Paro, la cronificaci¨®n de una enfermedad
Los Pactos de la Moncloa marcaron durante un septenio el procedimiento para paliar los problemas de un paro creciente
El paro no era un problema al principio de la Transici¨®n. Al finalizar el a?o 1977 no llegaba al 6% de la poblaci¨®n activa, lo que se pod¨ªa calificar como cercano al pleno empleo. Lo ¨²nico inquietante era la tendencia: sub¨ªa poco a poco. Pero en aquel momento eran mucho m¨¢s graves las tremendas subidas de precios y el desequilibrio exterior. Esa tendencia ha ampliado mucho su vuelo desde entonces, pareci¨¦ndose a una inmensa monta?a llena de picos de sierra. Descontado el final de la d¨¦cada de los setenta, el punto m¨ªnimo de desempleo se dio en el periodo 2006-2007, con Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero de presidente de Gobierno (7,9%), y el pico m¨¢ximo, en plena Gran Recesi¨®n, a?o 2012, con Mariano Rajoy (27,2%).
Si se repasan estos 40 a?os se puede considerar el desempleo como el quebradero m¨¢s constante y permanente de la sociedad espa?ola. Otros aspectos de la evoluci¨®n temporal han cambiado, mas no este. As¨ª, el paro ¡ªcon todo lo que apareja¡ª significa la cronificaci¨®n de una enfermedad social. El dilema en la segunda parte de los a?os setenta, muerto Franco, era c¨®mo legitimar un nuevo r¨¦gimen y asentar una democracia estable que toleraba una inflaci¨®n que hab¨ªa llegado al 42%. C¨®mo edificar una sociedad democr¨¢tica avanzada que poco ten¨ªa que ver con la econom¨ªa social de mercado que reg¨ªa en todos los pa¨ªses occidentales. Los pol¨ªticos de la ¨¦poca, unos m¨¢s que otros, ten¨ªan en cuenta impl¨ªcitamente lo que el socialista hist¨®rico Indalecio Prieto hab¨ªa escrito en Convulsiones de Espa?a (Oasis): ¡°No entender pol¨ªticamente el mundo de la crisis econ¨®mica y no presentar ante ¨¦l una pol¨ªtica econ¨®mica coherente constituy¨® una de las causas del fracaso de la II Rep¨²blica¡±.
Charles Powell, uno de los analistas que mejor ha examinado estos a?os, escribi¨® en su libro can¨®nico sobre la Transici¨®n (Espa?a en la democracia 1975-2000, Plaza & Jan¨¦s) que el problema m¨¢s acuciante de cuantos tuvo que afrontar el primer Gobierno de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) fue sin duda la crisis econ¨®mica que desde 1974 padec¨ªa Espa?a; ese Ejecutivo de Adolfo Su¨¢rez era plenamente consciente de su gravedad, y ya en el verano de 1976, en sus primeros contactos con los dirigentes de la oposici¨®n, el presidente se hab¨ªa referido a la imposibilidad de actuar eficazmente sin la existencia de un gran acuerdo entre todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales.
Si se repasan estos 40 a?os se puede considerar el desempleo como el quebradero m¨¢s constante y permanente de la sociedad espa?ola
Parad¨®jicamente, los principales intentos para arreglar esta situaci¨®n no partieron del Parlamento sino del exterior, y solo despu¨¦s llegaron a las Cortes. El m¨¢s importante fueron los archifamosos Pactos de la Moncloa, icono de la transici¨®n econ¨®mica. En ellos hab¨ªa medidas de saneamiento urgente de la coyuntura (sobre todo contra la inflaci¨®n); medidas de reforma para tratar de repartir con equidad los costes de la crisis, reestructurar los sectores productivos e instaurar ¡ªv¨ªa consenso¡ª un sistema de econom¨ªa de mercado; y medidas pol¨ªticas y jur¨ªdicas de asentamiento de las libertades (que no fueron firmadas por Alianza Popular). Se firmaron en octubre de ese a?o y los signatarios fueron los representantes de los partidos pol¨ªticos ante la extrema debilidad de la patronal y, sobre todo, de los sindicatos, que emerg¨ªan despu¨¦s de 40 a?os de dictadura franquista y represi¨®n. Uno de sus protagonistas m¨¢s atinados, el vicepresidente pol¨ªtico del Gobierno de UCD, Fernando Abril Martorell, sosten¨ªa en privado que daba igual lo que se acordase siempre que fuese en la buena direcci¨®n; lo importante era ganar tiempo para que, un a?o despu¨¦s, se pactase la Constituci¨®n, sin turbaciones sociales o pol¨ªticas que lo impidiesen.
Los Pactos de la Moncloa marcaron durante un septenio el procedimiento por el que se intentaron paliar los problemas de un desem?pleo creciente y que se hab¨ªa convertido en estructural. As¨ª se desarroll¨® en Espa?a la teor¨ªa de los pactos sociales como instrumento del Estado de bienestar que hab¨ªa nacido en Europa tras la II Guerra Mundial como fruto (quiz¨¢ irrepetible) de un consenso pol¨ªtico en el que participaron los socialdem¨®cratas, la derecha democristiana y algunos liberales, excepcionalmente poco dogm¨¢ticos. En esos a?os se firmaron hasta cinco pactos sociales, el m¨¢s representativo de los cuales, el Acuerdo Nacional de Empleo (denominado ¡°el pacto del miedo¡±), fue suscrito apenas unos d¨ªas despu¨¦s del golpe de Estado del teniente coronel Tejero, en una demostraci¨®n expl¨ªcita de la relaci¨®n entre la pol¨ªtica y la econom¨ªa.
Aquellos pactos sociales, que vistos hoy parecen bastante inici¨¢ticos en sus contenidos, ten¨ªan dos caracter¨ªsticas olvidadas cuando se sustituyeron por las reformas laborales impuestas: exigir de cada grupo social la asunci¨®n de sus responsabilidades frente a las crisis; y la creencia de que ninguna fuerza pol¨ªtica, por m¨¢s fortaleza parlamentaria de la que dispusiese, ten¨ªa respuestas suficientes para imponerlas al resto de la sociedad y superar los problemas.