Del rojo al amarillo
El asesinato de los laboralistas de Atocha hizo imprescindible la transici¨®n democr¨¢tica
El turismo pol¨ªtico a Portugal hab¨ªa servido de introducci¨®n, aunque la admiraci¨®n del visitante se viera enturbiada por cierto tufillo a Espa?a de 1936. ¡°O PCP d¨¤ mais for?a ¨¤ liberdade¡± [es decir, iba a cargarse la libertad], gritaba en el mitin pu?o en alto mi acompa?ante, joven profesor que acab¨® en duro del PP. A este lado de la frontera prevalec¨ªa la sensaci¨®n de fuerza del partido por antonomasia, m¨¢s comisiones, sobre todo en Madrid, ya que en Euskadi resurg¨ªa el nacionalismo vasco, escindido entre defensores de la participaci¨®n electoral y de abstenerse, pero siempre con gran capacidad de movilizaci¨®n. Las plazas vibraban cuando el grupo Pantxo eta Peio entonaba Batasuna.
Una vez lograda la legalizaci¨®n, pocos dudaban de que el monopolio parcial del PCE se traducir¨ªa en votos. En las pegadas de carteles, la masa de universitarios comunistas se desviaba a veces: hab¨ªa fachas cerca y no conven¨ªa dejar solos a los compa?eros socialistas. Un mal augurio: el mitin monstruo previsto en Torrelodones result¨® suspendido por una tromba de agua. El des¨¢nimo se notaba en las caras de los asistentes que regresaban al cruzarse con ellos nuestro grupo de amigos, del que formaban parte el soci¨®logo V¨ªctor P¨¦rez D¨ªaz y su hermana, famos¨ªsima entonces, Victoria Vera. Fue pr¨®logo de la triste noche electoral, donde la izquierda, esto es, el PSOE, qued¨® muy bien, pero no el PCE, que voluntariamente recordaba a un pasado que la mayor¨ªa de los espa?oles prefer¨ªan dejar atr¨¢s.
Menos mal que el PSUC salv¨® los muebles desde Catalu?a: ser¨ªa en lo sucesivo el polo de atracci¨®n de los comunistas dem¨®cratas o eurocomunistas. Lo peor fue que el ¨¦xito no gust¨® a Carrillo, nada dispuesto a aprender lecciones. La desilusi¨®n fue total en Euskadi: el PC vasco no obtuvo representante alguno y se inici¨® la dif¨ªcil deriva hacia la izquierda nacionalista. De momento, el panorama provocado por ETA era desolador, con la cascada de muertos y su progresiva organizaci¨®n pol¨ªtica. La alegr¨ªa general provocada por indultos y amnist¨ªa ceder¨¢ paso a la angustia.
La reuni¨®n de las que ser¨ªan de hecho unas Cortes Constituyentes devolvi¨® los ¨¢nimos no solo a socialistas y comunistas, sino al conjunto de los dem¨®cratas
La reuni¨®n de las que ser¨ªan de hecho unas Cortes Constituyentes devolvi¨® los ¨¢nimos no solo a socialistas y comunistas, sino al conjunto de los dem¨®cratas. La imagen en la Mesa del Congreso de dos figuras emblem¨¢ticas, Dolores Ib¨¢rruri y Rafael Alberti, fue el signo de que Espa?a por fin empezaba a pasar p¨¢gina del franquismo. Hab¨ªan transcurrido solo meses desde que el sacrificio de los laboralistas asesinados de Atocha hiciera imprescindible la transici¨®n democr¨¢tica. Una Transici¨®n duramente pagada, sobre todo por los trabajadores, lejos de unos estereotipos facilones como los que ahora difunden Podemos y su anexo Izquierda Unida. Y que se concret¨® en un proceso de institucionalizaci¨®n impulsado desde los principales partidos y dise?ado por la Comisi¨®n constitucional. En dos a?os nac¨ªa un nuevo Estado democr¨¢tico, que adem¨¢s aspiraba a resolver la articulaci¨®n de ¡°naci¨®n y nacionalidades¡±.
Solo que los a?os felices se hab¨ªan acabado con el fin del crecimiento y una inflaci¨®n devoradora. Los Pactos de la Moncloa fueron la garant¨ªa de supervivencia del r¨¦gimen y tambi¨¦n un trago demasiado amargo para los comunistas tras el golpe de las elecciones, mientras un PSOE en r¨¢pido crecimiento afrontaba una crisis identitaria. Lleg¨® el hoy olvidado ¡°desencanto¡±, tomando el t¨ªtulo de la pel¨ªcula de Ch¨¢varri, y su fruto fugaz, el Partido Radical, una piscina con peces de colores y alg¨²n merluzo. Los art¨ªculos de Juan Luis Cebri¨¢n en 1980 prueban ese desconcierto ¡°radical¡± apuntando a un riesgo efectivo: tras la debilidad de la democracia asomaba la cabeza del golpe militar.