Nacionalizados por el archivo parroquial
La principal instituci¨®n que custodia los registros de la Iglesia en Galicia recibe miles de cartas anuales de descendientes de emigrantes
"Llevamos tanto tiempo haciendo esto, que por el tipo de sobre y por la caligraf¨ªa ya sabemos, sin leer nada, de qu¨¦ pa¨ªs nos llega la carta. Aunque parezca extra?o, la letra de los argentinos tiene algo que la diferencia de la de los uruguayos. O de la de los cubanos. O de la de los espa?oles. Un rabito, un detalle...". Salvador Domato, can¨®nigo de la catedral, dirige un equipo de siete profesionales en el Archivo Hist¨®rico Diocesano de Santiago, el mayor guardi¨¢n de libros parroquiales en Galicia y uno de los mayores de Espa?a, con m¨¢s de ocho millones de documentos y casi 4,6 kil¨®metros de estanter¨ªas dispuestas en m¨®dulos compactos que se mueven sobre ra¨ªles. Cuando en 1975 el entonces arzobispo compostelano ?ngel Suqu¨ªa fund¨® la instituci¨®n, no pod¨ªa aventurarse cu¨¢l iba a ser uno de sus principales cometidos: el de escarbar en las ra¨ªces emigrantes de infinidad de extranjeros que buscan certificar ante alg¨²n consulado su origen gallego para obtener la nacionalidad espa?ola.
Adem¨¢s de las continuas visitas de genealogistas y particulares que llenan la sala de consultas, el gran archivo recibe al a?o unas 12.000 solicitudes de datos por medio de cartas o de correos electr¨®nicos. Muchas son de personas que buscan el rastro de antepasados con la ¨²nica intenci¨®n de armar el ramaje de su ¨¢rbol familiar, o incluso de alguien que persigue reclamar una propiedad perdida en el laberinto del tiempo. Pero m¨¢s de 4.000 proceden del extranjero, y son de descendientes de alg¨²n difunto nacido en Galicia que quieren demostrar que por sus venas corre la misma sangre.
"Lo posterior a 1925 es secreto"
A falta de registros civiles, entre estos legajos eclesi¨¢sticos est¨¢n las anotaciones de los bautizos, los libros de difuntos y el resto de acontecimientos de unas vidas que conflu¨ªan repetidamente en un mismo atrio. De momento, "lo posterior a 1925 no se puede consultar, es secreto", advierten en el archivo; "en esto seguimos lo que dice el Vaticano, y coincidimos b¨¢sicamente con la ley civil". El Archivo Hist¨®rico recibe una ayuda de 8.000 euros por un convenio firmado con la Secretar¨ªa General de la Emigraci¨®n de la Xunta de Galicia. Por la b¨²squeda, lleve el tiempo que lleve, se obtengan o no resultados, "no se cobra nada". "Solo en caso de que el interesado nos pida una certificaci¨®n para presentar ante el consulado, le cobramos 10 euros por este documento", explican all¨ª dentro.
Las cartas llegan de todas partes. El archivo va cumplimentando una estad¨ªstica por pa¨ªses de procedencia. "Las m¨¢s lejanas son de Nueva Zelanda... all¨ª hay m¨¢s gallegos de lo que parece", asegura V¨ªctor Camino, uno de los encargados de este archivo. Haya o no haya ¨¦xito en las pesquisas, "a todo el mundo se le contesta. Y siempre por carta". En estas b¨²squedas a lo largo de los 4,6 kil¨®metros de papel siempre aparecen perlas. Los libros parroquiales guardan infinidad de peque?as historias cotidianas, desde alegr¨ªas y desgracias vecinales hasta sucesos varios o alg¨²n ritual de exorcismo que sin duda marcaron la vida de quien las protagoniz¨®. Eventos tan dispares como "la ca¨ªda de una estrella o un rayo" que mat¨® a todos los animales de una familia en 1868; el bautizo de una "adulta negra" en 1840, o el de un hijo de solteros, Jos¨¦ O'Donnell, en 1782, que de mayor se convirti¨® en primer profesor de matem¨¢ticas de la Armada argentina.
El beb¨¦ Ram¨®n Jos¨¦ Sim¨®n Valle Pe?a, inscrito en el libro de bautizados de entre 1860 y 1882 de la parroquia de San Cibr¨¢n, en Vilanova de Arousa (Pontevedra), pasar¨ªa luego a la historia como Valle-Incl¨¢n. Agustina Otero Iglesias, bautizada el 20 de diciembre de 1868 en San Miguel de Valga (tambi¨¦n Pontevedra), fue violada 10 a?os despu¨¦s en un monte. Con el tiempo se convirti¨® en Carolina, la Bella Otero, famosa artista de la Belle ?poque, amante de los mandatarios m¨¢s poderosos y mito sexual.
"A lo largo del tiempo, y coincidiendo casi siempre con leyes que se van aprobando" aqu¨ª y all¨¢, "en el archivo notamos repuntes en las peticiones", asegura Domato. Verdaderas "oleadas" de cartas como "la ¨²ltima, procedente de Cuba", o la anterior, "en tiempos de Zapatero y con la ley de la memoria hist¨®rica". Siguiendo un poco las noticias internacionales es f¨¢cil adivinar lo que llegar¨¢ en breve. "Por ejemplo, en los ¨²ltimos d¨ªas del mandato de Obama", cuando se puso fin a la pol¨ªtica de pies secos, pies mojados que conced¨ªa autom¨¢ticamente la nacionalidad a los cubanos que pisaban suelo firme estadounidense. A partir de ah¨ª, con Ra¨²l Castro y el predecesor de Trump escenificando su acercamiento, los cubanos iban a ser tratados en EE UU como cualquier extranjero. Y la carambola que nada parec¨ªa tener que ver con Galicia acabar¨ªa chocando con la robusta puerta de madera de este archivo que la Iglesia custodia en el monasterio de San Marti?o Pinario, en Santiago.
Se desencaden¨® una "avalancha de peticiones de cubanos" en busca de sus ra¨ªces a este lado del Atl¨¢ntico. Durante unos meses, llegaron hasta una docena de cartas al d¨ªa. Ahora, el ritmo ha bajado, pero siguen arribando "tres o cuatro diarias" sin falta. Adem¨¢s de por la letra, las misivas del pa¨ªs caribe?o se distinguen "porque vienen en sobres alargados y los remitentes se preocupan por cerrarlas a conciencia", con mucho pegamento.
De los siete empleados del Archivo Hist¨®rico Diocesano, tres se dedican a atender estas solicitudes. Adem¨¢s de la documentaci¨®n acumulada desde el a?o 829 por arzobispos, conventos, entidades y hospitales de la Iglesia, entre estas paredes se protegen ya los registros de 960 de las 1.071 parroquias de la archidi¨®cesis y el volumen "crece cada d¨ªa". El proceso de digitalizaci¨®n, constante desde hace seis meses, durar¨¢ al ritmo actual muchas d¨¦cadas; "tres mil a?os", bromea el director. Nada m¨¢s llegar, el material debe someterse a un tratamiento antiplagas en habitaciones que luego permanecen cerradas a cal y canto varios meses. Despu¨¦s, el restaurador trabaja con los pergaminos y libros que llegan destrozados tras sobrevivir, h¨²medos y olvidados, algunos durante siglos, a la sombra de las sacrist¨ªas.
"Somos un gran archivo con medios muy caseros", sigue contando el religioso. "Para alisar documentos antiguos tenemos una plancha dom¨¦stica, y los ordenadores que usamos fueron jubilados por un banco. Hacemos mucho m¨¢s de lo que podemos". En las inmediaciones del laboratorio de restauraci¨®n, el n¨²cleo del sistema contraincendios fue destrozado por rayos en dos ocasiones pero ya est¨¢ repuesto. "Tuvimos tanta suerte que no pasaron m¨¢s que 14 d¨ªas desde que sustituimos el primero hasta que otra tormenta nos escacharr¨® el segundo", relata ir¨®nico.
Muchas veces, las pistas que aportan los descendientes son tan et¨¦reas que la b¨²squeda se eterniza y fracasa. "Mi abuelo naci¨® en A Coru?a, nos dicen sin m¨¢s detalles", lamenta el director, "pero ellos no saben que A Coru?a es una ciudad con cinco parroquias y al mismo tiempo es una provincia con 800" seg¨²n la tradicional administraci¨®n eclesial. Otras veces "aportan un arco de 60 o 100 a?os para la fecha de nacimiento". Y otras nada m¨¢s que se basan en una foto en sepia donde se puede ver a la bisabuela posando ante una casa, un paisaje. Con suerte, aparece la vista de un pueblo todav¨ªa reconocible, que ayuda a encauzar la investigaci¨®n.
Porque salvo durante los ¨¦xodos masivos a Am¨¦rica de las dos primeras d¨¦cadas del siglo XX, el de la postguerra y el de los a?os sesenta rumbo a Alemania, Suiza o Francia, la gente casi nunca viajaba y "una familia apenas se mov¨ªa del ¨¢mbito de tres o cuatro aldeas vecinas". Esto, hoy, facilita las pesquisas geneal¨®gicas en el archivo, y cuando aparece registrado un familiar, enseguida se van enhebrando todos los parientes. Con los libros parroquiales, asientos que se convirtieron en met¨®dicos desde el siglo XVI por mandato del Concilio de Trento (1545-1563), "se traza el hilo conductor de una familia", comenta el can¨®nigo: "Aqu¨ª tenemos una responsabilidad enorme, porque somos custodios de la historia del pueblo".
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