Qui¨¦n que no fuera p¨¢jaro
habr¨ªa descifrado tu rostro
tu verdad bajo el paje de tu pelo
tu sonrisa donde el sol, ni la verdad se ocultaban
porque eras Carme un personaje sin abismos
clara y tenue como el motivo que empujaba
esos tacones tuyos, esos pasos en el vac¨ªo edificio
del Ministerio de Defensa a medianoche
cuando te visit¨¦ y te llev¨¦ una edici¨®n de El Principito
para tu ni?o Miguel.
Antes, como tantos, te vi pasar revista a las tropas
con tu embarazo hinch¨¢ndote la blusa.
La curva redonda del hijo adivin¨¢ndose.
Nunca nada fue tan incongruente y conmovedor
Como contemplar ese circular desaf¨ªo
Frente a la contradictoria argamasa de la muerte.
Verte avanzar entre los hombres
fue pensar que habr¨ªa redenci¨®n para la Espa?a feroz y sin piedad
de mis ancestros.
La sola existencia de una mujer al frente de ej¨¦rcito
promet¨ªa tambores que conocieran la piel,
la endeble consistencia de la carne
una visi¨®n del enemigo que pudiese acomodar
la compasi¨®n.
Querida Carme,
Nunca supe que anduvieras con una bomba de tiempo
en el pecho,
ni que esta fuera a explotar hoy
mientras en Managua, Nicaragua,
tu amiga pensaba vivir un domingo quieto
e intrascendente
que en segundos salt¨® en mil pedazos.
Dif¨ªcil perdonar que te hayas muerto
en este mundo amenazado y opaco
donde tu luz habr¨ªa sido necesaria.
Pero no es hora ya para reclamos.
Valga decir
que aqu¨ª en mi soledad
yo te despido con velas y campanas
y un largo estruendoso
aplauso
Gioconda Belli. Poeta y activista nicarag¨¹ense.
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