Iglesias y Montero: la extra?a pareja (II)
Irene Montero lanza una campa?a de victimismo machista al tiempo que asume los poderes de Errej¨®n en la bicefalia con Iglesias
No se ha diagnosticado todav¨ªa la tendinitis que provoca bloquear "haters" y "trolls" en las redes sociales. Adquiere uno el virtuosismo de Lang Lang en la destreza de utilizar los dedos. Especialmente cuando Podemos moviliza a sus valientes. Casi siempre an¨®nimos. Y muchas veces pervirtiendo la libertad de expresi¨®n.
Acaba de sucederme a ra¨ªz de un art¨ªculo, "La extra?a pareja", que reflexionaba sobre los motivos por los que la prensa consideraba un tab¨² mencionar la relaci¨®n sentimental de Montero e Iglesias. Y que analizaba el valor pol¨ªtico que hab¨ªa adquirido el binomio desde la catarsis de Vistalegre. Tambi¨¦n puntualizaba que Irene Montero hab¨ªa conquistado a ley su lugar. Y que la militancia hab¨ªa decidido coronarla. Y que formaba parte del equipo de confianza que Iglesias hab¨ªa organizado para sobreponerse a la relegaci¨®n de ??igo Errej¨®n. Que pierde sus atribuciones de portavoz en beneficio de Montero y que ha sido expuesto a un proceso de hibernaci¨®n. Pues se le congela o se le crioniza hasta las elecciones madrile?as de 2019, como si fuera la momia de Otzi.
Estas reflexiones convierten a uno en oscurantista y en machista. Un adjetivo tan poderoso y tan sensible que neutraliza en s¨ª mismo cualquier debate sofisticado. Un adjetivo que Irene Montero ha convertido en rompeolas de su inviolabilidad. Cualquier comentario o reflexi¨®n que pueda hacerse sobre su trayectoria pol¨ªtica y sobre el poder que ha adquirido, se expone de inmediato a la represalia maximalista.
Carece de inter¨¦s, sosten¨ªamos ayer, la relaci¨®n sentimental de Iglesias y Montero, pero reviste mucha importancia la posici¨®n de liderazgo bic¨¦falo que han asumido. La pareja que Iglesias formaba con Errej¨®n la recompone ahora con Montero. Y no quiere decir semejante evidencia que haya incurrido el l¨ªder de Podemos en un ejercicio de nepotismo, pero no ser¨ªa una osad¨ªa hipotizarlo. Y mucho menos ser¨ªa un ejercicio de machismo, menos a¨²n cuando la doctrina de Podemos en el caso N¨®os consiste inequ¨ªvoca, rotunda y precisamente en denunciar que la infanta Cristina se hab¨ªa mimetizado con Urdangarin. Y que formaban un binomio perfecto en la comisi¨®n de los delitos. Y que no se puede desvincular a la uno del otro en la naturaleza del esc¨¢ndalo.
?Es machista entonces aludir a la relaci¨®n sentimental de Cristina de Borb¨®n y Urdangarin? La pregunta podr¨ªa extrapolarse a la relaci¨®n de Aznar y Ana Botella, o a la del matrimonio Kirchner, incluso a la de Hollande y S¨¦golene Royal, ejemplos todos ellos, en sus similitudes y en sus diferencias, de cu¨¢nto pueda ser fr¨¢gil el umbral de las relaciones pol¨ªticas y de las sentimentales. Macbeth nunca hubiera sido rey sin la ambici¨®n de su esposa. Y ya se cuida Shakespeare de eludir el tab¨² del machismo. Le otorga a Lady Macbteh la urdidumbre de la trama. Como se la podr¨ªamos otorgar a Irene Montero. Que se parezca a Iglesias en el discurso, en los gestos, no quiere decir que se haya mimetizado con ¨¦l. Podr¨ªa haber sucedido lo contrario.
El machismo es un problema cultural en Espa?a y est¨¢ profundamente arraigado. Pero no compete a Podemos delimitar sus fronteras o sus espacios de excepci¨®n. Ni deber¨ªa servirle a Montero de argumento absoluto y victimista para sustraerse a los debates pol¨ªticos concretos. Tan concretos como el papel jer¨¢rquico que ha adquirido en Podemos. Y que la convierten en "lideresa" de la formaci¨®n morada.
Ser¨ªa un sustantivo, lideresa, inequ¨ªvocamente machista, siempre y cuando no se lo endosemos a Esperanza Aguirre o Ana Botella. Que siendo ambas muy de derechas, son antes muy de derechas que mujeres. Y se las puede bombardear con tuits machistas, como a la infanta. Que es infanta antes que mujer en esta arbitrariedad con que Podemos se apropia de la ortodoxia fundamentalista de las palabras.
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