Los padres de Younes: ¡°Cuando vimos su foto en la televisi¨®n no nos lo cre¨ªamos¡±
EL PA?S charla con los padres del conductor de la furgoneta que atent¨® en La Rambla
Pasan la ma?ana al aire libre, en una calle rec¨®ndita de Ripoll, esquivando a las decenas de periodistas que estos d¨ªas llenan el pueblo natal de los terroristas que atentaron en Barcelona y Cambrils. Son los padres de Younes Abouyaaqoub, el yihadista de 22 a?os que conduc¨ªa la furgoneta que el pasado jueves seg¨® la vida de 13 personas en La Rambla.
Junto a ellos, coloreando un libro, est¨¢n los dos hermanos peque?os de Younes. El que falta es Houssaine, de 20 a?os, tambi¨¦n miembro de la c¨¦lula y abatido en Cambrils. El quinto hermano es Hicham, de 28 a?os y no vinculado por las autoridades al atentado.
La voz del padre de Younes es un hilo. ¡°Se est¨¢ diciendo estos d¨ªas que era un chico normal. Yo digo que era m¨¢s que normal. Era un chico estudioso, trabajaba, ganaba su sueldo y no se met¨ªa en problemas¡±. Cada frase que pronuncia, la remata el padre del terrorista negando con la cabeza.
¡°Nadie vio nada raro. ?Qu¨¦ ¨ªbamos a ver? Claro que hablaba con el im¨¢n. Pero como hablaba ¨¦l (se?ala a su hijo peque?o), como hablaban los dem¨¢s chicos. Es lo normal¡±. Pero matiza: ¡°Lo que no sab¨ªamos es que se ve¨ªan a escondidas, en una furgoneta o casas. De eso no ten¨ªamos ni idea¡±. Despu¨¦s a?ade: ¡°Es que t¨² sabes que ellos tienen que disimular. Les ense?an. Es parte de lo que les hacen, disimular y esconder lo que piensan¡±.
La madre de Younes, con un velo verde sobre su cabeza, no puede articular palabra. Cada vez que amaga con ello, rompe a llorar. ¡°Est¨¢ destrozada¡±, dice el marido. ¡°Hoy es el primer d¨ªa que sale de la cama¡±.
Ella aterriz¨® de Marruecos la noche del mi¨¦rcoles al jueves pasado, horas antes de que tuviera lugar el atentado. Se enteraron ambos por los medios de comunicaci¨®n. Llamaron a Younes despu¨¦s de pocos minutos, pero no les cogi¨® el tel¨¦fono. ?Pero llamaban porque sospechaban algo o para cont¨¢rselo? ¡°Pero qu¨¦ ¨ªbamos a sospechar. Llam¨¢bamos como cualquier padre llama a su hijo para contarle algo, pero no nos cogi¨®¡¡±. ?Y ah¨ª se les pas¨® algo por la cabeza? ¡°Nada, nada¡¡±. El padre niega de nuevo con la cabeza.
¡°Cuando nos enteramos pues empiezas a pensar, a repasar cosas, pero es que seguimos sin ver nada raro. Es que disimulan¡¡±, insiste. Y luego se?ala: ¡°La culpa es de la Polic¨ªa. ?C¨®mo permitieron ese im¨¢n? ?C¨®mo no se dieron cuenta de que era un hombre peligroso? En B¨¦lgica s¨ª lo sab¨ªan y lo echaron. ?Por qu¨¦ aqu¨ª no? Nosotros no tenemos la culpa, ?c¨®mo nos puede echar alguien la culpa?¡±.
Despu¨¦s, de manera educada y con la voz casi rota, ambos piden finalizar la charla. Siguen a la espera de recuperar el cuerpo de sus dos hijos. Su deseo es enterrarlos en Marruecos.
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