Final y principio
Un a?o decisivo que explica la enorme fortuna de la Espa?a actual
En las elecciones del 15 de junio de 1977 se acoplaron, al fin, la Espa?a real (distanciada ya del r¨¦gimen de Franco, en sus h¨¢bitos y mentalidad, desde al menos una d¨¦cada antes) y la Espa?a oficial (en buena medida ya de cart¨®n piedra, pero a¨²n en pie y, sobre todo, armada y con todos los poderes en la mano). Fueron las primeras elecciones libres desde 1936 y pudo participar un apenas reci¨¦n legalizado Partido Comunista. No solo eso: la presidencia de edad de la sesi¨®n inicial de esas primeras Cortes de la restaurada democracia correspondi¨®, ni m¨¢s ni menos, que a Dolores Ib¨¢rruri, Pasionaria.
Resulta imposible, para quien no lo viviera entonces, entender ahora, desde la distancia, la estruendosa magnitud simb¨®lica que revisti¨® este hecho. En la ciudadan¨ªa hab¨ªa ilusi¨®n y hab¨ªa miedo. Los espa?oles quer¨ªan democracia (los sondeos ¡ªque empezaron a existir en aquellos a?os¡ª as¨ª lo indicaban: puedo dar fe de ello, pues particip¨¦ en la elaboraci¨®n de varios). Pero tambi¨¦n les horrorizaba la posibilidad de un nuevo enfrentamiento fratricida.
Los espa?oles quer¨ªan democracia. Pero tambi¨¦n les horrorizaba la posibilidad de un nuevo enfrentamiento fratricida
En la memoria colectiva segu¨ªa pesando el estremecido, y a¨²n no cicatrizado, recuerdo de la Guerra Civil y de cuanto tras ella vino. Se explica as¨ª la t¨¢cita ¡ªy masivamente apoyada¡ª decisi¨®n de pasar p¨¢gina cuanto antes, que ahora tantos con arrogante displicencia critican (resulta muy barato ponerse estupendo desde la barrera, y a toro ya muy pasado, cuando los personajes que a¨²n tanto asustaban ¡ªy con sobrado motivo¡ª son ya solo sombras difusas de un pasado no vivido).
Los que s¨ª vivimos el a?o 1977 conocemos muy bien la abrumadora incertidumbre del momento. No hab¨ªa manual de instrucciones: nunca antes ning¨²n pa¨ªs hab¨ªa logrado transitar con ¨¦xito, y sin a?adido ba?o de sangre por medio, desde la dictadura hasta la libertad. En 1977 Espa?a lo consigui¨®: con el miedo, y la generosidad, y la prudencia, y el redescubrimiento del mutuo respeto (?eso que Fernando de los R¨ªos consideraba que era lo aut¨¦nticamente revolucionario en Espa?a!) que tantos pusieron entonces sobre la mesa. Y digan lo que digan ahora, desde un presente infinitamente m¨¢s confortable, algunos que solo conocen de o¨ªdas lo que entonces aconteci¨®, fue, sencillamente, un a?o decisivo. Junto con 1982, el que explica la enorme fortuna colectiva que, pese a todo, representa la Espa?a actual.?
Jos¨¦ Juan Toharia es soci¨®logo.