Eloy Velasco, un juez de sangre caliente
El instructor del ¡®caso Lezo¡¯, considerado un innovador de la justicia, no reh¨²ye el enfrentamiento
La puerta se abre de golpe, y de la sala de declaraciones sale, como un hurac¨¢n de fuerza 4, el juez Eloy Velasco. Va mascullando maldiciones escaleras arriba. En el interior de la sala, dos polic¨ªas conducen a Francisco Granados de vuelta a los calabozos, de los que saldr¨¢ en unos minutos para la c¨¢rcel. Es 21 de diciembre de 2016, v¨ªsperas de Navidad, y el exconsejero de la Comunidad de Madrid, que ha pedido declarar voluntariamente tras 25 meses en prisi¨®n provisional, le ha tomado el pelo durante dos horas con un testimonio sin valor para la investigaci¨®n del caso P¨²nica. Ese d¨ªa, al menos durante un rato, ser¨¢ mejor no cruzarse con el magistrado.
Cuentan quienes le conocen que Eloy Velasco ¨Cinstructor del caso Lezo, la ¨²ltima causa por corrupci¨®n que le ha estallado al PP entre las manos- es un formidable gestor de su tiempo, y, por eso, pocas cosas le molestan m¨¢s que se lo hagan perder. ¡°Tiene una capacidad de trabajo asombrosa, le envidio c¨®mo rentabiliza el tiempo sin necesidad de echar muchas horas en el juzgado y compatibilizarlo con la familia, con sus publicaciones o con conferencias¡±, afirma un colega magistrado de la Audiencia Nacional. Velasco, de 54 a?os, un bilba¨ªno de aspecto y verbo rotundos, es capaz de parar una declaraci¨®n fundamental para una investigaci¨®n para ir a recoger a sus hijos, todav¨ªa peque?os, al colegio o llevarlos al m¨¦dico.
Tambi¨¦n, en medio de macrooperaciones como Lezo, consigue abrir un hueco para presentar un libro o dar una charla en la universidad. En esos ¨¢mbitos, Velasco capta con facilidad la atenci¨®n del auditorio con frases como ¡°dar beneficios a los terroristas a cambio de cuatro pistolitas de papel no me parece serio¡±, sobre el reciente desarme de ETA, o ¡°el F¨²tbol Club Barcelona ya tiene antecedentes penales¡±, para hablar de un aspecto tan aparentemente ¨¢rido como la responsabilidad penal de las personas jur¨ªdicas, una de sus especialidades. Ese discurso ¨¢gil le lleva en ocasiones a lanzar frases de las que se arrepiente al verlas impresas en un peri¨®dico: ¡°Me siento m¨¢s independiente que los fiscales, yo no tengo superior¡± o ¡°los jueces somos del pueblo. Debemos interpretar la Ley conforme al pueblo¡±.
¡°Deje de mentirme¡±
De puertas adentro del juzgado, las grabaciones de sus interrogatorios muestran, en muchas ocasiones, a un magistrado duro y hosco, capaz de decirle a un testigo ¡°deje de mentirme¡± o ¡°?me ve cara de tonto?¡±. Algunos imputados afirman que han llegado a sentirse amenazados por su actitud. ¡°?l no quiere la verdad, a lo que va es a la caza mayor¡±, afirma un empresario que fue detenido por orden de Velasco. ¡°Cuando o¨ªa que yo citaba el nombre de un pol¨ªtico, daba un respingo en la silla y se pon¨ªa a tomar notas¡±, rememora otro imputado en una de las causas de corrupci¨®n que investiga aquel.
Las fuentes consultadas para este reportaje ¨CVelasco no ha querido participar en ¨¦l- consideran que la ¡°sangre caliente¡± es, quiz¨¢, la mayor debilidad de un magistrado ¡°muy profesional¡±, ¡°valiente¡±, e incluso ¡°pionero¡± en algunas ¨¢reas del derecho penal. Suya es, por ejemplo, la investigaci¨®n que motiv¨® la sentencia bisiesta del Supremo del 29 de febrero de 2016, que por primera vez aplicaba la responsabilidad penal de las personas jur¨ªdicas. Tambi¨¦n ha abierto brecha al aplicar jurisprudencia para ordenar la pr¨¢ctica de pruebas tecnol¨®gicas, como las escuchas ambientales o la introducci¨®n de virus troyanos en ordenadores de redes criminales, antes de que estuvieran reguladas por la ley. ¡°En nuestras investigaciones, los otros magistrados muchas veces vamos a hablar con Eloy para preguntarle por estas innovaciones, porque ¨¦l ya las ha hecho antes¡±, afirma uno de sus colegas de la Audiencia Nacional.
El magistrado, en la Audiencia Nacional desde 2008, est¨¢ acostumbrado a pisar callos y, aunque no los busca, tampoco reh¨²ye los enfrentamientos. Tras acabar Derecho en la universidad de Deusto con nota media de sobresaliente en julio de 1987 y aprobar las oposiciones a juez seis meses despu¨¦s, obtuvo sus primeros destinos, fugaces, en Sagunto y Torrent (Valencia) hasta que en julio de 1990 tom¨® posesi¨®n de Juzgado de Instrucci¨®n 3 de Valencia capital. All¨ª llam¨® la atenci¨®n de Eduardo Zaplana, que, en julio de 1995 lo nombr¨® director general de Justicia en el primer gobierno del PP de la Generalitat Valenciana.
Los ocho a?os, ya lejanos, que Eloy Velasco dedic¨® a la gesti¨®n pol¨ªtica, tras pedir una excedencia en la judicatura, son recordados como una etapa de turbulencias. Su actuaci¨®n se centr¨® en aspectos t¨¦cnicos como la implantaci¨®n de las videoconferencias, la informatizaci¨®n de los juzgados ¨Cfue pionero en los registros de maltratadores y agresores sexuales- o los juicios r¨¢pidos, aspectos que forman parte de los m¨¢s de 40 art¨ªculos acad¨¦micos que ha publicado desde los 90. Sin embargo, no hubo estamento u operador jur¨ªdico con el que no acabara chocando. El intento de controlar el horario de los funcionarios o la circular en la que instaba a jueces y fiscales a moderar sus gastos de oficina le hicieron muy impopular. La segunda fotograf¨ªa que existe de Velasco en la hemeroteca de EL PA?S, de octubre de 1999, le muestra en medio de una cacerolada de funcionarios de justicia de Valencia y la pancarta ¡°Aqu¨ª solo sobra Eloy¡±.
Entre otros logros, en aquellos a?os en la Generalitat, Velasco puso en marcha las ciudades de la Justicia de las tres capitales de la comunidad. Sin embargo, sus roces con los jueces ¨Cel m¨¢s sonado, en enero de 2003 cuando sugiri¨® al juez decano de Alicante que ¡°trabajara m¨¢s y hablase menos¡±- y su conflicto con el magistrado Fernando de Rosa, al que Francisco Camps le puso como superior, acabaron forzando su marcha de la gesti¨®n p¨²blica.
¡°Importa el ¨¢rbitro, no el partido¡±
La impulsividad noblota de Velasco ¨C¡°se le calienta la boca y a veces tambi¨¦n el boli¡±, describe una fuente- se ve matizada con su capacidad, muy valorada por polic¨ªas y fiscales, para trabajar en equipo y para escuchar, aunque le cueste dar su brazo a torcer, las ideas de otros. ¡°Lo que importa es el partido, no el ¨¢rbitro¡± es uno de sus mantras. En los ¨²ltimos tiempos, ha impuesto su criterio para actuar contra el expresidente de Murcia Pedro Antonio S¨¢nchez en el caso P¨²nica y para abrir una investigaci¨®n por terrorismo de Estado en Siria, ambas con la opini¨®n contraria de la fiscal¨ªa.
En los asuntos de terrorismo, que ocupan buena parte de su trabajo, aparece, seg¨²n otros magistrados, el Eloy Velasco m¨¢s severo en la aplicaci¨®n de la ley. En los a?os en que ETA comenzaba a declinar fue tajante en la prohibici¨®n de manifestaciones de apoyo u homenaje a presos y actu¨® contra los aparatos residuales de la banda, como los abogados del frente de c¨¢rceles. Su labor ha sido decisiva para que grupos anarquistas o independentistas como Resistencia Galega fueran declarados terroristas por sus atentados. Sus resoluciones, no obstante, fueron confirmadas por el Supremo.
Buena parte de sus enfados son, seg¨²n fuentes pr¨®ximas, desahogos por ¡°la presi¨®n del papel¡±, la enorme carga de trabajo que soporta su juzgado, y que le han llevado a manifestar recientemente su deseo a dejar de ser juez instructor. Sin embargo, su faceta de activista judicial ¨Ces miembro destacado de la conservadora Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura y con cierta frecuencia incendia los foros de debate interno de la carrera con demandas que le conectan con los jueces de base- no le han granjeado muchas amistades en el Consejo General del Poder Judicial y el Supremo, vitales para ciertos nombramientos. Hay quien le achaca un ¨¢nimo de venganza contra el PP tras su turbulento paso por el Gobierno valenciano. Todos los consultados rechazan esta tesis: ¡°Eloy siempre va de frente, no tiene dobleces. Burro ser¨¢ todo lo que t¨² quieras, pero rencoroso cero¡±, afirma una colaboradora suya.
Celoso de su intimidad, Velasco habla con enorme admiraci¨®n de su esposa, la abogada Beatriz Saura, con la que ha escrito su ¨²ltimo libro y con la que, seg¨²n cuentan, mantiene sonadas discusiones sobre Derecho, su pasi¨®n com¨²n. En los viajes familiares en coche, el juez ha consensuado con sus hijos -que no soportan los discos de AC-DC que les pone- escuchar a Los Ramones. Esos hijos un d¨ªa le dijeron que no hac¨ªa falta que siguiera llamando ¡°los amigos de Pap¨¢¡± a los se?ores que le esperaban a la puerta de su casa, que ya sab¨ªan que eran sus escoltas.
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