Los mecanismos de extorsi¨®n de ETA
Un estudio de la Universidad de Deusto sobre los empresarios chantajeados explica c¨®mo fue posible que el grupo terrorista se financiara durante casi medio siglo
¡°Muchos extorsionados por ETA cuando recib¨ªan la primera carta de la banda lo primero que se preguntaban era: ¡®?Por qu¨¦ a m¨ª?¡¯. Y si era nacionalista: ¡®?C¨®mo puede ser a m¨ª con lo que yo he hecho por el euskera y por este pa¨ªs?¡¯. La siguiente pregunta era: ¡®?Qui¨¦n habr¨¢ sido el chivato? ?Alg¨²n trabajador de la empresa? ?Alguien de la sociedad gastron¨®mica? ?Un vecino?¡±. Este testimonio es una generalizaci¨®n extra¨ªda de 66 entrevistas y 140 cuestionarios online realizados por un equipo de la Universidad de Deusto a una muestra del colectivo de m¨¢s de 10.000 personas extorsionadas por ETA durante casi 50 a?os.
El estudio, al que ha dedicado tres a?os un equipo interdisciplinar, coordinado por la polit¨®loga Izaskun S¨¢ez de la Fuente, titulado Misivas del terror (Marcial Pons), supone la mayor aportaci¨®n, hasta el momento, de la faceta m¨¢s oculta del terrorismo etarra: la extorsi¨®n. Una pr¨¢ctica que permiti¨® a ETA sobrevivir con presupuestos anuales de entre 4,5 y seis millones de euros en los a?os setenta y ochenta, y unos dos millones en la primera d¨¦cada de este siglo, adem¨¢s de los m¨¢s de cien millones recaudados en sus m¨¢s de 80 secuestros. El de Emiliano Revilla, en los ochenta, con 1.200 millones de pesetas (7,2 millones de euros) alcanz¨® la cota m¨¢s alta.
Una explicaci¨®n del porqu¨¦ a ETA le funcion¨® la extorsi¨®n casi durante medio siglo est¨¢ en la propia reacci¨®n de los extorsionados, sobre todo en los a?os setenta y ochenta, al recibir la carta de la banda terrorista y considerarla resignadamente como una especie de juego de la ruleta rusa, explica Izaskun S¨¢ez. Esa resignaci¨®n fue un ¨¦xito logrado por el mecanismo que implant¨® ETA. ¡°ETA logr¨® que muchos empresarios chantajeados, sobre todo de pymes, se sintieran estigmatizados al desvalorizarse su imagen social, especialmente en la Transici¨®n. Se les presentaba como explotadores de los trabajadores. Se les responsabilizaba de la dictadura, del llamado conflicto pol¨ªtico. ETA, incluso, pervirti¨® el lenguaje al sustituir extorsi¨®n por impuesto revolucionario como contribuci¨®n a la libertad de Euskalherria. ETA logr¨® que buena parte de la sociedad la justificara durante a?os¡±.
La privacidad es otra clave del mecanismo de la extorsi¨®n. ¡°El extorsionado se sent¨ªa culpable ante su familia y pretend¨ªa protegerla con su privacidad a lo que, tambi¨¦n, contribu¨ªa su temor al entorno social y la inexistencia de garant¨ªas de protecci¨®n por parte de las Fuerzas de Seguridad, dedicadas a desarticular comandos y no a protegerles. A su vez, ETA quer¨ªa que se difundiera la existencia de la extorsi¨®n para favorecerla mediante el miedo, pero no que se conociese al chantajeado. Pero cuando este se resist¨ªa a pagar, ETA iniciaba una campa?a p¨²blica de intimidaci¨®n para doblegarle¡±, se?ala S¨¢ez. La banda dirigi¨® un centenar de atentados contra este colectivo y asesin¨® a una docena de ellos, rebeldes a la extorsi¨®n.
ETA pretend¨ªa la complicidad del extorsionado. ¡°Un entrevistado nos dijo que se preguntaba cu¨¢ntos guardias civiles pod¨ªa matar ETA con su dinero. Los que pagaron no lo hicieron por ayudar a ETA sino por proteger a su familia. Al ceder al chantaje les resultaba dif¨ªcil percibirse como v¨ªctima y hacer p¨²blica su situaci¨®n sin, adem¨¢s, tener siquiera garant¨ªas de que el chantaje hab¨ªa terminado. Se sent¨ªan culpables¡±. S¨¢ez considera que el extorsionado que cedi¨® al chantaje es v¨ªctima. ¡°No se le puede condenar moralmente. La heroicidad no es una exigencia ¨¦tica y, adem¨¢s, los contextos de alg¨²n extorsionado eran muy dif¨ªciles, sobre todo en zonas de implantaci¨®n del radicalismo abertzale¡±.
Responsabilidades
El estudio penetra en los contextos en los que se desarroll¨® la extorsi¨®n, lo que denomina ¡°los c¨ªrculos de la responsabilidad¡±. ¡°La responsabilidad directa, adem¨¢s de ETA, es de la izquierda abertzale que particip¨® en el chantaje como intermediaria y con su discurso pol¨ªtico fue c¨®mplice de la banda terrorista¡±, se?ala la polit¨®loga.
S¨¢ez considera que las instituciones p¨²blicas no estuvieron a la altura de sus responsabilidades. ¡°Muy pronto el PSE y el PCE combatieron la extorsi¨®n y el PNV denunci¨® su perjuicio para la econom¨ªa vasca. Pero, en la medida en que no pod¨ªan garantizar la protecci¨®n de los extorsionados, manten¨ªan, en privado, una posici¨®n menos contundente. Los extorsionados acusan a los partidos de falta de apoyo y de ineficacia¡±.
Numerosos extorsionados no denunciaban el chantaje a las Fuerzas de Seguridad ¡°no tanto por miedo como por su ineficacia¡±. ¡°Ya sab¨ªan que no les pod¨ªan garantizar la protecci¨®n. Su misi¨®n era detener comandos. La situaci¨®n empieza a cambiar con la detenci¨®n de la direcci¨®n de ETA en Bidart y la desarticulaci¨®n de las tramas de extorsi¨®n en 1992. El Estado, al saber que no pod¨ªa proteger a los extorsionados, tampoco se ensa?¨® en los tribunales con ellos¡±, se?ala S¨¢ez.
Tampoco las organizaciones empresariales estuvieron a la altura. ¡°No fueron proactivas, sobre todo, en los setenta y ochenta. Los empresarios extorsionados no sintieron su apoyo. Lo tuvieron de otros empresarios en situaci¨®n similar. Su contundencia creci¨® en los noventa, con la respuesta social en la calle. Tambi¨¦n sucedi¨® que algunos l¨ªderes empresariales fueron acosados por ETA no tanto por negarse a pagar como por su discurso p¨²blico contra la cesi¨®n al chantaje, como fue el caso de Jos¨¦ Mar¨ªa Korta, asesinado por ETA en 2000, o el de Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Urchegi, tambi¨¦n atacado por la banda terrorista¡±.
El estudio asegura que la inmensa mayor¨ªa de los extorsionados no cedieron al chantaje. ¡°Pagaron entre el 5% y el 6% de los chantajeados en Bizkaia, ?lava y Navarra. La cifra sube al 13% en Gipuzkoa. El esplendor de la extorsi¨®n se produjo en los setenta y ochenta cuando se pagaba a ETA en Francia, al aire libre. Algunos no pagaron y se fueron del Pa¨ªs Vasco¡±.
La extorsi¨®n dej¨® secuelas psicol¨®gicas en algunas v¨ªctimas y sus familias, pero, sobre todo, retraimiento social, se?ala S¨¢ez. ¡°Acarre¨® perjuicios econ¨®micos, pero, sobre todo, en los valores c¨ªvicos democr¨¢ticos provocados por la subcultura del chantaje¡±.
Los h¨¦roes iniciales
El colectivo empresarial tiene, tambi¨¦n, sus s¨ªmbolos resistentes frente al terrorismo etarra. El estudio de la Universidad de Deusto ¡ªen el que han participado Xabier Etxeberria, Galo Bilbao y Jes¨²s Prieto, adem¨¢s de Izaskun S¨¢ez¡ª destaca a Jos¨¦ Legasa, empresario irun¨¦s, asesinado por ETA en 1978, por negarse, dos a?os antes, a pagar el chantaje y por entregar a la polic¨ªa francesa al autor de la extorsi¨®n cuando pretend¨ªa cobrarle en un bar de Bayona.
Tambi¨¦n, en 1980, el empresario donostiarra Juan Alkorta hizo p¨²blica la extorsi¨®n de ETA en la prensa y ret¨® a la banda terrorista a que fuera a buscarle, tras asegurar que no ceder¨ªa al chantaje. Es emblem¨¢tica la foto de Alkorta, pocos d¨ªas despu¨¦s, saliendo del estadio de Atocha, tras asistir a un partido de la Real Sociedad, acompa?ado del entonces secretario general del PSE, Txiki Benegas. Alkorta vivi¨® una temporada en el domicilio madrile?o de Felipe Gonz¨¢lez y mantuvo la amistad con el expresidente del Gobierno hasta su muerte en 2004, a los 83 a?os.
La mayor¨ªa de los extorsionados no pagaron, pese al tremendo acoso que padecieron con cerca de un centenar de atentados de ETA y una docena de asesinados. Solo el 10% de los entrevistados en el estudio cedieron al chantaje. No obstante, a los chantajeados les cuesta hablar. Solo uno de cada tres accedi¨® a ello: el 80% ten¨ªan entre 50 y 70 a?os y solo dos eran mujeres.
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