Lo incre¨ªble, seg¨²n lo previsto
Lo m¨¢s incre¨ªble era la gente que dec¨ªa "Es incre¨ªble", ante lo m¨¢s previsible: la llegada de la polic¨ªa
Lo m¨¢s incre¨ªble ayer era la gente que dec¨ªa: "Es incre¨ªble". Lo exclamaban al contemplar lo m¨¢s previsible, la aplicaci¨®n de la ley: la llegada de la Polic¨ªa, que entraba a golpes y se llevaba una urna. No se lo pod¨ªan creer porque se hab¨ªan convencido de que no pod¨ªa ocurrir, consideraban que no estaban haciendo nada malo, aunque era un acto de subversi¨®n como la copa de un pino. Pero esta falsa ingenuidad, o aut¨¦ntica en una realidad paralela, se derrumb¨® cuando se hizo la luz. Y es verdad que estando en un colegio, antes del amanecer, bajo la lluvia entre 300 personas, parec¨ªa imposible que una fuerza policial desbaratara eso. Resultaba una idea demasiado violenta, sobre todo para quien cree que est¨¢ haciendo algo puro e inocente.
A las 7.30 en el instituto Jaume Balmes de Barcelona se abri¨® un pasillo de la puerta a la acera entre el gent¨ªo y se hizo el silencio. Todo estaba muy organizado. Entonces se apagaron las farolas, que ser¨ªa casualidad o hab¨ªan pensado en ello. En la oscuridad apareci¨® un Citr?en negro, conducido por un joven de 18 ¨® 19 a?os y otro dos bajaron a toda prisa con una urna metida en una bolsa de basura. Tuvo algo de lit¨²rgico, como si llevaran el santo grial. Sonaron aplausos y se palpaba la emoci¨®n, pero varias voces los acallaron, como si de verdad no fuera a enterarse nadie si no hac¨ªan ruido. En ese momento la ficci¨®n del refer¨¦ndum segu¨ªa en pie. Dicho sin iron¨ªa, eran como ni?os consentidos, consentidos por sus gobernantes, que les han permitido creerlo, aunque jugaban con fuego. Lo cierto es que una hora despu¨¦s lleg¨® la Polic¨ªa Nacional, con porras, y se llev¨® esa urna en diez minutos. Es innegable que era irreal verlos all¨ª, no en una f¨¢brica o una manifa, tan irreal como lo que estaba ocurriendo. En el aire qued¨® una sensaci¨®n de incredulidad, de un brusco despertar. "Toda la noche aqu¨ª para esto¡", murmur¨® un hombre con des¨¢nimo. Pensaban que ellos no merec¨ªan eso.
En la escuela Els Horts, del barrio perif¨¦rico de La Verneda, fue a¨²n m¨¢s incre¨ªble, hab¨ªa al menos 150 polic¨ªas. Entre la gente se afeaba a quien insultaba, se paraba al que se acercaba airado a los antidisturbios, hab¨ªa un esfuerzo de contenci¨®n, pero lleno de frustraci¨®n e impotencia. Durante una hora la gente se desga?it¨® con imprecaciones y frases ingeniosas. Y no cesaban de llegar polic¨ªas. A los vecinos les impresionaban estos robocop negros como si los marcianos hubieran llegado a su barrio. Pero no a todos, porque lo cierto es que tambi¨¦n otros los estaban esperando, y es m¨¢s, habr¨ªan quedado decepcionados si hubiera sido tan normal lo que normal no era: surgieron discusiones entre vecinos, pero en la retaguardia, en una esquina, fuera de la multitud. Quien discrepaba del refer¨¦ndum se escond¨ªa, como hasta ahora, porque era otra opini¨®n incre¨ªble cuando todo discurr¨ªa de una sola manera. Hubo una discusi¨®n cr¨ªptica entre dos ancianos en el barrio de Sant Mart¨ª. Una se?ora exclam¨® al ver un coche de polic¨ªa: "Esto es la democracia". Y otro se?or le replic¨® enfadado: "S¨ª se?ora, esto es la democracia". Pero no se sab¨ªa en qu¨¦ sentido lo dec¨ªa cada uno, ni con qu¨¦ retint¨ªn, ni de qu¨¦ parte estaban. Aunque estaban diciendo la misma frase estos catalanes no se entend¨ªan.
Llegaban a los m¨®viles im¨¢genes de cabezas abiertas, agentes arrastrando personas por el pelo. Todo esto no es normal, pero tampoco incre¨ªble, porque tambi¨¦n algunos pol¨ªticos contaban con que pasara. El Estado ha quedado como lo feo que es cuando se pone feo. "Hem guanyat!", gritaba la gente al irse la polic¨ªa: hemos ganado.
El desaf¨ªo independentista catal¨¢n
Noticias, reportajes, opini¨®n, an¨¢lisis, fotograf¨ªas, cobertura en directo... toda la informaci¨®n sobre la consulta soberanista del 1-O y la respuesta del Gobierno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.