Los ¨²ltimos d¨ªas de Juana Rivas en Carloforte
El peque?o pueblo en Cerde?a, adonde este jueves llegar¨¢ Francesco Arcuri con sus dos hijos, asisti¨® a la ruptura de la pareja que deriv¨® en el gran caso medi¨¢tico
Cuando llega el invierno, advierten en Carloforte, hay que tener muy claro que uno quiere vivir aqu¨ª. El camino m¨¢s r¨¢pido desde Granada hasta este peque?o puerto de la isla de San Pietro, en Cerde?a, puede llevar m¨¢s de diez horas. Para alcanzar la localidad, de tan solo 6.500 habitantes, hay que volar hasta Cagliari, hacer escala en Roma, recorrer 100 kil¨®metros en coche hasta el puerto de Calasetta y navegar 45 minutos a bordo de un ferri que pasa cada hora y media. Juana Rivas hizo el camino inverso con sus hijos hace un a?o y medio para no regresar. ¡°Era muy joven, tuvieron una crisis sentimental muy fuerte, como le pasa a tanta gente. Lo sab¨ªamos todos. Ella tuvo necesidad de estar con los suyos, pero luego, en Espa?a todo se torci¨®¡±, se?ala Stefano, amigo de la pareja, sentado en el porche del hostal rural que ambos regentaron durante 3 a?os.
En el buz¨®n de su negocio, un modesto agroturismo rodeado de vi?as al que se llega a trav¨¦s de una sinuosa pista de tierra a cinco kil¨®metros del puerto, todav¨ªa aparece el apellido de ambos: Arcuri/Rivas-G¨®mez. Desde que ¨¦l se march¨® a Granada para intentar recuperar a sus hijos hace un mes y medio (llevaban un a?o y medio con la madre, que se los llev¨® esgrimiendo que se marchaba de vacaciones), el hostal ha ido tirando con la ayuda de una mujer y del propio Stefano, que esta ma?ana pinta en letras bien grandes el nombre del negocio en uno de los muros blancos. No parece que vaya demasiado bien. La ausencia de Arcuri no ha ayudado. El martes por la ma?ana solo hay un cliente, que tiende la ropa delante del huerto. Este jueves se espera que llegue ¨¦l con sus dos hijos. Y empezar¨¢ otra fase de la historia, con servicios sociales italianos de por medio y una grave denuncia por maltrato f¨ªsico ¨Cpatadas, agarrones por el cuello y empujones- y psicol¨®gico tramitada en Espa?a el 12 de julio de 2016 que llegar¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas a Italia.
La verdad del caso de Juana Rivas, si es que existe tal cosa, se encuentra en una complicada zona de grises construida en Carloforte durante los a?os que ambos compartieron aqu¨ª, un pueblo en la preciosa isla de San Pietro, a 10 kil¨®metros al sur de Cerde?a, colonizado por los genoveses en el siglo XVIII (su dialecto, el tabarchino, es muy parecido al genov¨¦s). El relato en esta parte no est¨¢ tan exaltado como en Espa?a, no existen los bandos y todos hablan del bien de los ni?os. El pueblo asisti¨® a los 4 actos de la historia. Reconciliaci¨®n, un segundo hijo, crisis y ruptura definitiva. Para Arcuri no hay tacha. A Juana la aprecian todos, gustaba su extroversi¨®n, su naturalidad. Pero ninguno de sus conocidos en Carloforte ¨Csiete personas consultadas- entiende qu¨¦ pudo conducirla a llevarse a los ni?os y denunciar a su marido.
Stefano, amigo de ambos, muy ponderado en sus opiniones y una de las personas que Juana se?al¨® como testigo de las agresiones en la ¨²ltima denuncia ante la Guardia Civil, habla de una historia de amor en ruinas entre dos personas que empezaron a notar la diferencia de edad (15 a?os). Lo que pasase cuando se cerraba la puerta nadie lo puede saber. ¡°?l prefer¨ªa estar en casa, guardar las energ¨ªas para el negocio, los ni?os¡ Ella era m¨¢s joven, y pod¨ªa salir a tomar algo por las noches y estar bien al d¨ªa siguiente. Siempre fue una buena madre, como ¨¦l¡ y claro que debieron tener peleas, pero nunca vimos ninguna se?al de violencia, y estas cosas no pasan inadvertidas en un c¨ªrculo as¨ª¡±.
Hab¨ªa un precedente. Francesco Arcuri fue condenado por maltrato en 2009. Ella necesit¨® "asistencia facultativa", seg¨²n la sentencia. Tres meses de c¨¢rcel y una orden de alejamiento que le mantuvieron a 200 metros de su pareja durante m¨¢s de un a?o. Sucedi¨® en Granada y acept¨® la pena para acceder a un r¨¦gimen de visitas que no le impidiera ver a su hijo, siempre ha sostenido ¨¦l. Luego todo se arregl¨®, volvieron y tuvieron otro hijo. Pero en Carloforte no lo ocultaron. Ambos lo contaron alguna vez con cierta naturalidad, recuerda Stefano. ¡°Fue una discusi¨®n una noche que ella hab¨ªa vuelto tarde de fiesta [a las 5.30, seg¨²n la sentencia], quiz¨¢ hab¨ªa bebido. Pero lo normal en una situaci¨®n as¨ª. Ambos contaron c¨®mo fue y que, al haber una peque?a lesi¨®n y haber intervenido la polic¨ªa, la cosa tir¨® para adelante casi de forma autom¨¢tica¡±, explica con una voz pausada e intentando templar la situaci¨®n para que no perjudique a los ni?os.
En el pueblo, donde es f¨¢cil o¨ªr cr¨ªticas al Gobierno y a los tribunales espa?oles por c¨®mo se ha gestionado el caso, varios conocidos sostienen la misma versi¨®n e invocan un choque de estilos de vida distintos y una pareja en crisis que asist¨ªa a su propia descomposici¨®n. A ella le gustaba m¨¢s salir por ah¨ª, como corrobora Antonello, el due?o de un restaurante que a menudo la ve¨ªa cuando cerraba. A ¨¦l, llevar una vida m¨¢s tranquila. Nada raro a esas edades. Por eso nadie carga las tintas contra Juana, todos los comentarios van acompa?ados de alguna palabra de aprecio. Pero no dan cr¨¦dito a la versi¨®n del maltrato.
Romano Veronese, que regenta una tienda de bisuter¨ªa y recuerdos y es amigo de ambos, habla de Arcuri como un ¡°un padre ejemplar¡± y un hombre ¡°culto y tranquilo¡±. ¡°Es completamente falso que le pegase. Es la persona m¨¢s pac¨ªfica que conozco¡±, se?ala. Entonces, ?por qu¨¦ termin¨® as¨ª? ¡°Ella es muy alegre, le gustaba salir y entrar. Pero quiz¨¢ ¨²ltimamente no se encontraba bien en Carloforte, puede que al final se deprimiera y tom¨® esa decisi¨®n estando mal aconsejada en Espa?a¡±, apunta. Lo mismo que se?ala Agostino Stefanelli, alcalde durante 10 a?os de la localidad y amigo de Arcuri y de su familia. ¡°Lo de la violencia es todo mentira¡±.
Francesco ayudaba como voluntario en la escuela y la pareja, hasta que todo se precipit¨®, cri¨® aqu¨ª a sus dos hijos. Uno de ellos iba a clases de m¨²sica, se?ala una amiga de ambos cuya madre cuid¨® de uno de los peque?os en algunas ocasiones. ¡°?l era un buen padre y ella una chica muy vivaz. Pero dime una cosa, si eso que dice ella es verdad, ?por qu¨¦ ninguno nos dimos cuenta? Estuvimos muy cerca y no hubo ning¨²n indicio¡±, explica a las puertas de su negocio cerca de las doce de la noche del martes, las ¨²ltimas horas de la temporada en Carloforte y el comienzo de una nueva carpeta del caso de Juana Rivas y Francesco Arcuri.
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