Prostituida a cambio de 2,5 euros
Las violentas bandas rumanas golpean, violan, amenazan y retienen a los hijos de sus v¨ªctimas para forzarlas a entregar casi todo el dinero que ganan
"?Te cortaremos el cuello!", le gritaban a Andreea cada vez que intentaba pisar la calle. "Llamar¨¦ a gente para que te lo corten", le repet¨ªan a esta joven que, enga?ada, hab¨ªa dejado a cuatro hijos ¡ªde 11, 9, 4 y 3 a?os¡ª en su Ruman¨ªa natal para desembarcar en C¨®rdoba con la promesa de ganarse la vida cuidando a la nieta de quien, finalmente, se convirti¨® en su verdugo. La misma mujer que, con el benepl¨¢cito de su hija y yerno, manten¨ªa a Andreea encerrada en casa bajo llave, que la fotografi¨® desnuda para "ofrecer sus servicios" en la web, que la forz¨® a trabajar gratis y la oblig¨® despu¨¦s a prostituirse durante dos a?os. Y la misma que se quedaba con el dinero y le entregaba solo 2,5 euros por cada hombre con el que se acostaba. Conden¨¢ndola a "condiciones de semiesclavitud", seg¨²n sentenciaron los magistrados que juzgaron el caso.
"Ni siquiera saben espa?ol"
Las fuerzas de seguridad detectaron en 2010 un auge de las v¨ªctimas paraguayas, procedentes de las zonas m¨¢s pobres del departamento de Caaguaz¨². "Ni siquiera saben espa?ol. Hablan guaran¨ª", detalla un agente, que explica c¨®mo las redes se aprovechan de su situaci¨®n de vulnerabilidad: "Vienen para ayudar a sus familias". Y llegan enga?adas. Con una deuda de unos 3.500 euros, que aumenta a medida que los tratantes les imponen multas por "infracciones" ¡ªcomo permanecer con un cliente m¨¢s tiempo del permitido¡ª, seg¨²n fuentes policiales.
La Fiscal¨ªa explica que, incluso, para garantizarse el cobro de la deuda, las redes obligan a las mujeres a poner como aval su casa familiar en Paraguay. De esta forma, bajo el temor de perder su ¨²nica posesi¨®n, coaccionan a las v¨ªctimas para que se prostituyan.
"Porque, que nadie se confunda, en este mundo no existe ning¨²n tipo de escr¨²pulo", se arranca un alto mando de la Guardia Civil al describir las t¨¦cnicas que utilizan las redes para coaccionar a sus v¨ªctimas. "Las tratan como mercanc¨ªa. Las cosifican", a?ade un comisario de la Polic¨ªa Nacional. Hablan de palizas. De amenazas. De "crueldad". "Y los grupos delictivos rumanos son especialmente violentos", apostilla otro agente. Los que, precisamente, tienen mayor presencia en Espa?a. Seg¨²n un informe del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), al que ha tenido acceso EL PA?S, la gran parte de los detenidos en 2016 por trata para explotaci¨®n sexual proced¨ªan de ese pa¨ªs. La nacionalidad rumana tambi¨¦n es la mayoritaria entre las v¨ªctimas ¡ªsolo en 2015, la fiscal¨ªa identific¨® 262 casos¡ª, que no suelen superar los 22 a?os.
A Alina la golpearon, violaron y amenazaron con asesinar a su familia cuando ten¨ªa solo 18 a?os. La hab¨ªan sacado de Turno Magurele, una ciudad de 20.000 habitantes al sur de Ruman¨ªa, tras prometer llevarla a Espa?a para que se encontrase con su madre. Pero en el camino en coche hasta la Pen¨ªnsula, sus tratantes le revelaron su verdadero destino: Catarroja (Valencia), lejos de su familiar. Le dijeron que hab¨ªa acumulado una deuda de 2.000 euros por el viaje. Y empez¨® entonces el infierno: la forzaron a prostituirse en las rotondas por las noches, mientras pasaba los d¨ªas vigilada por sus captores y con la orden de no salir a la calle sola. Finalmente, logr¨® escapar: utilizando el traductor de Google del tel¨¦fono, le cont¨® todo a un cliente. Este la llev¨® a la Guardia Civil.
Pero a las v¨ªctimas rumanas no solo las enga?an con falsas promesas y trabajos ficticios. "El m¨¦todo estrella de captaci¨®n es el loverboy", apunta Jos¨¦ ?ngel Gonz¨¢lez, jefe de la Brigada contra la Trata de Seres Humanos de la Polic¨ªa Nacional. La historia, entonces, comienza siempre igual: un hombre ¡ª"el t¨ªpico macarra", en boca de un agente¡ª frecuenta una aldea o un pueblo pobre con un cochazo, alardeando de su riqueza. Consigue enamorar a chicas muy j¨®venes, a las que les garantiza el para¨ªso en un pa¨ªs de Europa occidental. Las convence para que se marchen con ellos y, una vez en Espa?a, empieza el viacrucis. "Es habitual, adem¨¢s, que las embaracen. Y no dudan en utilizar a estos beb¨¦s, hijos tambi¨¦n del proxeneta, como herramienta de coacci¨®n para prostituirlas", cuenta Gonz¨¢lez.
Endeudadas
- El idioma desconocido. No solo las v¨ªctimas nigerianas, chinas o rumanas llegan a Espa?a sin conocer el idioma. Tambi¨¦n las paraguayas, procedentes de las zonas m¨¢s pobres del departamento de Caaguaz¨²: "Hablan guaran¨ª".
- Miles de euros. La deuda de las v¨ªctimas var¨ªa seg¨²n la nacionalidad. A las chinas les imponen 3.500 euros, como a las sudamericanas ¡ªaunque a estas se las elevan con "multas"¡ª. A las nigerianas les cobran hasta 60.000 euros.
Madalina ten¨ªa 16 a?os cuando se enamor¨®. El loverboy le prometi¨® una vida de lujos en Espa?a y la traslad¨® a Figueres (Girona), donde la incomunic¨® en una vivienda vigilada por familiares del tratante. Encerrada durante dos semanas, le llov¨ªan los golpes a diario. Despu¨¦s, la llevaron a un club de alterne para explotarla sexualmente durante tres a?os. Hasta que se qued¨® embaraza del propio proxeneta y regres¨® a Ruman¨ªa. Pero fue un respiro temporal: a los tres meses de dar a luz, la volvieron a llevar al mismo local para prostituirla. Ya con una nueva arma de coacci¨®n: utilizaban a su ni?o, retenido por el hermano del loverboy, para que les entregara todo el dinero que ganaba. 300.000 euros en cuatro a?os, seg¨²n la polic¨ªa.
Para proteger su identidad, los nombres de Andreea, Alina y Madalina son ficticios. Sus historias son, en cambio, muy reales.
El silencio de las "invisibles" v¨ªctimas chinas
Cada caso de trata esconde una dura historia. "La inmensa mayor¨ªa de las v¨ªctimas salen de su pa¨ªs por un proyecto migratorio, otras huyendo y algunas son secuestradas o raptadas", explica Marta Gonz¨¢lez, coordinadora de la ONG Proyecto Esperanza. Mujeres que llegan principalmente de Ruman¨ªa y Nigeria, pero tambi¨¦n de China o Paraguay.
"Las que llegan de China son las v¨ªctimas invisibles", apunta un comisario de la Polic¨ªa Nacional. Viven en pisos y karaokes, frecuentados mayoritariamente por clientes asi¨¢ticos ¡ª"aunque, cada vez m¨¢s, empiezan a acudir espa?oles", detalla un agente¡ª. Pasan los d¨ªas vigiladas las 24 horas. "En las casas donde duermen suele haber un hombre para que no salgan a la calle. Y tambi¨¦n les colocan c¨¢maras", apostilla un alto mando de la Unidad T¨¦cnica de Polic¨ªa Judicial de la Guardia Civil.
Todo ello, en un mundo muy cerrado, que dificulta las investigaciones. Ha habido operaciones policiales en la que ninguna v¨ªctima ha hablado. En abril de 2016, polic¨ªas chinos vinieron a Europa y trabajaron por primera vez de forma conjunta con las fuerzas de seguridad espa?olas ¡ªen el marco de la Operaci¨®n Gavelo, que permiti¨® liberar a 60 mujeres¡ª. "Pero muchas v¨ªctimas se mueven en el contexto de que estas redes les han ayudado a venir a Europa y, por tanto, est¨¢n en deuda", subraya Gonz¨¢lez. "En alguna ocasi¨®n, estas organizaciones chinas las explotan durante un tiempo determinado y, cuando pagan lo que supuestamente deben por el viaje, las dejan marchar. E, incluso, las ayudan a regularizar su situaci¨®n", concluye la Fiscal¨ªa de Extranjer¨ªa.
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