Implosi¨®n por televisi¨®n
Susana D¨ªaz y Pedro S¨¢nchez exageran sus diferencias en un debate pol¨¦mico e incendiario que calienta el desenlace de las primarias
Fue un acierto que Susana, Patxi y Pedro tuvieran delante de s¨ª un burladero donde cobijarse o donde contenerse. En caso contrario, hubieran llegado a las manos. Porque lo que s¨ª hicieron fue llegar a las palabras. Se las entrecruzaron con veneno y malicia en el tuteo de un debate hiperb¨®lico. Pedro S¨¢nchez lo empez¨® pidiendo la dimisi¨®n de Rajoy. Y Susana D¨ªaz prometi¨® la suya si el PSOE no remontaba en las urnas.
Se recreaba la presidenta en la evidencia y la superstici¨®n de la victoria en Andaluc¨ªa. No ya para relamerse con ella, sino para recordar a S¨¢nchez su trayectoria de impenitente perdedor. Y para mencionarle que el origen de la abstenci¨®n a Mariano Rajoy proviene precisamente de sus "estrepitosas" derrotas en las urnas: "Tuyo es el peor resultado de la historia del Partido Socialista (...). Tu problema eres t¨²".
Le costaba a Patxi L¨®pez acomodarse en el perfecto antagonismo de sus compa?eros. Y perseveraba de manera sensata y entra?able en su papel de conciliador. "En lugar de pelear contra el PP, no estamos peleando entre nosotros". Y era ¨¦sa la sensaci¨®n del debate, no ya la beligerancia verbal entre S¨¢nchez y D¨ªaz en la dial¨¦ctica del m¨¢rtir y la campeona, sino las secuelas que puedan arrastrar el debate mismo y el desenlace de las primarias el domingo que viene. No parece imaginable la integraci¨®n del ganador y el perdedor. Y s¨ª parece veros¨ªmil una ruptura de la militancia, como si el ejemplo franc¨¦s en tiempos de rechazo al oficialismo ejerciera un efecto imantador.
Se dir¨ªa que S¨¢nchez asume o asimila la implosi¨®n como una necesidad o como una ventaja en su propia estrategia de supervivencia. Lastimero, victimista, lleg¨® a exponerse a la audiencia con los andrajos de un desempleado. Era la manera de eludir sus m¨¢ximas responsabilidades pol¨ªticas, de reconstruir a su antojo el relato del pasado y de evocar el heroico pasaje de la dimisi¨®n parlamentaria, consciente de que semejante machada en la inercia del "no es no" iba a proporcionarle -le ha proporcionado- un extraordinario fervor entre los militantes socialistas.
Puede tratarse de un mensaje simple, demag¨®gico, pero la aversi¨®n a Rajoy representa un argumento "electoral" eficac¨ªsimo, m¨¢s todav¨ªa cuando los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que se amontonan en G¨¦nova aportan razones urgentes a la estrategia sanchista de la evacuaci¨®n. Y obligan incluso a la sobreactuaci¨®n de Susana D¨ªaz en la demonizaci¨®n de los populares: tres veces dijo que el PP era un partido "infame" y "t¨®xico".
El diagn¨®stico de la presidenta andaluza fue m¨¢s condescendiente con el estado comatoso del PSOE. Le parece que es un partido "malito", eufemismo voluntarioso y condescendiente de unas siglas abiertas en canal a las que ha perjudicado el proceso de primarias. No estamos en la guerra de las rosas, sino en la guerra de las espinas. Impresiona que un partido pol¨ªtico recurra a la hora del Angelus, a la expectativa de la clandestinidad y a la escenograf¨ªa de un plat¨® de aspecto b¨²lgaro para exponer a los espectadores y los votantes el proceso de implosi¨®n. Matar, nos matamos entre nosotros, pero lo hacemos de t¨². Porque somos compa?eros.
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