20 a?os de la liberaci¨®n de Ortega Lara: el pulso que ETA perdi¨® camino hacia su derrota
El 1 de julio de 1997 en plenas fiestas mayores de Burgos, el funcionario de prisiones Jos¨¦ Antonio Ortega Lara volvi¨® liberado al barrio del que ETA le hab¨ªa secuestrado 532 d¨ªas antes
La liberaci¨®n de Jos¨¦ Antonio Ortega Lara tras el secuestro m¨¢s largo perpetrado por ETA puso a prueba al Estado y a la Guardia Civil en el pulso que la banda les ech¨® convencida de que lo iba a ganar. No lo consigui¨®. A cambio, recibi¨® un fuerte mazazo en el avance imparable hacia su derrota.
Una liberaci¨®n de la que este s¨¢bado se cumplen 20 a?os, como se cumplen tambi¨¦n de la de Cosme Delclaux, abogado e hijo de un destacado empresario vizca¨ªno que en la madrugada del 1 de julio de 1997 fue liberado por sus captores 232 d¨ªas despu¨¦s de su secuestro y tras supuestamente haber pagado la familia 1.000 millones de pesetas.
El secuestro de ambos coincidi¨® en el tiempo con el del empresario Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya, que permaneci¨® en cautiverio 341 d¨ªas, el segundo encierro m¨¢s largo de las acciones de ETA tras los 532 d¨ªas que permaneci¨® secuestrado Ortega Lara.
Dicen a Efe responsables de la lucha antiterrorista de la Guardia Civil que la liberaci¨®n del funcionario de Prisiones, obra del instituto armado y, en especial, de los agentes de Intxaurrondo, no deja de ser un ejemplo del trabajo de esta fuerza de seguridad, de sus se?as de identidad.
La perseverancia, no caer en el desaliento, la capacidad de resiliencia, su adaptaci¨®n a las circunstancias... Son valores que la Guardia Civil llev¨® hasta el m¨¢ximo exponente en su investigaci¨®n del secuestro, que no fue nada f¨¢cil porque, en principio, "no hab¨ªa elementos tangibles" que permitieran vislumbrar una resoluci¨®n r¨¢pida del caso.
Y es que la ausencia de pistas iniciales, el ambiente en el que se desarroll¨® el secuestro -la localidad guipuzcoana de Mondrag¨®n-, nada af¨ªn a las actuaciones de la Guardia Civil y con una masa social que en esa ¨¦poca no reprobaba p¨²blicamente acciones de ETA de este tipo, la labor de los agentes se torn¨® a¨²n m¨¢s compleja.
Porque ETA, subrayan las fuentes consultadas, hizo con este secuestro una importante apuesta, como se demostr¨® al tener tanto tiempo retenido al funcionario. "Fue un pulso a nosotros y al Estado, convencida de que iba a ganarlo", a?aden responsables del instituto armado.
Sin embargo, perdi¨® esa batalla, en un "mazazo" que la Guardia Civil asegura estuvo a la altura de las desarticulaciones de las c¨²pulas de ETA. "La organizaci¨®n y sus simpatizantes comprueban en ese momento que van a perder irremediablemente su causa", resaltan los expertos.
La liberaci¨®n de Ortega Lara y el secuestro y asesinato pocos d¨ªas despu¨¦s del concejal del PP en Ermua Miguel ?ngel Blanco fueron un punto de inflexi¨®n para la banda, que no se esperaba la respuesta social que despert¨® ambos casos, en un importante salto cualitativo y cuantitativo. El Pa¨ªs Vasco se sacudi¨® su temor.
No fue f¨¢cil dar con la pista que condujera hasta la nave industrial de Mondrag¨®n donde llevaron a Ortega Lara, al que escondieron en un zulo de madera, h¨²medo y fr¨ªo tras una m¨¢quina y de unas dimensiones casi incre¨ªbles: tres metros de largo, dos de ancho y 180 cent¨ªmetros de alto.
Pero los servicios de la Guardia Civil no abandonaron esa pista y durante mucho tiempo vigilaron d¨ªa y noche la nave. Precisamente, las vigilancias no fueron f¨¢ciles. Y no s¨®lo por la precauci¨®n de no ser vistos por las personas que pod¨ªan trabajar en el pol¨ªgono, sino por la propia orograf¨ªa, la humedad del r¨ªo sobre el que se encontraba la nave, lo escarpado del terreno...
Fueron muchos d¨ªas con los ojos puestos en una nave donde no se produc¨ªan importantes movimientos, con escasa o nula productividad, con dos personas que entraban y sal¨ªan y poco m¨¢s.
Sin embargo, los investigadores ten¨ªan sospechas fundadas de que Ortega Lara pod¨ªa estar all¨ª. Algunos indicios les permit¨ªan mantener la esperanza, como los desperdicios de comida que se arrojaban a la basura proveniente del fin de semana a pesar de que nadie hab¨ªa acudido a la nave en ese tiempo.
La Guardia Civil esper¨® a tener todo bien atado antes de entrar. No faltaron entre los agentes momentos de desilusi¨®n durante los diecis¨¦is meses de cautiverio, pero siempre hubo "el arrojo y las ganas de levantarse para buscar nuevas l¨ªneas de investigaci¨®n cuando la anterior no hab¨ªa dado resultado", relatan a Efe las fuentes.
Unas ganas y tes¨®n que se mantuvieron porque la Guardia Civil siempre tuvo el convencimiento de que Ortega Lara estaba vivo.
Cuando se decidi¨® entrar en la nave, se prepar¨® un dispositivo de 500 agentes coordinados por el entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz¨®n.
Entraron los primeros guardias, pero no vieron nada. Sin embargo, no hab¨ªa margen de error y volvieron a intentarlo. Movieron todas las m¨¢quinas, una cedi¨®, se localiz¨® el sistema hidr¨¢ulico y la trampilla y un agente entr¨® boca abajo. All¨ª estaba Ortega Lara, con 23 kilos menos, en un estado lamentable y resisti¨¦ndose a salir.
A los agentes que durante semanas y semanas hab¨ªan vigilado la nave se les olvid¨® el fr¨ªo, la lluvia, las pulgas, las miserias que pasaron. La alegr¨ªa recorri¨® a todos.
Esos mismos agentes que se abrazaron satisfechos por el resultado de su trabajo, lloraron d¨ªas despu¨¦s por el asesinato de Miguel ?ngel Blanco. Eran los mismos que no descansaron ni un solo minuto por la desesperaci¨®n de querer hacer m¨¢s en esas tensas y largas horas que transcurrieron desde el secuestro hasta la muerte del concejal y que mantuvieron en vilo a toda Espa?a
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.