El colapso de los menores inmigrantes
La Junta de Andaluc¨ªa ha tenido que atender a 2.000 en los primeros siete meses, un 60% m¨¢s
En el pueblecito costero de Moulay Bousselham, ubicado en la provincia marroqu¨ª de Kenitra y con algo m¨¢s de 15.000 habitantes, apenas quedan adolescentes. "La mayor¨ªa se march¨® a Europa a buscar una vida mejor", seg¨²n asegura Munin Barka, un joven de 18 a?os de la zona. Fue lo que ¨¦l mismo hizo cuando, siendo a¨²n menor, en septiembre de 2016, se lanz¨® al Estrecho en una lancha de juguete. "Por mucho que estudies all¨ª, no sirve de nada. Y yo quer¨ªa ser alguien", apostilla sentado en el sal¨®n del piso de acogida que la ONG Voluntarios por un mundo mejor tiene en Jerez. Como Munin, muchos menores extranjeros no acompa?ados, conocidos en el argot administrativo como MENA, han emprendido un ¨¦xodo migratorio que ya ha comenzado a sobrecargar los servicios sociales del sur de Espa?a.
La sangr¨ªa es imparable, satura los centros de menores de Andaluc¨ªa y se agrava por semanas. De los 3.374 menores extranjeros no acompa?ados contabilizados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social a finales de junio, 1.173 permanec¨ªan en Andaluc¨ªa. La Consejer¨ªa de Igualdad y Pol¨ªticas Sociales aporta una cifra m¨¢s actualizada: a 14 de julio, los menores extranjeros atendidos en lo que va de a?o ya rozan los 2.000. Suponen "un 60% m¨¢s que en el mismo periodo de 2015", como reconoce en un informe. En apenas una semana, el conteo vuelve a quedarse obsoleto. Llegan dos pateras m¨¢s por el Estrecho, una con 28 menores. Ellos tambi¨¦n ser¨¢n atendidos por un sistema en centros andaluces de primera acogida que, ante la inusitada demanda, ya se ha tenido que reforzar con planes especiales de emergencia.
"Nuestro problema es que somos la puerta de entrada en Europa", reconoce Alicia N¨²?ez, jefa de servicio de Centros de la Direcci¨®n General de la Consejer¨ªa. Y no le falta raz¨®n. En lo que va de a?o, la llegada de inmigrantes se ha duplicado en Espa?a, con casi 11.000 personas. A su vez, son las provincias andaluzas de C¨¢diz, Granada y Almer¨ªa, con mayor presi¨®n migratoria por mar, las que lideran la estad¨ªstica de menores extranjeros que llegan tanto en pateras como de polizones en los puertos de Algeciras o Motril. Tan solo en C¨¢diz se han atendido a 423, seg¨²n el informe del Ministerio. Eso ha llevado a que centros, como el de Jerez, hayan tenido que acoger hasta a 38 j¨®venes, cuando tiene capacidad para 18 o en La L¨ªnea hayan hecho lo propio con 57, cuando solo hay capacidad para 24.
La situaci¨®n ha provocado airadas quejas de sindicatos y ONGs que hablan de una realidad "insostenible". La reacci¨®n de la Junta ha sido ampliar 100 plazas, por medio de planes de emergencia, en las provincias con m¨¢s llegadas. Hasta 1,4 millones de euros tiene previsto invertir la administraci¨®n en habilitar temporalmente edificios "que funcionan como un centro de acogida inmediata, con condiciones absolutamente dignas", como explica N¨²?ez. "Estamos m¨¢s saturados, s¨ª. Ha habido una llegada m¨¢s masiva, pero la experiencia de 2007 ¡ªcuando hubo otro repunte migratorio en el Estrecho¡ª nos ha servido para articular dispositivos que desahogan la situaci¨®n", a?ade la responsable de los centros andaluces.
Tanto la Ley del Menor como un protocolo nacional establecen el intrincado proceso en el que intervienen hasta cinco ministerios (Interior, Justicia, Empleo, Sanidad, y Exteriores), la Fiscal¨ªa General del Estado y las comunidades aut¨®nomas para garantizar la tutela y derechos al menor extranjero desamparado. La mayor parte de los adolescentes son j¨®venes varones de los 15 a los 17 a?os, procedentes de Marruecos, Argelia o Costa de Marfil. Muchos pagan a las mafias, con la colaboraci¨®n de sus familias y hasta de vecinos del pueblo, "entre 1.500 y 3.000 euros" por llegar en pateras atestadas, reconoce Cabrera.
?Por qu¨¦ vienen m¨¢s? La eterna pregunta
El importante incremento de menores extranjeros no acompa?ados en las costas andaluzas suscita una pregunta constante, ?por qu¨¦ ahora?
Se ha apuntado que las revueltas del Rif pueden estar relacionadas. Sin embargo, Am¨ªn Soussi, de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos, se muestra cauto en buscar un motivo: "Se dicen diversas causas, pero no tenemos certeza de ninguna en concreto por lo que preferimos no aventurarnos". Para Michel Bustillo, de Voluntarios por un mundo mejor, el motivo se encuentra en las ganas de buscar un futuro mejor, tanto de los adolescentes, como de sus familias, que esperan de ellos ayuda en forma de env¨ªos de dinero. "La familia que tiene un hijo aqu¨ª es prestigiosa en la comunidad. Lo que no saben es que quiz¨¢s su hijo est¨¢ viviendo bajo un puente o trabajando en el campo de jornalero y la verg¨¹enza le impide dec¨ªrselo".
Vienen sin documentaci¨®n y con edades l¨ªmites a la mayor¨ªa de edad. "Cuando llegan solo saben dos palabras: papeles y trabajo", reconoce N¨²?ez. Para lo primero, la funcionaria estima que se tarda "de cuatro a cinco meses". Lo segundo es m¨¢s complejo, ya que los primeros permisos (que llegan hasta un a?o despu¨¦s de cumplir los 18) no les autorizan para trabajar.
Una buena parte de los j¨®venes se marchan de los centros antes de conseguir la ansiada documentaci¨®n, bien porque se escapan en busca del destino europeo que ven¨ªan buscando o porque tienen que irse al cumplir los 18, como le ocurri¨® a Munin Barka.
Negligencia
"Ahora es cuando se aprecia que esto no est¨¢ controlado. Hay negligencias por parte de todos, de Marruecos, del Gobierno de Espa?a y de la Junta de Andaluc¨ªa", a juicio del experto en menores de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos de Andaluc¨ªa, Am¨ªn Soussi. Cabrera es a¨²n m¨¢s duro: "Venimos arrastrando problemas desde hace 17 a?os y no hemos hecho nada. La ley est¨¢ dise?ada para menores de finales del siglo XX y no para la volatilidad del movimiento migratorio actual". El mediador no oculta su frustraci¨®n al ver que las "soluciones que da ahora el sistema ya no sirven". "Nosotros mismos los empujamos a la calle", sentencia.
Eso es justo lo que intenta evitar Michel Bustillo, responsable de Voluntarios por un mundo mejor. Su entidad act¨²a cuando la administraci¨®n desaparece, ayud¨¢ndoles en su formaci¨®n, los permisos de residencia o trabajo. Con Munin lo han conseguido, tras estudiar un curso de cocina, est¨¢ a punto de empezar a trabajar en un chiringuito de Chipiona.
Bustillo sabe que para cuando esa posible soluci¨®n llegue, si es que lo hace, ser¨¢ tarde para los menores que ahora ya conviven hacinados en los centros del sur de Espa?a. "?Qu¨¦ ser¨¢ de ellos cuando cumplan la mayor¨ªa de edad?", se pregunta con gesto sombr¨ªo. Y apostilla una advertencia: "Ojo con el yihadismo. Dejar a un joven en la calle es carnaza para estas mafias de la radicalizaci¨®n".
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