Tercera moci¨®n de censura imposible
Felipe Gonz¨¢lez y Antonio Hern¨¢ndez Mancha protagonizaron las otras dos iniciativas de la oposici¨®n contra Gobiernos de la democracia
"La moci¨®n de censura es un deber moral cuando la oposici¨®n considera que el Gobierno no ha defendido los intereses de la naci¨®n, no ha defendido los intereses de los ciudadanos. Esta moci¨®n de censura ha sido ya ¨²til como procedimiento de dinamizaci¨®n de la vida pol¨ªtica, como f¨®rmula de creaci¨®n de una ilusi¨®n colectiva que ha terminado con el mito del desencanto pol¨ªtico. El Gobierno ha eludido la responsabilidad de enfrentarse con una situaci¨®n de corrupci¨®n y de desorganizaci¨®n administrativa en organismos estatales", dijo Alfonso Guerra el 28 de mayo de 1980 en la tribuna del Congreso.
El entonces n¨²mero dos del PSOE presentaba la moci¨®n de censura de Felipe Gonz¨¢lez contra Adolfo Su¨¢rez, presidente del Gobierno de entonces. No hab¨ªa opci¨®n de que saliera adelante y, de hecho, dos d¨ªas despu¨¦s fue derrotada con 152 votos a favor y 166 en contra.
El 2 de marzo de 1987 Alfonso Guerra volvi¨® a intervenir en una moci¨®n de censura, pero con distinta perspectiva y diferente discurso, porque lo hac¨ªa esta vez como vicepresidente del Gobierno. "No hay ni un solo dato, en la realidad parlamentaria, que permita pensar en la posibilidad, aunque sea lejana, de que los firmantes de la moci¨®n puedan aglutinar en torno a su candidato una mayor¨ªa capaz de sostener un Gobierno", dijo para desacreditar por falta de apoyos la iniciativa que presentaba el entonces l¨ªder de Alianza Popular (antecedente del PP), Antonio Hern¨¢ndez Mancha.
"Son ustedes la derecha reaccionaria vestida de populismo", les dijo Guerra a los promotores de la moci¨®n que fue derrotada como se esperaba con 66 s¨ªes, 195 noes y 71 abstenciones.
Ninguna de las dos ten¨ªa posibilidades de ¨¦xito por la aritm¨¦tica parlamentaria, pero la primera ha pasado a la historia como un ¨¦xito pol¨ªtico porque sirvi¨® para lanzar a Felipe Gonz¨¢lez como l¨ªder en un proceso que acab¨® en La Moncloa con mayor¨ªa absoluta arrolladora en octubre de 1982. La segunda ha quedado como la historia del fracaso de quien pretend¨ªa consolidarse en su partido, frente a un PSOE hegem¨®nico, y que termin¨® con su sustituci¨®n al frente de la derecha.
Pero 30 a?os despu¨¦s Hern¨¢ndez Mancha hace a EL PA?S un relato diferente en el que, por ejemplo, equipara la intenci¨®n de su moci¨®n de censura con la de Pablo Iglesias. "Necesitaba atraer la atenci¨®n del electorado de centro derecha y mostrarme como l¨ªder de ese espectro para frenar el ascenso de Adolfo Su¨¢rez con el CDS", asegura.
Seg¨²n su versi¨®n, acababa de ser elegido en un congreso de AP, no era diputado, ten¨ªa 35 a?os y era un desconocido y necesitaba buscar el foco p¨²blico. "Sab¨ªa que era imposible, pero fui tan osado y loco de ir a por Felipe Gonz¨¢lez y su mayor¨ªa absoluta y logr¨¦ cosas importantes como frenar a Su¨¢rez que no volvi¨® a levantar cabeza y un buen resultado en las europeas, municipales y auton¨®micas de junio, quitando la mayor¨ªa absoluta en la Comunidad de Madrid al PSOE y provocando un relevo generacional, por ejemplo, con Aznar en Castilla y Le¨®n o con dirigentes como Alberto Ruiz-Gallard¨®n que ten¨ªa 28 a?os".
En todo caso, es un instrumento constitucional que dif¨ªcilmente se convierte en arma para derribar gobiernos, porque la mayor¨ªa parlamentaria no s¨®lo debe retirar el apoyo a un presidente, sino apoyar a un candidato alternativo. Tiene un valor pol¨ªtico y simb¨®lico.
El martes, Pablo Iglesias defender¨¢ la tercera moci¨®n de censura que se debate en Espa?a. Tambi¨¦n lo har¨¢ sabiendo que es imposible que prospere y en busca de ser reconocido como l¨ªder de la izquierda y la oposici¨®n. A diferencia de las otras dos ocasiones, la moci¨®n la presenta el l¨ªder del tercer partido, no el segundo, pero es muy probable que sea rechazada por menos diputados que la mayor¨ªa absoluta, con lo que el secretario general de Podemos pretende mostrar la debilidad del Gobierno de Rajoy.
En las otras dos ocasiones, la moci¨®n fue defendida primero por destacados diputados del partido que la presentaba (Alfonso Guerra y Juan Ram¨®n Calero) con discursos muy cr¨ªticos contra los gobiernos y luego los aspirantes (Felipe Gonz¨¢lez y Antonio Hern¨¢ndez Mancha) expusieron sus programas, cumpliendo el mandato constitucional de moci¨®n de censura constructiva.
En ambos casos, intervinieron varios miembros del Gobierno para dar r¨¦plica a los proponentes. Por ejemplo, en la primera intervinieron el vicepresidente Fernando Abril Martorell y el ministro de Presidencia Rafael Arias-Salgado y en la segunda el citado vicepresidente Alfonso Guerra. Y, por supuesto, intervinieron los dos presidentes del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez y Felipe Gonzalez.
En el primer debate, se habl¨® de corrupci¨®n, pero sobre todo se mencionaron cuestiones predemocr¨¢ticas y de desarrollo constitucional que ahora se ven lejanas. Por ejemplo, parte de la argumentaci¨®n de Gonz¨¢lez fue la desilusi¨®n ciudadana por falta de desarrollo de derechos reconocidos en la Constituci¨®n, el retraso en la creaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas y la falta de usos democr¨¢ticos, como la respuesta en el Parlamento a los requerimientos de la oposici¨®n. Ahora se argumenta la desilusi¨®n ciudadana casi 40 a?os despu¨¦s de aprobada la Constituci¨®n y poco despu¨¦s de un cambio en la aritm¨¦tica parlamentaria, con dos partidos nuevos, pero con el mismo presidente del Gobierno de la ¨²ltima legislatura bipartidista.
Y, por supuesto, sobre la situaci¨®n econ¨®mica. Ese a?o 1980 cerr¨® con una tasa de paro del 14%, lo que supon¨ªa dos millones de parados y una poblaci¨®n empleada cercana a los 12 millones de personas. Acab¨® con una inflaci¨®n por encima del 15% y un salario m¨ªnimo de 25.000 pesetas (150.25 euros).
Como ahora, se argument¨® una situaci¨®n de emergencia y gravedad pol¨ªtica e institucional. Pero entonces hab¨ªa dos variables que estuvieron presentes en el debate: el terrorismo y el golpismo. Hubo 91 muertos a causa de la violencia etarra en 1980, el a?o en el que hubo un muerto por terrorismo cada 60 horas.
Unos meses despu¨¦s de la moci¨®n de censura fallida se produjo el intento de golpe de Estado del 23-F y los peri¨®dicos de la ¨¦poca estaban repletos de noticias sobre intentonas de un ej¨¦rcito no democr¨¢tico y una ultraderecha que no renunciaba a abandonar su poder.
En 1987, cuando la segunda moci¨®n de censura, ETA cometi¨® los atentados m¨¢s sangrientos de su historia, en los que murieron 45 personas. En junio, una bomba en el centro comercial Hipercor de Barcelona mat¨® a 21 personas, y en diciembre, otro atentado con explosivos a una casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza caus¨® la muerte a 11 personas
El n¨²mero de parados registrados en las Oficinas de Empleo al finalizar el pasado a?o ascend¨ªa a 2.901.825, con una tasa de desempleo sobre la poblaci¨®n activa del 21,03%. y un incremento del n¨²mero de parados a lo largo de los doce meses de 170,325.
Adem¨¢s de esas dos mociones, ha habido otros dos amagos que nunca llegaron a concretarse: en 1995 cuando en tiempos de la pinza [la actuaci¨®n conjunta del PP e IU contra el PSOE], los esc¨¢ndalos y el afloramiento de la persecuci¨®n de los GAL Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar propuso a Julio Anguita presentar una contra Felipe Gonz¨¢lez y otra en 2013 cuando Alfredo P¨¦rez Rubalcaba anunci¨® que la presentar¨ªa contra la mayor¨ªa absoluta de Mariano Rajoy para obligarle a comparecer en el pleno para dar cuenta del caso G¨¹rtel. La primera no se sustanci¨® porque Anguita no acept¨® y la segunda no fue precisa porque Rajoy acudi¨® al Congreso.
De esa forma se mantuvo la sacralizaci¨®n del instrumento constitucional que sirve para exigir responsabilidad pol¨ªtica a un presidente. El otro, el de la moci¨®n de confianza, corresponde al presidente del Gobierno y tambi¨¦n ha sido utilizada dos veces: La primera de Su¨¢rez en 1980 y la segunda Gonz¨¢lez en 1990. En ambos casos, los presidentes lograron la confianza de la C¨¢mara.
En la pr¨¢ctica, con una moci¨®n de censura como la espa?ola, copiada de la alemana, es dif¨ªcil derribar un Gobierno, porque ser¨ªa necesario que fuera un Ejecutivo de coalici¨®n, como nunca ha habido en nuestro pa¨ªs, y precisa un cambio de mayor¨ªa parlamentaria en favor de otro candidato. Y de hecho, ha habido otras votaciones como las de Presupuestos que han sido m¨¢s ¨²tiles en ese sentido. Es lo que ocurri¨® en octubre de 1995 cuando CiU, dej¨® de apoyar al Gobierno, vot¨® en contra en los presupuestos para 1996, que fueron desestimados y se abri¨® una crisis que desemboc¨® en la disoluci¨®n de las C¨¢maras pocos meses despu¨¦s.
En Espa?a no existe regulada la figura de la reprobaci¨®n efectiva de ministros, que s¨ª existe en Reino Unido, Suecia, Grecia e Italia. All¨ª cada ministro es personalmente responsable de su gesti¨®n ante el Parlamento, que podr¨¢ solicitar su cese si lo estima oportuno. En Espa?a se ha producido una sola reprobaci¨®n en el pleno de un ministro, Rafael Catal¨¢, pero sin efectos ejecutivos o vinculantes, solo pol¨ªticos.
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