¡°Exilio es otra cosa. Es temblar por no saber si tu familia est¨¢ bien¡±
Socialista valona de origen espa?ol, la parlamentaria belga Julie Fern¨¢ndez se ha erigido en la voz m¨¢s cr¨ªtica con el separatismo
Julie Fern¨¢ndez naci¨® en Lieja como pudo nacer en Stuttgart. Sus padres viajaban rumbo a Alemania cuando el tren se detuvo en la ciudad belga. Como ¨¦l sab¨ªa franc¨¦s y hab¨ªa minas cerca, se apearon. Igual que otros muchos espa?oles, pobres casi todos, tomaron el camino de la emigraci¨®n en los a?os sesenta. En su caso lo hicieron tambi¨¦n empujados por el miedo a ser detenidos por su participaci¨®n en huelgas mineras. Hasta hoy. Hoy es noviembre de 2017. Y la hija de mineros asturianos, nieta de republicanos encarcelados en Espa?a y de exiliados en Francia durante la Guerra Civil, se mueve por las laber¨ªnticas estancias del Parlamento belga acompa?ada de varios asistentes. "Se tarda dos a?os en aprender a no perderse", dice con jovialidad, con una sonrisa que recuerda la naturalidad de la alcaldesa de Par¨ªs, Anne Hidalgo, tambi¨¦n de origen espa?ol.
La diputada?pide perd¨®n por su castellano ¡ªcasi perfecto¡ª y fuerza una voz maltrecha por la dura sesi¨®n parlamentaria dedicada a la crisis en Catalu?a. A sus 45 a?os, es una figura ascendente del socialismo val¨®n. La llegada de Puigdemont y sus exconsejeros a Bruselas ha catalanizado la bronca pol¨ªtica en B¨¦lgica. Y ah¨ª la silueta de Fern¨¢ndez se ha agigantado en su denuncia del nacionalismo. "Es poner fronteras cuando mi ideal es que todas se derrumben. Un ideal que nunca conseguir¨¦ seguramente. El nacionalismo, sea flamenco o catal¨¢n como el que representa Puigdemont, es la ruptura de la solidaridad, y como socialista no puedo entender eso", dispara.
Nadie ha pedido con tanta insistencia como ella que el primer ministro belga, Charles Michel, se pronuncie sobre Catalu?a, reconozca la unidad de Espa?a y aparque la ambig¨¹edad de su discurso. B¨¦lgica ha sido el pa¨ªs menos efusivo en su apoyo al Gobierno de Madrid. Conden¨® la violencia policial del 1-O. No as¨ª el refer¨¦ndum ilegal. Y tampoco ha respaldado abiertamente la acci¨®n de la justicia espa?ola. "La crisis se ha vuelto belgo-catalana?por las continuas declaraciones de los ministros separatistas. ?La pol¨ªtica exterior la dirigen ellos o el primer ministro y el de Exteriores? El porvenir de Catalu?a depende del de Espa?a, y eso incluye a todos los espa?oles", defiende.
La historia personal de Fern¨¢ndez est¨¢ ¨ªntimamente ligada a Espa?a. Los dos d¨ªas de viaje en autob¨²s de cada verano de su infancia y adolescencia rumbo a Grado, en Asturias, eran parte del ritual vacacional. De esos meses callejeros, de junio a septiembre si hab¨ªa buenas notas, entre las risas de sus amigas cuando aparec¨ªa con casetes de Victor Manuel tratando de impresionarlas. Ellas iban un paso por delante. Ya o¨ªan a Mecano o Alaska y Dinarama. La Espa?a de la emigraci¨®n y el exilio se mov¨ªa a otros ritmos. Parafraseando a Dickens, era el mejor de los tiempos y a la vez, era el peor de los tiempos. "La primera angustia, que no identifiqu¨¦ como pol¨ªtica en ese momento porque era una ni?a, es el golpe de estado en Espa?a". Ten¨ªa nueve a?os y pasaba los d¨ªas en la Casa del Pueblo de Lieja. Mientras sus padres hablaban de pol¨ªtica, ella aprend¨ªa a bailar la jota o flamenco entre emigrantes espa?oles. Con Tejero tomando el control del Congreso, sus padres se desviv¨ªan por contactar a sus abuelos llamando al tel¨¦fono de la vecina, la ¨²nica del edificio con un aparato.
La socialista ha crecido entre historias del exilio. Su padre pas¨® parte de su infancia en una playa francesa, recluido en uno de los muchos campos de refugiados donde espa?oles huidos de la guerra se hacinaban bajo el r¨¦gimen colaboracionista de Vichy. Cerca de all¨ª robaba chocolate, pan y fruta en el almac¨¦n de una estaci¨®n. Para Fern¨¢ndez, el uso que el antiguo Gobierno catal¨¢n hace del t¨¦rmino est¨¢ lejos de la realidad. "El exilio es otra cosa. Es estar temblando por saber si tu familia est¨¢ bien o no. Saber c¨®mo comer y dar un futuro a tus hijos en un pa¨ªs que no conoces. Es abandonar los sue?os que has construido en tu pa¨ªs porque tu vida depende de huir para sobrevivir".
Julie Fern¨¢ndez Fern¨¢ndez se coloca las gafas solo para mirar el m¨®vil o leer. Un d¨ªa se le empez¨® a cansar la vista. Con dos apellidos as¨ª es f¨¢cil pensar que sus or¨ªgenes pod¨ªan ser motivo de curiosidad, pero su trayectoria vital est¨¢ marcada por la mezcla. En su clase solo hab¨ªa cinco alumnos belgas. Su marido tiene ascendencia congole?a. Y presume de que su hijo de siete a?os es resultado de toda esa argamasa. "Como belga, defiendo mi identidad espa?ola, y reconozco el derecho de cada uno a tener la suya propia. Pero eso no se debe usar contra la solidaridad", insiste.
Tard¨® en conocer el racismo que tambi¨¦n sufrieron sus padres. Cuando buscaban piso en B¨¦lgica todav¨ªa hab¨ªa carteles donde se negaba la entrada a perros y extranjeros. Por eso tambi¨¦n se ha colocado como una gran cr¨ªtica de los mensajes lim¨ªtrofes con la xenofobia del secretario de Estado de Inmigraci¨®n, Theo Francken. El mismo que tiende la mano a conceder asilo a Carles Puigdemont mientras cierra las puertas a los refugiados y utiliza expresiones como "hacer limpieza" para referirse a la detenci¨®n de migrantes sin papeles en Bruselas. El activismo contra esa pol¨ªtica migratoria le ha costado amenazas. El mes pasado recibi¨® una carta en neerland¨¦s insult¨¢ndola entre dibujos de cruces gamadas. "?Vuelve a tu pa¨ªs!", le escribieron ignorando, deliberadamente o no, que aunque sus ra¨ªces son espa?olas, su pa¨ªs es B¨¦lgica.
No es de las que se dejan intimidar. Sus compa?eros de partido la llaman la Pasionaria por el ardor con que defiende sus posiciones, desde las que denuncia la condici¨®n de caballo de Troya del nacionalismo flamenco, al que acusa de estar al frente de las mismas instituciones federales a las que ha ido despojando de competencias en una suerte de deconstrucci¨®n del Estado. Pese al apodo, su herencia pol¨ªtica socialista le lleva a identificarse con otros l¨ªderes. "Mi primera imagen pol¨ªtica feliz es Felipe Gonz¨¢lez y Alfonso Guerra alzando los brazos tras ganar las elecciones de 1982. Lo que no entend¨ªa de ni?a es que todos estaban muy contentos pero todos estaban llorando".
Su entrada en pol¨ªtica fue temprana. Ha sido secretaria de estado y fue teniente de alcalde de Lieja a los 28 a?os, cargo que actualmente compagina con el de diputada y que le obliga a vivir entre su ciudad natal y Bruselas. Desde entonces, ha sido testigo del complejo juego de equilibrios necesario para que flamencos y valones se pongan de acuerdo. 541 d¨ªas llegaron a estar sin Gobierno tras los comicios de 2010. Por eso, apela al di¨¢logo como ¨²nica posibilidad de que la crisis catalana no se enquiste. Su experiencia en uniones est¨¢ contrastada. Cada s¨¢bado es la encargada de oficiar las bodas en Lieja. Unos 600 matrimonios al a?o. "Se hace repetitivo, pero intento disfrutarlo porque es un momento ¨²nico en sus vidas".
"No llamo franquista a nadie"
El exprimer ministro belga Elio di Rupo, socialista franc¨®fono al frente del Gobierno belga de 2011 a 2014, acus¨® a Mariano Rajoy de actuar como un ¡°franquista autoritario¡± en su gesti¨®n de la crisis catalana. Julie Fern¨¢ndez no es partidaria del uso gratuito de la comparaci¨®n con la dictadura que tanto ha proliferado en las ¨²ltimas semanas. "Mi familia me ha explicado lo que era el franquismo. La Espa?a no democr¨¢tica y sin estado de Derecho. Por eso no llamo franquista a nadie".
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