La otra batalla del juicio

A las doce y media, tres mujeres octogenarias se sientan al sol frente al Palacio de Justicia de Pamplona. ¡°?Has visto las noticias? Ha salido libre la se?ora que quem¨® al violador de su hija¡±. La mujer se refiere a Mar¨ªa de Carmen Garc¨ªa, a la que Antonio Cosme, ya en libertad, se acerc¨® en la calle a decirle unas palabras; Mar¨ªa del Carmen fue a una gasolinera, llen¨® un cubo de gasolina y se lo ech¨® encima al hombre para luego tirarle una cerilla encendida. Cosme, que hab¨ªa violado a la hija de Mar¨ªa del Carmen cuando ten¨ªa trece a?os, muri¨® d¨ªas despu¨¦s. ¡°Mira¡±, interrumpe una amiga de la se?ora, ¡°si violan a mi ni?a yo hago lo mismo¡±. Las dos se dan la raz¨®n, pero la tercera discrepa: ¡°Esas cosas no se pueden hacer as¨ª, ?para qu¨¦ est¨¢ la ley? Imagina que todos tom¨¢semos la justicia por nuestra mano¡±. ¡°Que s¨ª, que yo s¨¦ que t¨² tienes raz¨®n y que as¨ª no se hacen las cosas. Pero yo lo mato igual, qu¨¦ le voy a hacer¡±. De repente las tres se giran en el banco hacia el fot¨®grafo de EL PA?S, Juli¨¢n Rojas: ¡°?Molestamos?¡±.

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Las tres mujeres se encuentran aqu¨ª por la llamada de dos organizaciones feministas, Lunes Lilas y Andrea, para apoyar a la joven que denunci¨® haber sido violada hace un a?o y medio en San Ferm¨ªn por cinco hombres. ¡°No est¨¢s sola, hermana, aqu¨ª est¨¢ tu manada¡±, grita medio millar de personas. Una tele local se acerca a un hombre que sostiene un cartel de ¡°no es no¡±. ¡°Hay que recordar¡±, dice el manifestante, ¡°que aqu¨ª se est¨¢ juzgando a un guardia civil y a un militar del Estado espa?ol. El Estado espa?ol no va a permitir que se les condene, el Estado espa?ol est¨¢ detr¨¢s de¡­¡±. Los c¨¢nticos de la concentraci¨®n, detr¨¢s del hombre, interrumpen su intervenci¨®n y algo m¨¢s: paran el juicio dentro, donde se produce un receso a causa de ruido.

Hoy est¨¢n declarando los cinco acusados, los cinco j¨®venes que se hacen llamar La Manada. La interrupci¨®n es una buena noticia para Agust¨ªn Mart¨ªnez Becerra, el abogado de tres de ellos. O eso dice ¨¦l. Una manera de que el juicio paralelo que ¨¦l denuncia fuera, se cuele dentro. Parad¨®jicamente, Mart¨ªnez Becerra es el que mejor ha entendido el concepto ¡°juicio medi¨¢tico¡±. Acceso a periodistas y televisiones, minutos en las tertulias y confesiones con las que ir armando, paralelamente al juicio, la defensa de sus clientes. Fue ¨¦l el que encarg¨® el pol¨¦mico seguimiento a la v¨ªctima y el que ha ido deslizando comentarios que ponen bajo sospecha el car¨¢cter de la chica. Tambi¨¦n pidi¨® que la vista fuera p¨²blica, con acceso a medios, algo que desestim¨® el tribunal: el juicio se celebra a puerta cerrada. Mart¨ªnez se lleva ¡°a matar¡± con los otros dos abogados defensores de La Manada, una relaci¨®n que, desde el principio, ha perjudicado en varios puntos sus estrategias.

¡°Es una pel¨ªcula porno rural hecha por cinco paletos¡±, le dijo Mart¨ªnez Becerra al l¨ªder de Biris Norte, el grupo ultra del Sevilla y uno de los mejores amigos de Jos¨¦ ?ngel Prenda, uno de los acusados; este ultra declar¨® a La Sexta que Mart¨ªnez es su abogado y se lo recomend¨® a Prenda. La declaraci¨®n coincide con otra de las t¨¢cticas que el abogado ha usado con m¨¢s periodistas: sus clientes, viene a decir, son unos cerdos, unos cazurros y unos analfabetos, pero no son unos violadores. ?se es el punto por el que Mart¨ªnez Becerra se distingue al llegar cada ma?ana al tribunal: el convencimiento de que habr¨¢ sentencia de absoluci¨®n.

¡°El mundo se llevar¨¢ una gran sorpresa¡±, dice el abogado de los tres acusados de La Manada a quien quiera escucharle. La gente que lo ha tratado est¨¢ segura de que Agust¨ªn Mart¨ªnez Becerra ha visto en un juicio tan explosivo medi¨¢ticamente la posibilidad de expandir su nombre. "Esta causa para un abogado defensor es un caramelo: es complicad¨ªsima, y por poco que consiga ya puede considerarlo una victoria. En cualquier caso cuando termine el juicio ser¨¢ un abogado famoso. Eso no significa que sea un abogado bueno, pero s¨ª un abogado con m¨¢s demanda", dice un letrado sevillano que comparti¨® varios juicios con ¨¦l. A la una de la tarde en Pamplona ya se ha disuelto la concentraci¨®n y sigue el silencio dentro, donde se celebra el juicio y declaran los acusados. De camino al centro, varios carteles pegados en los ¨¢rboles exhiben las im¨¢genes de La Manada al modo de 'se busca'.