Los emigrantes de Franco que iban a devorar los osos
Se cumplen 60 a?os de la Operaci¨®n Bisonte, el primer programa organizado de emigraci¨®n, que envi¨® a 260 campesinos a Canad¨¢
Hace 60 a?os vecinos de Villarquemado (Teruel) advirtieron por ¨²ltima vez a unos cuantos paisanos: "Os matar¨¢n los indios en cuanto gan¨¦is dinero", "all¨ª hay mucha selva", "os comer¨¢n los osos". Amedrentarlos no sirvi¨® de nada. En mayo de 1957, cuatro aviones espa?oles despegaban de Barajas con destino a Canad¨¢ repletos de los primeros emigrantes organizados por el franquismo.
Un a?o antes TVE hab¨ªa empezado su emisi¨®n estable y en las f¨¢bricas se ultimaban los primeros Seiscientos. Con aquellos suced¨¢neos de progreso el R¨¦gimen se lavaba la cara, pero a base de No-Do la mugre de la posguerra no terminaba de salir de los campos de Arag¨®n, de Galicia, de las dos Castillas. Un documento de tres p¨¢ginas apareci¨® un d¨ªa colgado a las puertas de las hermandades de labradores. Anunciaba la Operaci¨®n Bisonte, un programa piloto gestado en el reciente Instituto Espa?ol de Emigraci¨®n para aliviar mano de obra abriendo una espita por la que 107 matrimonios de labradores marcharon a vivir al otro lado del Atl¨¢ntico.
Aquellas tres p¨¢ginas detallaban los requisitos del perfecto emigrante espa?ol en una granja de Quebec. Se buscaban "obreros agr¨ªcolas" hechos al fr¨ªo "dadas las caracter¨ªsticas climatol¨®gicas de esta regi¨®n canadiense" y que supieran orde?ar vacas. Se ped¨ªa a sus mujeres que se ocuparan de las faenas dom¨¦sticas.
Se promet¨ªan de 3.600 a 5.500 pesetas por pareja y mes. En los campos de c¨¢?amo de Teruel el hambre acechaba. Hab¨ªa que irse
Hab¨ªa que estar casados; ellos no superar los 45 a?os, no estar embarazadas ellas. Para conseguir plaza puntuaba m¨¢s si no ten¨ªan hijos y, si ya hab¨ªan llegado, que se quedasen en Espa?a o que se internasen en colegios. Deb¨ªan abstenerse los reum¨¢ticos o artr¨ªticos, a quienes les faltara alg¨²n miembro, los que sufrieran varices, tuvieran pies planos o no hubieran curado bien una hernia. Se puntualizaba que la ley canadiense prohib¨ªa el uso de paja en el embalaje de los efectos personales. Tras "un plazo prudencial" de "dos o tres a?os", se plasmaba en el documento, cab¨ªa la posibilidad de obtener la emancipaci¨®n laboral y, pidiendo un cr¨¦dito, hacerse copropietario. Se promet¨ªan de 3.600 a 5.500 pesetas por pareja y mes. En los campos de c¨¢?amo y remolacha de Villarquemado el hambre acechaba. Hab¨ªa que irse.
La recomendaci¨®n del cura
Armon¨ªa Esteban ten¨ªa 24 a?os y no hac¨ªa ni un a?o se hab¨ªa casado con Tom¨¢s. Aquello de que el Gobierno canadiense les adelantara el dinero del pasaje le son¨® a viaje de novios. No ubicaba apenas Canad¨¢. Hab¨ªa pisado poco la escuela "y all¨ª no me ense?aron a mucho m¨¢s que a rezar", comenta "con rabia todav¨ªa" en Montreal, excus¨¢ndose por un espa?ol trufado de alg¨²n calco del franc¨¦s.
Conseguir una plaza para la Operaci¨®n Bisonte la librar¨ªa para siempre del recuerdo de un examen diario: el que hac¨ªan pasar los capataces a los jornaleros para primar con trabajo solo a los m¨¢s fuertes de su pueblo. As¨ª lo hab¨ªa sufrido su padre, sindicalista condenado "por auxilio a la rebeli¨®n". Esa fue una pega para que Armon¨ªa consiguiera la necesaria carta de recomendaci¨®n de tres prebostes (el cura, el alcalde, el jefe local del Movimiento), pero ella los abland¨® record¨¢ndoles que en la Guerra apenas ten¨ªa cuatro a?os.
Junto a otras dos parejas de su pueblo, cogi¨® ilusionada el avi¨®n de Iberia con destino a la tierra de los indios crueles y los osos feroces con los que la hab¨ªan querido disuadir. "Nunca quise cambiar Espa?a por Suiza o Francia, yo quer¨ªa vivir en un pa¨ªs nuevo". Y a ¨¦l lleg¨® tras varias etapas. Recuerda una especie de residencia militar y lo m¨ªsero que resultaba su delantalito en comparaci¨®n a los abrigos de piel de otras inmigrantes reci¨¦n aterrizadas: ven¨ªan de Hungr¨ªa, hab¨ªan recalado en Canad¨¢ tras la revoluci¨®n frustrada del 56. "Las se?oras llevaban las u?as pintadas y les lavamos la ropa porque no sab¨ªan".
"En Montreal el p¨¢rroco negaba la comuni¨®n a las mujeres que con un a?o de casadas a¨²n no ten¨ªan hijos; yo eso no lo hab¨ªa visto en Espa?a"
Al poco, Armon¨ªa y Tom¨¢s se despidieron de sus paisanos. Cada pareja ten¨ªa por destino una explotaci¨®n agr¨ªcola, separadas por kil¨®metros. En su granja ("la ferma", la llama calcando el franc¨¦s) qued¨® al cuidado de cinco ni?os. Cuando Tom¨¢s volv¨ªa de la tarea por la noche, ella zurc¨ªa calcetines y al cabo, por encima de las p¨¢ginas de su diccionario de franc¨¦s, ve¨ªa asomar las luces de la gran ciudad, Montreal, a lo lejos. La mayor¨ªa de los emigrantes no aguant¨® la llegada del primer invierno, con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero, as¨ª que dejaron un campo donde solo cuajaba la nieve. Fueron realquil¨¢ndose habitaciones en el coraz¨®n inmigrante de la capital de Quebec, camuflados entre italianos y griegos, donde una hora de trabajo pod¨ªa pagarse tan bien como una jornada entera labrando.
?lvaro Iritia, a sus 86 a?os, recuerda en su casa de Laval, a las afueras de Montreal, que le extra?¨® darse cuenta de que los de la Bisonte no eran los primeros espa?oles en Quebec. Pululaban ya algunos exiliados republicanos, una generaci¨®n mayor, que hab¨ªa llegado a Canad¨¢ rebotados de Francia o Estados Unidos. "Nos rechazaron. Nos dec¨ªan que ¨¦ramos del partido de Franco y apenas se interesaron por nosotros m¨¢s que para cambiar algunos billetes".
Hijos acallados de republicanos o nacionales, pobres casi todos, los de la Bisonte se reencontraban despu¨¦s de la jornada. Cualquier atisbo de referencia al dictador o la Guerra se ahogaba a ritmo de pasodoble. Decenas de vecinos de Villarquemado hab¨ªan sido asesinados los primeros meses de la contienda civil. "La mayor parte vino por hambre. De ideas no se hablaba nada, absolutamente nada", apunta Armon¨ªa.
Las dos Espa?as en Quebec fueron tres. Por alguna desavenencia, se crearon tres clubes para espa?oles distintos que, a falta de consenso para unificarlos y salvarlos as¨ª de la ruina, todav¨ªa hoy jalonan un lateral de la calle Saint-Laurent, en el centro de Montreal. Esos salones decadentes fueron el lugar para los bautizos, las comuniones, los banquetes de bodas. All¨ª se descansaba del franc¨¦s de media lengua con que se manejaban en las casas donde serv¨ªan y las f¨¢bricas, aprendido de o¨ªdo o en discos de vinilo.
La Gran Oscuridad
Armon¨ªa, s¨ª, encontr¨® en Canad¨¢ un pa¨ªs nuevo, pero no tanto como esperaba. El salto de continente no la libr¨® del hierro de la Iglesia. Quebec estaba sumida en la Grande Noirceur, la etapa oscura del primer ministro ultraderechista Maurice Duplessis bajo el yugo de la jerarqu¨ªa cat¨®lica. "El p¨¢rroco negaba la comuni¨®n a las mujeres que con un a?o de casadas a¨²n no hubieran tenido hijos; yo eso no lo hab¨ªa visto en Espa?a".
Pero poco dur¨® aquella oscuridad. Con la Revoluci¨®n Tranquila de los sesenta, la regi¨®n se sacud¨ªa la beater¨ªa opresiva para siempre. "Algunos emigrantes espa?oles se volvieron entonces porque no quer¨ªan que sus hijas se criaran en un pa¨ªs donde los novios se besaban por la calle", rememora Elvira S¨¢nchez, mujer de ?lvaro.
La promesa de Canad¨¢ los hab¨ªa salvado del hambre, el franquismo se frotaba las manos con las remesas y repetir¨ªa al poco el programa con la Operaci¨®n Alce (una leva de 142 solteros, casi todos navarros, para construir el ferrocarril en el lejano Vancouver) y la Operaci¨®n Marta (reclut¨® 51 mujeres solteras para el trabajo dom¨¦stico en las grandes ciudades de Canad¨¢). "En los libros que nos dieron antes de venir ve¨ªamos que los canadienses ten¨ªan coche, tel¨¦fono, com¨ªan buenos desayunos", recuerda ?lvaro. No lo consiguieron tener todo. Terminaron trabajando muy duro como matarifes, limpiando en hospitales, en compa?¨ªas aceiteras italianas.
"Nosotros es que nacimos en mal momento", bromea ?lvaro. El disfrute del verdadero sue?o americano ser¨ªa cosa de la siguiente generaci¨®n: los hijos universitarios, profesores, empresarios como Raquel o Rachel D¨ªaz, que solo ten¨ªa 22 meses cuando la subieron al vuelo de Iberia el 25 de diciembre de 1957 con destino a Quebec. Aquella Navidad, la Operaci¨®n ?ngel reuni¨® a los hijos de los matrimonios que hab¨ªan quedado en Espa?a con sus padres: "Dicen que fue la primera vez que unos ni?os espa?oles ve¨ªan de cerca un pap¨¢ No?l, que viajaba en el avi¨®n". Los de la Bisonte se emperraron en que los hijos no perdieran el espa?ol. El R¨¦gimen organiz¨® la ense?anza del idioma y permiti¨® que obtuvieran el graduado escolar y el bachillerato como si hubieran vivido en Espa?a.
Nunca perdieron el contacto su pa¨ªs de origen, que con sus vaivenes evolucionaba sin ellos a 5.000 kil¨®metros de distancia. En los ¨²ltimos a?os, Armon¨ªa ha conocido a j¨®venes espa?oles que, acuciados por la crisis, han puesto rumbo a Canad¨¢. "Ellos, no como nosotros, est¨¢n instruidos, y no se conforman con poco. Vienen de otra Espa?a, tambi¨¦n muy dura, pero ?tan diferente de la que dejamos nosotros!".
Los seis matrimonios de Villarquemado que participaron en la Operaci¨®n Bisonte fueron solo los pioneros. De las 1.500 personas que ten¨ªa la localidad a finales de los cincuenta, unas 200 dieron en alg¨²n momento el salto al otro lado del Atl¨¢ntico. Muchos volvieron para siempre, otros se quedaron y han ido desapareciendo. "En quince d¨ªas han muerto tres espa?olas", se lamenta Elvira. "Y los dem¨¢s ya solo nos vemos en los funerales".
Hace 60 a?os que ?lvaro termin¨® de leer el aviso colgado en la hermandad de labradores de su pueblo. Se cerraba con un aviso "I M P O R T A N T E" escrito as¨ª, con may¨²sculas: "TRATANDOSE (sic) DEL PRIMER MOVIMIENTO DE ESTE TIPO HACIA EL CANADA, CADA MIEMBRO DE LA EXPEDICION LLEVA SOBRE SI UNA RESPONSABILIDAD ESPECIAL, EN CUANTO AL BUEN NOMBRE DE ESPA?A Y SU POBLACION AGRICOLA, EN UN PAIS NUEVO PARA ELLOS". Hoy, conectado con tarjetas de ahorro para llamadas telef¨®nicas internacionales, relegadas ya las cartas, ?lvaro pide transmitir un mensaje a trav¨¦s de este reportaje como si aprovechara un porte: "D¨ªgale a todos que el Canad¨¢ nos ha tratado muy bien".
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