci¨®n de los menores.
En esa situaci¨®n incierta est¨¢ Jos¨¦ Borrallo, un funcionario de 43 a?os que ha emprendido una batalla legal para que su ni?o, de 2 a?os y nacido en Tabasco (M¨¦xico), sea reconocido como espa?ol y como hijo suyo. Borrallo teme que el peque?o quede desamparado si le sucediera algo a ¨¦l. Es dif¨ªcil saber cu¨¢ntos m¨¢s hay en esta situaci¨®n en Espa?a. Aunque no es algo extendido, el propio Registro Civil admite que ha sucedido ¡°en ocasiones¡±. El ni?o, hoy por hoy, es mexicano.
Guillermo Villar. Gr¨¢ficos
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