¡°?Quieren convertir en gais a nuestros hombres!¡±
El diplom¨¢tico Luis Melgar recoge en un libro tres a?os de an¨¦cdotas en Guinea Ecuatorial junto a su marido, Pablo
¡°Los blancos est¨¢is locos¡±, respondi¨® Yolanda cuando le dijeron que los nuevos inquilinos de la casa en la que trabajaba, la residencia de la segunda jefatura de la Embajada espa?ola en Guinea Ecuatorial, eran un matrimonio formado por dos hombres. La respuesta de la carism¨¢tica asistenta da t¨ªtulo al libro, editado por Pen¨ªnsula, en el que el diplom¨¢tico Luis Melgar resume tres a?os de disparatadas an¨¦cdotas en el pa¨ªs africano junto a su marido, Pablo.
¡°All¨ª la homosexualidad no est¨¢ perseguida, pero no es visible y hay una represi¨®n familiar total, as¨ª que lo que suelen hacer es casarse y luego tener su vida aparte. En Guinea y en ?frica en general piensan que la homosexualidad no existe, que es un invento, un vicio de los blancos¡±, explica Melgar, de visita en Madrid antes de regresar a su nuevo destino, Venezuela, desde donde han iniciado el proceso para ser padres por gestaci¨®n subrogada.
¡°?bamos juntos a las fiestas de cumplea?os de Teodoro Obiang ¡ªdonde se serv¨ªan tartas de diez pisos con la cara del presidente antes de cantarle ¡°porque es un muchacho excelente¡±¡ª y no tuvimos ning¨²n problema de discriminaci¨®n¡±, relata, pero s¨ª se produjeron algunos malentendidos. Por ejemplo, un ministro ecuatoguineano con su mejor intenci¨®n homenaje¨® a Melgar ofreci¨¦ndole un grupo de mujeres despampanantes que r¨¢pidamente se sentaron en sus rodillas. ¡°Me fui discretamente en cuanto pude¡±, recuerda. En otra ocasi¨®n, al organizar un taller de periodismo dirigido por la periodista Ana Borderas, decidieron que uno de los amigos de Melgar, activista gay de visita en Malabo, ofreciera una rueda de prensa a los alumnos. Los chicos en general reaccionaron bien. Ellas no tanto. ¡°?Vienen a quitarnos a nuestros hombres! Con la poligamia ya ten¨ªamos que pelear con otras mujeres m¨¢s j¨®venes. ?A cu¨¢ntos hombres quieren convertir en gais?¡±, dec¨ªan.
Antes de cambiar de destino, Melgar organiz¨® una semana LGTB ¡ªcharlas, proyecci¨®n de pel¨ªculas para sensibilizar contra la discriminaci¨®n...¡ª. ¡°Era la primera vez que se hac¨ªa algo as¨ª en Guinea. Yo me la estaba jugando, por eso lo planeamos con mucho cuidado. Habl¨¦ con varios ministros guineanos porque no quer¨ªa molestarles. Dentro de la Embajada hab¨ªa compa?eros que no lo ve¨ªan claro. Uno me dijo que no era una prioridad para Espa?a. Tambi¨¦n hubo empresarios que ten¨ªan miedo porque pensaban que aquello pod¨ªa cabrear a las autoridades guineanas y perjudicarles en sus negocios, pero al final sali¨® todo fenomenal¡±, recuerda. De hecho, durante esa semana vivi¨® ¡°lo m¨¢s bonito¡± que le pas¨® en el pa¨ªs africano. ¡°Un alto cargo guineano me pidi¨® consejo porque acababa de enterarse de que su hijo adolescente era gay y hab¨ªa reaccionado mal¡±. De aquella iniciativa suya surgi¨®, adem¨¢s, la primera asociaci¨®n LGTB de Guinea Ecuatorial.
Melgar tambi¨¦n relata en el libro lo dif¨ªcil que era explicarle a los guineanos residentes en Espa?a que solo pod¨ªan llevarse a una de sus tres o cuatro mujeres, que ten¨ªan que elegir. Gestionaba unas 10.000 peticiones de visados al a?o solo desde Malabo. Rechaza la poligamia, pero el diplom¨¢tico explica que en Guinea hay algunas diferencias con la de la cultura musulmana. "All¨ª las mujeres se pueden divorciar de sus maridos y no son estigmatizadas socialmente, aunque el hombre se queda con la dote y los ni?os".
Los visados eran de ida y vuelta. ¡°Tambi¨¦n era muy frecuente que un espa?ol de cierta edad viniera por negocios, se enamorara de una guineana exuberante y luego quisiera repatriarla. En el 2% de las pasiones eran viudos, solteros o divorciados. En el otro 98% hab¨ªa una esposa espa?ola que no sab¨ªa nada¡±.
Yolanda, la asistenta de etnia bubi con la que terminaron siendo u?a y carne, los introdujo en la cultura del pa¨ªs y es el hilo conductor del libro. A veces ten¨ªa que ausentarse del trabajo porque hab¨ªa entrado en su casa una boa gigante. En otra ocasi¨®n porque deb¨ªa cumplir con el luto bubi, que recluye a la viuda en una caba?a durante varias semanas y le rapa la cabeza al cero para que ¡°al esp¨ªritu del difunto no le d¨¦ por acercarse¡±. Ahora siguen en contacto por Facebook y WhatsApp. ¡°Seguro que en Venezuela no hab¨¦is conocido a nadie como yo¡±, les dice Yolanda. ¡°La verdad es que no¡±, admite Melgar.
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