El folkl¨®rico desprestigio del mensaje
A la Generalitat no le ha gustado que 'El Peri¨®dico de Catalunya' diera a conocer que los Mossos recibieron de la CIA el aviso de que en La Rambla podr¨ªa haber un atentado
No gustan las noticias. Es un hecho. A veces, y esto es muy peligroso, tampoco gustan las advertencias. Por eso no gusta el periodismo: se desprecia, se menosprecia, se insulta. Para que calle. Lo retuercen con el objeto de hacerlo incre¨ªble. Dicen que miente para mentir ellos mejor. Pero el periodismo da noticias: esto pas¨®. Tambi¨¦n advierte: esto pas¨® y tambi¨¦n pas¨® esto otro, o pudo haber pasado. Y pudo haber pasado por esto. Adem¨¢s, nos lleg¨® por esta fuente y por esta otra. Eso es lo que no gusta: que se haya investigado, que sea honesta la verdad. A la Generalitat no le ha gustado que El Peri¨®dico de Catalunya diera a conocer un mensaje al que ha tenido acceso: los Mossos recibieron de la CIA el aviso de que en La Rambla podr¨ªa haber un atentado en verano. Tampoco le gust¨® que de eso se hicieran eco otros medios, entre otros ¨¦ste. ¡°Maniobra de desprestigio¡±. Si Franco levantara la cabeza.
Suele pasar. El mensajero es peor que el mensaje. El asunto era, en palabras de las m¨¢s altas dignidades de la Generalitat, que el mensaje jam¨¢s existi¨®. Pero el mensaje toc¨® dos veces y ah¨ª est¨¢, palabra por palabra, ese mensaje grave al que nadie hizo caso. Y cuando se publica el documento se convierte en un arma de los enemigos del proc¨¦s. Y desde el ej¨¦rcito en armas de la Generalitat se lanza contra el diario de Enric Hern¨¢ndez y contra quienes osan prolongar su informaci¨®n las hordas del desmentido. Traici¨®n. Periodistas que parec¨ªan proclives se convierten en fachas de pronto, s¨®lo porque dan cr¨¦dito a la informaci¨®n que contiene ese mensaje deso¨ªdo. La confusi¨®n es total, pero en medio el mensaje empieza a hacerse presente como una piedra que quema.
En ese incendio la Generalitat trata de salvar almas benditas, como la del president, que antes de que se lo preguntaran ya hab¨ªa dicho que ellos no hab¨ªan recibido nunca advertencias en tal sentido. En el periodo en que todas las culpas eran de la Polic¨ªa Nacional y todas las virtudes eran de los Mossos parec¨ªa que lo malo era de aquellos, lo bueno era de ¨¦stos y lo inevitable era del destino. Y de pronto surge un mensaje que parece de plomo candente, ¡°una pesadez¡±, en t¨¦rminos coloquiales. ¡°Es mentira¡±, dicen hasta hartarse, ¡°no hubo mensaje¡±. Vale, no hubo, pero aqu¨ª est¨¢. Y algo pasa que le da alas a los que desvirt¨²an el mensaje: en Madrid hicieron caso omiso; est¨¢ mal escrito, no parece de la CIA. Vale. En Barcelona los Mossos tampoco se lo creen. Interesante historia, en todo caso:?te avisan de que algo grave te puede tocar en tu propia casa y t¨² no investigas qu¨¦ pasa en el cuarto principal, en el cuadro de los plomos, o donde est¨¢ lo m¨¢s delicado? ?Te nombran La Rambla en un mensaje de mayo, te dicen que la cosa puede estallar en verano y t¨² no lo tomas en cuenta? No, claro que no: es que el mensaje ten¨ªa cacofon¨ªas, faltas de ortograf¨ªa, no ten¨ªa membrete.
Un mensaje es un mensaje. Es cierto que el folklore de las redes sociales ha desprestigiado la esencia del mensaje: la verosimilitud de todo lo que se expele ah¨ª es de muy baja intensidad. Se escucha y se aplaude cuando te viene bien, porque viene de los tuyos; se desoye o se excluye si viene de los enemigos. Se escucha s¨®lo en una direcci¨®n. Y lo mismo pasa con las noticias: son mensajes desatendidos si no nos vienen bien para el convento. En este caso el convento recibi¨® un mensaje que no oy¨®; cuando se convierte en noticia, ese mensaje se trata como una maniobra de desprestigio. As¨ª seguiremos hasta la victoria final. Cuando miren atr¨¢s los que ahora est¨¢n felices de vivir entre buenas noticias hallar¨¢n la respuesta viendo que las noticias son m¨¢s tozudas que los desmentidos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Atentados Barcelona y Cambrils
- El Peri¨®dico de Catalunya
- CIA
- Atentados con atropello
- Mossos d'Esquadra
- Polic¨ªa auton¨®mica
- Servicios inteligencia
- Atentados terroristas
- Terrorismo islamista
- Seguridad nacional
- Espionaje
- Yihadismo
- Prensa
- Polic¨ªa
- Fuerzas seguridad
- Defensa
- Terrorismo
- Medios comunicaci¨®n
- Justicia
- Pol¨ªtica
- Comunicaci¨®n