Seis figuras, seis estilos, seis legados: se?ores presidentes
Retratos de los pol¨ªticos que han liderado la transformaci¨®n de Espa?a en los ¨²ltimos 40 a?os en democracia
1976-1981
Adolfo Su¨¢rez
El despreciado
Aquel falangista converso de permanente y seductora sonrisa parec¨ªa alimentarse solo de caf¨¦s, tortillas francesas y cigarrillos Ducados. Y no dorm¨ªa m¨¢s de cuatro horas diarias. A sus cuarenta y pocos a?os, dedicaba su vida a una meta para la historia: dejar atr¨¢s una larga dictadura y estrenar una democracia. Lo logr¨® en un tiempo r¨¦cord. Sin embargo, en la Espa?a de los desagradecidos Adolfo Su¨¢rez seguir¨¢ ocupando un lugar de honor entre los m¨¢s injustamente tratados por sus contempor¨¢neos. Fue traicionado hasta por los suyos, y cuando los verdugos quisieron rectificar ya era tarde.
Su militancia falangista era el pecado original del primer jefe de Gobierno democr¨¢tico desde el golpe de Estado de 1936. Pero tambi¨¦n ah¨ª resid¨ªa su m¨¦rito. ?C¨®mo interpretar si no que quien hab¨ªa sido jefe del partido fascista liderara el consenso para la Constituci¨®n y legalizara el Partido Comunista? ?O que convenciera a sus camaradas procuradores para que se hicieran el harakiri y dejaran paso a unos diputados elegidos democr¨¢ticamente hace ahora 40 a?os?
El hombre del ¡°puedo prometer y prometo¡± era consciente de la enorme trascendencia de lo que hac¨ªa, como demostr¨® al dejar para los anales esta frase en v¨ªsperas del 15-J: ¡°Prometimos devolverle la soberan¨ªa al pueblo espa?ol, y ma?ana la ejerce¡±. Y lo consigui¨® bajo el estruendo de las bombas de ETA, los ruidos de sables en los cuarteles y el desprecio de la ¨¦lite.
Pues bien, lejos de ser considerado el puente entre la dictadura y la democracia, Su¨¢rez fue ¡°un traidor¡± para los franquistas, un usurpador para los conversos y un don nadie para los j¨®venes l¨ªderes de la ¨¦poca. Para el ¡°tah¨²r del Misisipi¡±, ¡°el inculto de las cloacas del franquismo¡± ¡ªen palabras de Alfonso Guerra¡ª, el reconocimiento le lleg¨® cuando su cerebro ya era incapaz de asimilar la realidad. Hasta el reloj de la vida fue injusto con ¨¦l.
1981-1982
Leopoldo Calvo Sotelo
El pianista
En La Moncloa ha habido ruido de sables, golpes de raquetas de p¨¢del o tintineos de vasos de vino al amanecer, pero en los 21 meses que estuvo all¨ª Leopoldo Calvo Sotelo el sonido dominante fue el del piano. Aquel hombre t¨ªmido, culto y arrogante se evad¨ªa as¨ª en su convulso mandato jalonado por dos intentos de golpe de Estado: el del 23-F y el del 27-O.
Se sent¨ªa superior. Dec¨ªa que, para ser presidente, hab¨ªa que tener experiencia pol¨ªtica, saber econom¨ªa y dominar idiomas. O sea, ¨¦l. Y lleg¨®. Su primera sorpresa fue que en la caja fuerte, all¨¢ donde esperaba encontrar los secretos de Estado, solo hall¨® los n¨²meros de la clave para abrirla. ¡°Mi antecesor no hab¨ªa tenido tiempo de entregarme casi nada, salvo el poder y un golpe militar, que no es poco¡±, cont¨® en sus memorias. La autoridad de La Esfinge, como fue llamado por su gesto inexpresivo, qued¨® a salvo al superar la prueba de detener y enjuiciar a los golpistas, pero su presidencia qued¨® marcada por dos controvertidas decisiones. El apresurado ingreso en la Alianza Atl¨¢ntica se convirti¨® en una palanca del PSOE ¡ª¡°OTAN, de entrada no¡±¡ª para ganar las elecciones en 1982. La segunda fue el cierre del mapa auton¨®mico en un momento en el que hasta Segovia reclamaba una regi¨®n propia. ?Por qu¨¦ no, si ya lo eran Murcia o Cantabria?
Fue un cierre constre?ido por una restrictiva ley de competencias ¡ªla LOAPA¡ª corregida luego por el Constitucional. L¨®gico, cuando del protagonista comentaba entonces su ministro Rodolfo Mart¨ªn Villa: ¡°Si Leopoldo es autonomista, yo soy Sabino Arana¡±.
El 1 de diciembre de 1982, el sobrino de Jos¨¦ Calvo Sotelo, protom¨¢rtir de la Guerra Civil, daba la llave de la caja fuerte de La Moncloa al socialista Felipe Gonz¨¢lez. Segu¨ªa vac¨ªa, pero la Transici¨®n hab¨ªa terminado.
1982-1996
Felipe Gonz¨¢lez
El l¨ªder
A los siete a?os de la muerte de Franco, los espa?oles entendieron que hab¨ªa llegado el momento de entregar el poder a los osados. Asumieron plenamente el riesgo, porque le dieron a Felipe Gonz¨¢lez la m¨¢s amplia mayor¨ªa absoluta registrada hasta ahora: 202 de los 350 esca?os del Congreso. Fue as¨ª como el militante Isidoro de la clandestinidad se convirti¨® a los 40 a?os en el primer presidente socialista de la democracia y el que m¨¢s capacidad de maniobra ha tenido. La utiliz¨® para modernizar un pa¨ªs en el que la historia se hab¨ªa detenido medio siglo atr¨¢s. Y lo hizo como un l¨ªder, es decir, imponiendo sus criterios. Por eso, su reconversi¨®n industrial y la modernizaci¨®n de la econom¨ªa le costaron dos huelgas generales lideradas por su gran amigo y exaliado, el ugetista Nicol¨¢s Redondo.
Ya estaba entrenado. Empe?ado en borrar el ADN marxista de su partido, dimiti¨® como secretario general del PSOE al verse en minor¨ªa en el congreso de 1979, pero se sali¨® con la suya meses despu¨¦s en otra convocatoria extraordinaria.
Era en esas ocasiones cuando Felipe Gonz¨¢lez exhib¨ªa sus artes de convicci¨®n, su desbordante oratoria. Solo as¨ª consigui¨® lo imposible: convencer a los espa?oles de votar s¨ª a la OTAN cuando su partido hab¨ªa prometido sacar al pa¨ªs de la Alianza Atl¨¢ntica.
Esa mezcla de obstinaci¨®n y persuasi¨®n la invirti¨® en el exterior como ning¨²n l¨ªder espa?ol ha sabido hacerlo. No solo meti¨® a Espa?a en la entonces Comunidad Europea, sino que, con Mitterrand y Kohl, form¨® el tridente que mayor brillo ha dado a la Europa reciente.
Como tantos l¨ªderes idolatrados, sus d¨ªas de gloria se enturbiaron: los GAL, Luis Rold¨¢n, fondos reservados, escuchas del Cesid¡ Hasta que los electores le dijeron basta en 1996. Hab¨ªa pasado 14 a?os en el poder. Los que homologaron a Espa?a en el mundo.
1996-2004
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar
El arrogante
Los espa?oles conocieron con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a la derecha sin complejos. El t¨¦rmino lo usaba ¨¦l para explicar que la ideolog¨ªa y el poder hab¨ªa que expresarlos sin miramientos. Fue todo un maestro porque, pese a definirse ¡°heredero de la tradici¨®n liberal espa?ola¡±, ejerci¨® de l¨ªder neoconservador que llev¨® a Espa?a a la guerra.
El hombre que prometi¨® poner orden transform¨® el PP y el Gobierno en un ej¨¦rcito de temerosos soldados sometidos a las anotaciones del cuaderno azul del jefe. Por eso nadie os¨® mover una ceja cuando privatiz¨® de un plumazo las joyas de la corona (Repsol, Telef¨®nica, Endesa, Tabacalera) y entreg¨® alguna a viejos compa?eros de pupitre.
A lomos de una mayor¨ªa absoluta, con tasas de crecimiento econ¨®mico por encima del 3% y un desempleo bajo (11%), Aznar entr¨® en una fase de desconexi¨®n del mundo que le llev¨® a hablar espa?ol con acento texano. As¨ª, dividi¨® Europa al encabezar una sumisi¨®n a Washington que llev¨® al Ej¨¦rcito espa?ol a Irak. ¡°El r¨¦gimen iraqu¨ª tiene armas de destrucci¨®n masiva¡±, justific¨® con la tranquilidad con la que a?os despu¨¦s, entre aplausos, asumi¨® que hab¨ªa comprobado tarde que no hab¨ªa tal.
No tan grave pero m¨¢s rid¨ªcula fue otra prueba de ese alejamiento de la realidad: la boda de su hija Ana en El Escorial. All¨ª estaban los reyes, Blair, Berlusconi, ministros y exministros de Franco¡ M¨¢s de 200 coches oficiales se agolpaban junto al egregio monasterio convertido en teatrillo de la nomenclatura neoconservadora.
Sus ¨²ltimas horas en La Moncloa pusieron fin a la ficci¨®n de la forma m¨¢s dram¨¢tica. En un p¨®stumo quiebro a la realidad, Aznar dijo a los espa?oles que era ETA la que hab¨ªa asesinado a 200 personas en Madrid el 11-M. Fue la otra gran mentira de la que tampoco podr¨¢ escapar nunca, esta vez sin aplausos.
2004-2011
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero
El optimista
Bajo los ecos del ¡°Zapatero no nos falles¡±, el candidato socialista era aquel 14-M el ¨²nico convencido de que iba a ganar. De Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero siempre han dicho sus amigos que es un optimista. Por eso gobern¨® Espa?a convencido de que todo ir¨ªa bien, de que todas sus decisiones y ocurrencias dar¨ªan buen resultado. A ZP, sin embargo, le estall¨® en la cara la peor crisis econ¨®mica y algunas frivolidades le costaron los disgustos m¨¢s desagradables.
Este ¡°dem¨®crata social m¨¢s que socialdem¨®crata¡±, como se define, dio un buen lavado de cara a Espa?a con las leyes sobre el matrimonio homosexual, la dependencia, la igualdad o la memoria hist¨®rica. Y la exhibici¨®n de su talante, objetivo de injustas mofas, fue toda una lecci¨®n de que se puede ser espa?ol y respetuoso con el rival. A¨²n fue m¨¢s vilipendiado por favorecer un di¨¢logo con ETA ¡ª¡°traiciona a los muertos¡±, le espet¨® Rajoy¡ª que aceler¨® el fin del terror.
Por el contrario, sus veleidades y contradicciones quedaron pronto al descubierto. La v¨ªspera del atentado de Barajas asegur¨® que nos esperaba menos terrorismo. A los catalanes les prometi¨® respetar su reforma estatutaria cuando no estaba en su mano. Se jactaba de sorprender con nombramientos originales, pero muchos elegidos eran arrinconados tras las fotos con el presidente. Y presum¨ªa de no acudir a actos religiosos, pero no se atrevi¨® a poner en duda el extempor¨¢neo Concordato.
Y lleg¨® la decepci¨®n. Neg¨® la crisis ¡ª¡°puro catastrofismo¡±¡ª cuando ya hab¨ªa estallado y por eso tard¨® en retirar absurdas medidas como el cheque beb¨¦. Cuando se cay¨® del caballo, ejecut¨® un gran ajuste ¡ªbaj¨® el sueldo a los funcionarios, congel¨® las pensiones¡ª, puso en marcha la reforma laboral y hasta cambi¨® la Constituci¨®n para asegurar a los acreedores que ellos cobrar¨ªan por encima de las necesidades de los espa?oles.
Hab¨ªa fallado a sus votantes.
2001-Hoy
Mariano Rajoy
El previsible
Prometi¨® ser un presidente previsible y lo es hasta aburrir. De hecho, su car¨¢cter anodino y sesuda formaci¨®n de registrador auguraban para Mariano Rajoy una vida c¨®moda y mon¨®tona, de se?or de provincias. Pues bien, ha trasladado la f¨®rmula a La Moncloa, donde impera, como le gusta, ¡°el sentido com¨²n¡±, las afirmaciones seguidas del ¡°como Dios manda¡±.
Se retrat¨® con Bert¨ªn Osborne: ¡°Procuro desayunar con mis hijos a las ocho de la ma?ana y cenar a las nueve de la noche. Yo trabajo al d¨ªa 12 horas 40 minutos¡±. No hay lugar para la sorpresa y, si llega, la disfraza de normalidad. Por eso, ya nos cont¨® lo de ¡°los hilillos de plastilina en estiramiento vertical¡± cuando del Prestige sal¨ªan toneladas de chapapote. Y nos habl¨® de ¡°pr¨¦stamo en condiciones favorables¡± en vez de rescate. Alcanz¨® el cl¨ªmax con Luis B¨¢rcenas: ¡°Todo lo que se ha publicado es falso¡, salvo alguna cosa¡ que es lo que han publicado los medios¡±.
Desde esa previsibilidad y normalidad, utiliza argumentos sencillos. ¡°Por las carreteras tienen que ir coches y de los aeropuertos tienen que salir aviones¡±. ¡°Un vaso es un vaso y un plato es un plato¡±.
Su sello de identidad es no adoptar decisiones. Lo explica con otra disquisici¨®n obvia: ¡°A veces la mejor decisi¨®n es no tomar ninguna decisi¨®n, que tambi¨¦n es tomar una decisi¨®n¡±. La f¨®rmula funciona. Ning¨²n dirigente espa?ol ha visto desfilar m¨¢s cad¨¢veres pol¨ªticos de adversarios. De casa y de fuera.
La t¨¦cnica Rajoy le ayuda a superar con nota la peor recesi¨®n derivada del mayor ajuste de la democracia o la avalancha de corrupciones en el PP. Ya ha ganado tres elecciones. Pero la f¨®rmula a¨²n tiene que superar la prueba de fuego: el soberanismo catal¨¢n. Si lo logra, el frustrado registrador culminar¨¢ su ¨¦gida con la sorpresa menos previsible.