La respuesta a los peores desaf¨ªos
Los momentos m¨¢s cr¨ªticos para la democracia, la libertad y la convivencia entre espa?oles
Augusto Delk¨¢der
23-F: Inflexi¨®n hist¨®rica
La superaci¨®n del golpe institucionaliz¨® democr¨¢ticamente la vida p¨²blica espa?ola
La asonada del 23 de febrero de 1981 constituy¨® el punto m¨¢s cr¨ªtico que debi¨® atravesar la incipiente democracia espa?ola, pero tuvo la virtualidad de constituir el fracaso definitivo de aquellos sectores que mediante la fuerza quer¨ªan abolir la Constituci¨®n. Tras el fracaso del golpe, la consolidaci¨®n del nuevo sistema pol¨ªtico fue una realidad incontestable, solo puesta en peligro por peque?os actos aislados sin posibilidad de triunfo.
El golpe de Estado fracas¨® porque carec¨ªa de respaldo social y su preparaci¨®n y ejecuci¨®n contaban con escasas posibilidades de ¨¦xito por su car¨¢cter chapucero. Muchos de los cuadros de las entonces Fuerzas Armadas escond¨ªan bajo la suficiencia ideol¨®gica totalitaria su manifiesta incompetencia profesional.
La recuperaci¨®n de las libertades fue un movimiento que enalteci¨® algunos valores pol¨ªticos de indudable actualidad en las actuales circunstancias de la vida p¨²blica espa?ola.
En primer lugar fue la tolerancia y el deseo de construir junto al discrepante un marco pol¨ªtico que fuera lo m¨¢s amplio posible y diera cabida y posibilidades de acci¨®n pol¨ªtica a todos los sectores de la sociedad espa?ola. El acuerdo se consolid¨® por el ¨¦nfasis en los puntos comunes, minimizando la importancia de las discrepancias y ejerciendo el principio de conseguir amplias mayor¨ªas para los puntos clave de la convivencia, renunciando a la imposici¨®n de aquellas cuestiones no consensuadas un¨¢nimemente por el conjunto de la sociedad. Ese pragmatismo, ideol¨®gicamente beligerante, ha dado lugar al periodo m¨¢s largo de convivencia pac¨ªfica y democr¨¢tica que se ha conocido en la historia de Espa?a.
Frente a estos principios b¨¢sicos de la acci¨®n pol¨ªtica, sectores minoritarios de los extremos del arco pol¨ªtico practicaron la estrategia de la tensi¨®n para, mediante el c¨ªrculo vicioso de la acci¨®n-reacci¨®n, conseguir un golpe de fuerza que acabara con el sistema. Estuvieron a punto de lograrlo.
EL PA?S durante estos a?os fue especialmente beligerante con la deriva que tomaban los acontecimientos anteriores al 23 de febrero y por eso no dud¨® en publicar una vibrante edici¨®n la noche de los acontecimientos para, con todo vigor y pasi¨®n, defender el sistema de libertades.
La superaci¨®n del golpe institucionaliz¨® democr¨¢ticamente la vida p¨²blica espa?ola, la izquierda pudo asumir por primera vez, sin convulsiones, el poder pol¨ªtico y gobernar en largos mandatos. Espa?a se moderniz¨® y accedi¨® a un bienestar y riqueza desconocidos hasta entonces, se integr¨® en el mundo y proyect¨® su pujanza fuera de nuestras fronteras.
Estos son los logros objetivos de la llamada Transici¨®n para los que fue necesario superar el 23 de febrero. En estos momentos, cuando se ciernen asaltos a la Constituci¨®n y se violenta el sistema democr¨¢tico, como el que protagoniza Puigdemont, conviene recordar que los m¨¦todos para abolir el orden constitucional, sean militares o civiles, son siempre un intento mesi¨¢nico de implantar una ordenaci¨®n sectaria de la convivencia, que carece de respeto al discrepante y le violenta por la fuerza a un sistema pol¨ªtico determinado. Esa acci¨®n es lo que se ha venido en llamar un golpe de Estado, de los que la historia de Espa?a ofrece innumerables y desgraciadas experiencias.
Luis R. Aizpeolea
ETA: Pactos para el fin del terror
La acci¨®n policial, judicial, la colaboraci¨®n internacional y la movilizaci¨®n social terminaron con el terrorismo etarra
Tras la recuperaci¨®n de la democracia, los partidos espa?oles tardaron una d¨¦cada en ponerse de acuerdo sobre el diagn¨®stico y la manera de combatir el terrorismo de ETA. Fue el 5 de noviembre de 1987 y se materializ¨® en la firma del Pacto de Madrid en un acto solemne en el Congreso de los Diputados. Fue un hito fundamental en la lucha pol¨ªtica contra el terrorismo, aunque ETA tardar¨ªa a¨²n 24 a?os m¨¢s en anunciar su cese definitivo, tras asesinar a m¨¢s de 800 personas.
El detonante que culmin¨® en el Pacto de Madrid fue la conmoci¨®n que caus¨® el mayor atentado de la historia de ETA, el del Hipercor de Barcelona, con 21 muertos, cuyo 25? aniversario se cumple este 19 de junio. Hasta ese pacto no hab¨ªa una posici¨®n clara y un¨¢nime de los partidos democr¨¢ticos en el combate contra una ETA que manten¨ªa un considerable apoyo social, alimentado por la guerra sucia. Las fuerzas de seguridad no ten¨ªan la formaci¨®n y el prestigio democr¨¢tico de hoy, Francia colaboraba muy por debajo de sus posibilidades y el nacionalismo vasco cre¨ªa que la soluci¨®n al terrorismo etarra pasaba por una salida pol¨ªtica y no policial.
As¨ª estaban las cosas cuando sucedi¨® la matanza de ETA en el Hipercor de Barcelona. El jefe del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, conmocionado por el atentado, encarg¨® a Txiki Benegas, n¨²mero tres del PSOE y secretario general del PSE, que conformara un pacto antiterrorista entre todos los partidos. Benegas empez¨® con el expresidente Adolfo Su¨¢rez, l¨ªder de CDS. Elaboraron un borrador, consistente en sacar la lucha antiterrorista del debate partidista, rechazar la negociaci¨®n pol¨ªtica con ETA y legitimar la acci¨®n policial contra el terrorismo con una condena de la guerra sucia. Benegas sum¨® sin problemas a Miquel Roca, de CiU, y a Gerardo Iglesias, de IU.
Su mayor dificultad estaba en el l¨ªder del PNV, Xabier Arzalluz, equidistante entre el Gobierno y ETA al pensar que la soluci¨®n al terrorismo era pol¨ªtica y no policial. Benegas, tras reunirse varias veces con Arza?lluz sin ¨¦xito, le mont¨® una encerrona: un almuerzo en el restaurante La Dorada de Madrid con Su¨¢rez, Felipe Gonz¨¢lez y Roca. Entre todos le convencieron de que, tras la matanza de Hipercor, el PNV no pod¨ªa marginarse del primer acuerdo contra el terrorismo de la democracia espa?ola.
Benegas culmin¨® la operaci¨®n sumando a Manuel Fraga, de Alianza Popular. Con Rodolfo Mart¨ªn Villa, exministro del Interior con UCD, como intermediario, lo logr¨® sin dificultad. As¨ª, el 5 de noviembre de 1987 se firm¨® el Pacto de Madrid. Dos meses despu¨¦s, los partidos democr¨¢ticos vascos firmaban el Pacto de Ajuria Enea, que, por vez primera, reconoc¨ªa la legitimidad de la acci¨®n policial contra ETA y rechazaba que el final del terrorismo pasara por concesiones pol¨ªticas a la banda. Ajuria Enea impuls¨® la movilizaci¨®n contra ETA, estimul¨® a Francia a colaborar, mejor¨® la acci¨®n policial por el apoyo popular y empez¨® a abrir fisuras entre Batasuna y ETA.
Todav¨ªa se necesitaron 24 a?os m¨¢s para que ETA declarara el fin del terrorismo. Se logr¨® tras tres procesos de di¨¢logo frustrados ¡ªArgel, Lizarra y Suiza¡ª, con retrocesos ¡ªcomo el pacto PNV-Batasuna de 1998-2000¡ª y avances, como el reconocimiento a las v¨ªctimas del terrorismo. Finalmente fueron la acci¨®n policial, judicial, la colaboraci¨®n internacional y la movilizaci¨®n social las que terminaron con ETA con un estallido final entre su brazo pol¨ªtico y la banda terrorista. Ese guion estaba escrito en el Pacto de Madrid, firmado en el Congreso, y en el de Ajuria Enea. Falta que el mismo Congreso que sentenci¨® a ETA confirme su final una vez que la banda desarmada se disuelva, lo que previsiblemente veremos antes de acabar este a?o
Jes¨²s Ceberio
11-M: La mentira interminable
El expresidente Aznar sigue pregonando 13 a?os despu¨¦s que aquel atentado persegu¨ªa la derrota electoral de su partido
La mentira es una rutina milenaria en pol¨ªtica que cuenta incluso con valedores te¨®ricos. Pero hay ocasiones en que se transforma en algo intolerable. Esto fue lo que ocurri¨® el 12 de marzo de 2004, cuando cientos de miles de espa?oles convirtieron las manifestaciones de repulsa del 11-M en una marea contra la mentira que estaba fabricando el Gobierno de Aznar sobre sus autores. Aquel grito masivo de ¡°qui¨¦n ha sido¡± persigue desde entonces al expresidente que hab¨ªa combatido con notable eficacia a ETA y que en sus ¨²ltimos d¨ªas se empecin¨® en atribuirle sin una sola prueba el mayor atentado de nuestra historia.
Se dir¨ªa que Aznar emborronaba as¨ª una trayectoria de lucha antiterrorista de la que tanto hab¨ªa blasonado, pero la alternativa de un atentado islamista era letal para los intereses electorales del PP tras su alianza con Bush y el env¨ªo de tropas a Irak. Solo la eficacia policial impidi¨® mantener viva la mentira hasta el d¨ªa de las elecciones. Los ciudadanos votaron el 14 de marzo sabiendo que las bombas de los trenes de Atocha llevaban la firma del terrorismo islamista. La mentira se tradujo en una victoria socialista cuya legitimidad discuti¨® el PP durante toda la legislatura.
Lo malo de una mentira de este calibre es que nunca se encuentra el momento adecuado para apearse de ella y el expresidente sigue pregonando 13 a?os despu¨¦s que aquel atentado persegu¨ªa la derrota electoral de su partido y que sus autores intelectuales no andaban por ¡°desiertos muy remotos ni monta?as muy lejanas¡±, una oblicua referencia a ETA. Rajoy tard¨® cinco a?os en admitir que en la tarde del 12 de marzo todo apuntaba ya hacia los islamistas.
El embajador en Washington, Javier Rup¨¦rez, relata en sus memorias que cuando George W. Bush visit¨® la embajada a las una de la tarde del d¨ªa 12 (siete de la tarde en Madrid) para presentar sus condolencias, ¨¦l le expres¨® su convencimiento de que el atentado hab¨ªa sido obra de ETA. En ese momento le dice ¡°que sus servicios le acaban de informar, y piensa ponerse en contacto inmediatamente con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar para dec¨ªrselo, que posiblemente sean otros los autores y que no cabe descartar la conexi¨®n islamista¡±. El presidente norteamericano se expres¨® en los mismos t¨¦rminos en una entrevista que concedi¨® luego a Lorenzo Mil¨¢ y que nunca emiti¨® TVE. A esa hora, millones de espa?oles preguntaban en la calle ¡°qui¨¦n ha sido¡±.
La ¨²ltima comisi¨®n de investigaci¨®n del Congreso fue la del 11-M. Durante el a?o 2004 interrog¨® a toda la escala policial que hab¨ªa examinado los trenes de la muerte (restos de explosivos, mochilas¡) y a sus jefes pol¨ªticos, analiz¨® los informes emitidos por el servicio de inteligencia y estableci¨® dos conclusiones fundamentales que apoy¨® todo el arco parlamentario a excepci¨®n del PP: que el Ministerio del Interior no hab¨ªa evaluado correctamente la amenaza terrorista del islamismo radical, por lo que no hab¨ªa adoptado las medidas preventivas adecuadas, y que el Gobierno de Aznar tergivers¨® y manipul¨® la informaci¨®n con fines electorales.
El juicio celebrado en la Audiencia Nacional en 2007 estableci¨® que a las seis de la tarde del d¨ªa 11 el ministro de Interior ya sab¨ªa que el explosivo no era Titadyn, firma habitual de ETA, lo que no impidi¨® que hasta el s¨¢bado 13 por la tarde Acebes insistiera en que esa segu¨ªa siendo la l¨ªnea de investigaci¨®n prioritaria. En 2008 el Supremo ratific¨® la sentencia que responsabiliz¨® a grupos yihadistas de la matanza de 191 personas, sin que en su gestaci¨®n o ejecuci¨®n hubiera participado ETA. Contra todas las evidencias, Aznar se empecina en alimentar su realidad alternativa con la gran mentira que fabric¨® en aquellos aciagos d¨ªas de marzo.